El nacimiento de “El Obrero Gráfico”
El Obrero Gráfico salió el 1 de marzo de 1908. El Socialista, el periódico del Partido Socialista, valoraba muy positivamente el surgimiento de esta publicación, en primer lugar, porque el panorama de la prensa obrera española no era muy grande y, por lo tanto, una publicación más siempre era bienvenida. Según el periódico socialista la nueva publicación trataría de las cuestiones que tenían que ver con los distintos oficios del Arte de Imprimir, pero no era el órgano de ninguna colectividad sino el fruto de un grupo de tipógrafos asociados que lo costeaban de su propio bolsillo para contar con un instrumento más de lucha sin restricciones, pero con “orientaciones progresivas”.
El Obrero Gráfico salió el 1 de marzo de 1908. El Socialista, el periódico del Partido Socialista, valoraba muy positivamente el surgimiento de esta publicación, en primer lugar, porque el panorama de la prensa obrera española no era muy grande y, por lo tanto, una publicación más siempre era bienvenida. Según el periódico socialista la nueva publicación trataría de las cuestiones que tenían que ver con los distintos oficios del Arte de Imprimir, pero no era el órgano de ninguna colectividad sino el fruto de un grupo de tipógrafos asociados que lo costeaban de su propio bolsillo para contar con un instrumento más de lucha sin restricciones, pero con “orientaciones progresivas”.
Sabemos que las oficinas de la nueva publicación se encontraban en la madrileña calle de Huertas, nº24, y en su primer número se explicaban sus objetivos. Los autores consideraban que había aumentado la explotación en las industrias del libro en España, empeorándose las condiciones de vida de sus trabajadores. Se interpretaba esta situación porque, aunque la edición en España estaba lejos de la industria a gran escala, había caído en manos de advenedizos que no sabían montar grandes talleres pero que buscaban la ganancia inmediata, a través de bajar los salarios, en vez de renovar las imprentas y la tecnología de la edición, en general. Así pues, existían demasiados establecimientos en Madrid, unos doscientos en esos momentos para tres mil trabajadores, en vez de haber ido, como se ha comentado, al establecimiento de talleres más grandes y productivos. La competencia era enorme. Los jornales en Madrid rondaban los diez reales, pero fuera de la ciudad podían bajar a siete u ocho reales, totalmente insuficientes para vivir. En este primer número se recordaban tiempos más felices para los tipógrafos en el pasado. No olvidemos la gran fuerza sindical que siempre tuvieron, y que, en gran medida, son los padres del socialismo español. Así pues, ante esta situación, un grupo de tipógrafos habían decidido crear este órgano de combate, con el objetivo de robustecer y apoyar a las distintas organizaciones en sus reivindicaciones, pero dejando muy claro que no las representaban.
Para los socialistas en El Obrero Gráfico podía seguirse al día el movimiento de los obreros de la imprenta española y extranjera. Publicaba, además, artículos de propaganda societaria y trabajos de denuncia de los atropellos patronales y las reformas de que eran susceptibles las organizaciones obreras.
Para El Socialista era un “excelente auxiliar” de la organización de los obreros de la imprenta. Pero, además, consideraba que su estilo era muy adecuado porque trataba de tal manera amplia los asuntos concretos de cada rama de esta industria que podían ser leídos por los obreros de los demás, y podían aplicarse sus conclusiones a sus propias luchas, es decir, era un periódico de altas miras. Por eso era muy recomendable.
Podemos consultar una parte de sus números en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional, cuyo primer número ha sido una de las fuentes de este artículo. Por otra parte, hemos consultado el número 1170 de El Socialista del 7 de agosto de 1908.