Manuel Romero •  Cultura •  21/06/2021

Mati Morata: “El machismo es la sustancia que envuelve al sistema y que además lo reproduce”

La escritora malagueña también es una activista feminista; en su vida ambas direcciones confluyen como una necesidad de vida. En esta entrevista comparte con los lectores algunas claves de su nueva novela “El tiempo de la rabia” (Huso, 2021), pero también fija posición sobre el patriarcado como sistema generador de cultura.

Mati Morata: “El machismo es la sustancia que envuelve al sistema y que además lo reproduce”

Pregunta: – ¿Cuál es el tiempo de la rabia?

Respuesta: En esta novela, la rabia es un hilo conductor que se estira y tensiona a lo largo de la historia. A veces se amplifica y otras es una rabia sobria casi imperceptible.

P: – Hablemos de Cecilia, la mujer que protagoniza la historia de su novela.

R: Cecilia es una Trabajadora Social de 52 años con síntomas de depresión y problemas en los ojos. Es tímida y apocada pero en poco tiempo entenderá qué quiere de la vida. No sabe que tiene más fuerza y más carácter del que cree.

Se define así misma de cobarde: “me muevo por el principio activo de la cobardía”. Un día decide pedir excedencia y retomar su tesis doctoral que había dejado olvidada, sobre la sexualidad de mujeres con discapacidad. Empieza la acción.

P: – La hormiga es un símbolo determinante en su libro, ¿por qué?

R: Es un insecto que viene del fondo de las cosas, del fondo de ella misma porque la hormiga es una parte escondida de Cecilia. No responde a la idea de amigo invisible sino más bien a una conciencia crítica que a veces puede resultar extravagante y que la sitúa en otro punto de vista. Una mujer débil e insegura como esta protagonista, difícilmente podría encontrar una compañía invisible más poderosa. Se conforma con un insecto, si bien culto y algo posmoderno.

P: – Su novela se mueve entre dos épocas; los primeros años de la posguerra española y la actual. ¿Qué puntos vinculantes observa entre estos dos momentos históricos?

R: – Sí, enlaza dos épocas porque Lisardo, el abuelo de Cecilia, fue uno de los supervivientes de la llamada Desbandá, aquel terrible episodio en el que fueron bombardeadas miles de personas de esa Málaga republicana en su huida hacia Almería como si ese destino significara la libertad y la vida. Cecilia se encuentra con esa figura de su pasado de quien solo tiene unas piezas desperdigadas y asiste poco a poco a un recorrido que los une.

Existe un vínculo entre el conflicto bélico, con violencia física y destrucción que componen los elementos de contexto de Lisardo y otro conflicto actual cargado de violencia simbólica que envuelve y hace evolucionar a Cecilia. En ese vínculo brilla el rencor, un raro sentido de la justicia y la mentira.

P: – ¿Para usted, en su conjunto, el machismo es un modelo propio del sistema o es un problema aparte?

R: – El machismo está insertado en un sistema, el patriarcado. Se caracteriza por el dominio de los hombres sobre las mujeres. La superación de esa desigualdad es lo que intenta el feminismo. El machismo es la sustancia que envuelve al sistema y que además lo reproduce. No hay un aparte.

P: – Decía Virginia Woolf en Una habitación propia que para escribir ficción, “la mujer necesita independencia económica y un cuarto propio”. ¿Sigue presente esta necesidad, es un logro aún por conquistar?

R: – Creo que se mantiene esa necesidad. El cuarto propio es la autonomía de las mujeres y eso se consigue con la igualdad social real. Falta mucho, porque creo que las mujeres no hemos conquistado el espacio público que sigue siendo un territorio masculinizado.

P: – Volviendo a sus intereses literarios, ¿Cuáles son sus referentes?

Son muy variados pero si tuviera que citar uno que sé que es un referente antiguo en mi vida, sería Marcel Proust. También Dickens. Recuerdo mis doce años con Oliver Twist y cómo se me caía alguna lágrima sobre el libro. La tristeza tiene sus bondades y su belleza.


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