Dcode: Reserva Natural de música en Ciudad Universitaria de Madrid
Crónica Dcode Lo que el festival ofreció a Madrid el pasado sábado. El que sea realmente un animal musical, se encuentra con un parque natural en la Ciudad Universitaria: Si eres un depredador de leyendas pudiste ver a Bunbury inconmensurable junto con su banda. Quien quiera sentir el viento de jóvenes promesas en la cara lo obtuvo con Dagny, Belako… Incluso caza mayor: Zara Larsson.
Quien esconda gusto por la música bajo etiquetas quizá se haya desconcertado ante tal libertad y amplitud de miras. Un acierto de las cabezas pensantes de Dcode. Los tiempos cambian y solo lo bueno permanece.
La sueca Zara Larsson y sus deliciosos bailes llenaron el escenario DCODE 2 al anochecer y es que su megahit Lush Life, con sus más de 460 millones de escuchas en Spotify, le otorga, a sus 18 años unos galones que brillaron en el cartel.
Enrique Bunbury, o mejor dicho DON Enrique Bunbury regaló 30 años de rock a una pista llena. Se encuentra en forma y entra directo en el puesto más alto de las actuaciones del festival.
Con su repertorio trufado de Héroes del Silencio, su “Infinito”, su “Sí” o su “Puta desagradecida” o la eterna “Lady Blue” era el gran reclamo. Sus poses, su actitud e incluso sus particulares manías llenaron el escenario demostrando que el artista pasa por un momento bestial en el que recoge lo sembrado durante 30 años de carrera gracias a esos éxitos conocidos, que cerró un recital con el que Bunbury se metió a un festival diverso en el bolsillo de su chaqueta de cuero.
En esta edición por fin se pudo ver a Eagles of Death Metal tras el desgraciado gatillazo de 2015. Un enorme descubrimiento. Enormes y maleducados. Con ellos, que actuaban a la vez que la mexicana Carla Morrison, una ganadora de dos premios Grammy Latino relegada al escenario pequeño, se ha vestido de largo esta edición, que arrancaba realmente a media mañana, con el aplaudido show de Petit Pop para padres e hijos, así como con Belako y León Benavente.
El soul de los londinenses Jungle contagiaba al público. Para quien quisiese sonidos más contundentes a esa hora de la noche -ya estamos hablando de casi la una de la madrugada- Triángulo de Amor Bizarro tocaba en la carpa del festival. Una carpa que se quedaba pequeña para un grupo como ese a una hora como esa. Quedaba patente de nuevo que el indie en castellano estaba relegado a un segundo plano en el festival.
Los irlandeses de Kodaline, un grupo que llevaba el peso de tocar justo antes de Bunbury y que no dejaron al público para nada indiferente. Con canciones muy originales intentando buscar sello propio, aunque hablaban permanentemente al público y disfrutaban del público de Madrid como su público de ellos.
Mucho antes Dcode nos regaló dos pinceladas de la elegancia más selecta: MwARD Y Bear’s Den. Escúchenlo.
Cerraron potentes aunque algo flojo de sonido 2Manydjs pinchando contundencia, rapidez y Chimo Bayo. Se esperaba algo más de espectáculo pero buen tracklist.
En cuanto a la calidad del festival, la acogida al público e instalaciones podemos afirmar que fue de cinco estrellas. Delicioso menú en la reserva sonora Ciudad Universitaria.