«El faro pintado de Ajo: discutible ocurrencia política sin ninguna participación social, para lucimiento de un ego iluminado»
No se trata de discutir los posibles méritos artísticos del Sr. Okuda, en el caso de que los tenga, sino la pertinencia y legalidad de una actuación concreta en el faro de Ajo. Pertinencia en relación al respeto que se merece un edificio singular, histórico, protegido en las normas urbanísticas del municipio, la legislación de costas, el POL y la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, cuya fisonomía responde a su función: a la justificación de su existencia como guía para los navegantes.
El proyecto de pintar de 72 colores el faro de Ajo, presentado públicamente por el Presidente de Cantabria Sr. Revilla y el artista Sr. Okuda San Miguel, ha suscitado una intensa polémica en la que se han puesto de manifiesto numerosas opiniones de colectivos sociales, partidos políticos, y de personas relacionas con el mundo de la cultura, el derecho, la ecología, la ingeniaría y la navegación marítima, que rechazan abiertamente la propuesta con abundantes argumentos legales, técnicos y culturales.
El presidente de Cantabria insiste en el proyecto con tan sólidos argumentos como: «Todo el mundo puede opinar pero a mí me encanta … Cuando se haga la obra de Okuda estoy convencido de que va a ser un atractivo ir a ese faro y a esa finca … hay dos vacas allí paciendo una hierba quemada por el salitre.» (Europa Press 7-06-2020).
Por su parte, el Sr. Okuda ha declarado que “Las críticas al proyecto del faro son una cuestión más de política y de ignorancia.” (El Diario Montañes, 10-06-2020) El Sr. Okuda se retrata a sí mismo con estas declaraciones, y no muy favorablemente. Utiliza la vieja táctica de descalificar al oponente cuando se carece de argumentos sólidos y coherentes para defender las propias posturas. Así, como él es muy listo y tiene toda la razón de su parte, los que no comparten sus ideas son necesariamente unos «ignorantes», dicho lo cual se acaba todo posible debate; prima la tiranía del ego del iluminado.
A lo anterior se añade la utilización espuria del término política como arma arrojadiza contra el contrario. Si la otra parte se opone a nuestras, «ideas» o propósitos, es porque la otra parte está haciendo política, en el sentido más despectivo del término. Como si opinar libremente no fuese legítimo, y por lo tanto se descalifique a quienes no se sometan al dictado de la arbitrariedad impuesta por procedimientos propios de un rancio caciquismo inaceptable. La que sí es una decisión política es la de pintar el faro y haber elegido a dedo al autor y ejecutor, sin concurso de ideas y sin ninguna publicidad ni participación social previa. Decisión adoptada además por la más alta instancia política regional, la Presidencia del Gobierno de Cantabria.
No se trata de discutir los posibles méritos artísticos del Sr. Okuda, en el caso de que los tenga, sino la pertinencia y legalidad de una actuación concreta en el faro de Ajo. Pertinencia en relación al respeto que se merece un edificio singular, histórico, protegido en las normas urbanísticas del municipio, la legislación de costas, el POL y la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, cuya fisonomía responde a su función: a la justificación de su existencia como guía para los navegantes.
Puede que al Sr. Okuda no le falten méritos artísticos, pero es evidente que le sobra soberbia. Y tanto a él como a los responsables POLÍTICOS que han decidido pintar el faro parece que les falten los mínimos conocimientos legales necesarios para actuar, a la vez que muestran una inaceptable falta de aprecio hacia los paisajes característicos y relevantes de Cantabria.
Sin contar con los consiguientes perjuicios que puedan derivarse para el erario público en caso de que, realizada la intervención, los tribunales declarasen su ilegalidad y hubiera que devolver al faro a su configuración original. Resulta muy cómodo y fácil para la Presidencia Regional disponer del dinero de los demás para gastarlo en ocurrencias, sin asumir responsabilidades personales y políticas.
Santander 15 de junio de 2.020.
Plataforma DEBA, CONCEJO ABIERTO DE SANTANDER.