Esteban Cabal •  Cultura •  29/10/2024

Historia gráfica de la Contracultura

Traumatizada y deprimida por los horrores de la guerra y la miseria de la postguerra, la sociedad occidental no recuperó el aliento hasta finales de los años 50. En los 60 aparecen movimientos sociales, políticos y culturales alternativos que desafiaron vigorosamente el “statu quo” y el “establishment” y que fueron los verdaderos precursores de lo que coloquialmente conocemos como contracultura.

Historia gráfica de la Contracultura

En un sentido amplio, la contracultura es un movimiento cultural (social, político, artístico, filosófico, estético, espiritual…) que se opone a la cultura imperante. Así entendido, podríamos etiquetar como contracultural el romanticismo surgido a finales del siglo XVIII en Alemania y el Reino Unido como reacción contra la ilustración, el neoclasicismo y la revolución industrial. Otorgaba preponderancia liberalizante y empoderadora a las emociones, a los sentimientos y la libertad individual, reprimida hasta entonces por los viejos dogmas religiosos, retrógrados y autoritarios.

Otro ejemplo de contracultura, de rebelión contra el encorsetado modo de pensar dominante y los modos de vida convencionales, lo encontraremos en La Bohemia, un desplante contra los valores y las normas burguesas que cuajó a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Paris, entre intelectuales y artistas de vanguardia, y se extendió por todo occidente.

El turbulento siglo XX alumbró en sus inicios una primera guerra mundial devastadora para Europa, a la que siguió un breve periodo de bonanza económica, alegría aperturista y libertad creativa en los años 20. Vino después, tras el crash del 29 en la bolsa de Nueva York, otra etapa trágica, regresiva, de populismo y polarización social, caracterizada por la intolerancia cultural y el totalitarismo político, que desembocó en una terrible segunda guerra mundial. En aquel contexto, socialmente axfisiante, de los años 30 y 40, aparecen grandes obras distópicas que prevenían a la humanidad contra los secretos planes de futuro de las elites. Aldous Huxley publica en 1932 “Un mundo feliz” y George Orwell en 1949 su famosa novela “1984”.

Traumatizada y deprimida por los horrores de la guerra y la miseria de la postguerra, la sociedad occidental no recuperó el aliento hasta finales de los años 50. En los 60 aparecen movimientos sociales, políticos y culturales alternativos que desafiaron vigorosamente el “statu quo” y el “establishment” y que fueron los verdaderos precursores de lo que coloquialmente conocemos como contracultura.

Primero la “Beat Generation”, con poetas y escritores norteamericanos como Allen Ginsberg, Jack Kerouac o Alexander Trocchi, que rechazaban el conformismo y el materialismo de la época y exploraban la espiritualidad a la vez que experimentaban con drogas psicodélicas y practicaban el amor libre. Las drogas (tecnologías extáticas en la terminología del doctor Timothy Leary), se usaban como un método para elevar la consciencia. Y los “Diggers”, que daban comida gratis​ y buscaban crear una pequeña sociedad libre de dinero y de capitalismo.

Luego los movimientos pro derechos civiles, que propugnaban, desde la metodología de la no-violencia, cambios estructurales para alcanzar una mayor calidad democrática; algunos desafiaron el racismo institucional, como el liderado por Martin Luther King, otros reivindicaron la igualdad de género, como el movimiento feminista que ya no se conformaba con solicitar el derecho al sufragio para las mujeres, y el movimiento antimilitarista y pacifista, que hablaba por primera vez del derecho a la objeción de conciencia y que se expandió como la pólvora contra la guerra de Vietnam. También la clandestina comunidad LGTBI empezaría a visibilizarse por esa época, sobre todo tras los disturbios de Stonewall.

Por último, llegó la “revolución de las flores”, que dio lugar a los hippies, esos jóvenes barbudos y melenudos que cuestionaban todo, habían perdido la fascinación por el vil metal, tocaban la flauta semidesnudos, hacían el amor y no la guerra, leían poemas de Whalt Whitman, el Tao Te King, las Rubaiyat de Omar Khayyam, fumaban marihuana, alucinaban en colores con el LSD y bailaban a ritmo de rock and roll en macrofestivales como el de Woodstock, con personajes legendarios como Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix o Mike Jagger.

Inicialmente, al movimiento hippi se le conoció como “El verano del amor” porque estalló en California coincidiendo con las movilizaciones contra la guerra de Vietnam, en el verano de 1967. Pero pronto el capitalismo empezó a asimilarlo, cosificándolo y mercantilizándolo con musicales como Hair.

El término “contracultura” fue acuñado por el historiador Theodore Roszak en su libro de 1968 “El nacimiento de una contracultura”. Desde un punto de vista academicista, podríamos decir que, lo que conocemos como contracultura, o cultura “underground”, nació un año después de la revolución de las flores, en 1968, en la universidad de Berkeley, California, abanderado por jóvenes e intelectuales que denunciaban la “ingeniería social” y la “tecnocracia”, y buscaban espacios alternativos, formas de expresión irreverentes, provocadoras y subversivas, cambios profundos en el modelo social y productivo, en definitiva la ruptura con un capitalismo salvaje, incompatible con los derechos humanos, la renuncia a la sociedad de consumo, y una forma de vida menos competitiva, más comunal y cooperativa, simple, ecológica, más espiritual y menos materialista.

La contracultura, o cultura “underground” de Berkeley coincidió en el tiempo y en el espíritu con el famoso “mayo del 68” francés, iniciado espontáneamente por los estudiantes, al que pronto se sumaron los obreros y toda la pléyade de organizaciones de izquierdas, sindicalistas, anarquistas, comunistas, maoístas y trotskistas. Aquella primavera, diez millones de trabajadores se sumaron a la huelga de los estudiantes y las barricadas humeantes llegaron a poner en la picota al temido General De Gaulle.

El experimento revolucionario de mayo del 68 tuvo su réplica en muchos otros países de occidente, incluso llegó a México donde, en el mes de julio, los estudiantes salieron a la calle para protestar contra la represión policial. Las revueltas tuvieron un final trágico, el 2 de octubre los estudiantes se concentraron en la Plaza de las Tres Culturas, el ejército les rodeó y les disparó provocando una masacre sin precedentes. Cuatrocientos jóvenes fueron asesinados en aquella plaza, en lo que se conoce como la masacre de Tlatelolco. El gobierno prohibió los conciertos de rock and roll en la década de los 70.

En Córdoba y en Rosario, Argentina, los obreros y estudiantes tomaron las calles a finales del mayo de 1969, en lo que se llamó el Cordobazo y el Rosariazo; la dictadura militar reprimió duramente las protestas.

El movimiento “Freak culture” de principios de los 70, ecléctico y de estética vintage, que practicaba la vida comunal, la autogestión y la autosuficiencia; el Punk de los 70 y los 80, de actitud rebelde, que rechazaba la comercialización del rock y promovía una música más agresiva; los “Probos” y los Squatters (okupas) de los 70 y los 80 en Holanda, que transformaban edificios abandonados en Centros Sociales y Culturales; el movimiento “Back to the land” que impulsaba el «regreso a la naturaleza»; la Nueva Era o New Age, de estética más oriental, en la que caben todo tipo prácticas espirituales, desde el chamanismo de Castaneda hasta el budismo zen, con referentes bibliogáficos como “La conspiración de Acuario” y autores como Alan Watts, Fritjof Capra o Deepak Chopra; el ecologismo radical y el partido de Los Verdes, que lograron sus primeros escaños a principios de los 80, cuando aun se autodenominaban “el partido antipartido” y abogaban por formas políticas “más tiernas”, horizontales y transparentes; la cultura “Rave” de los años 90, que aun pervive, con su música electrónica, su consumo de drogas recreativas y sus pacíficos festivales clandestinos en lugares alejados y escondidos; los movimientos antiglobalización y antisistema, que protestaban contra las cumbres políticas y económicas internacionales a finales de los 90 y en los primeros años del siglo XXI, el movimiento libertario que promueve el “apoyo mutuo”, la vida comunal y la desobediencia civil; el movimiento “Rainbow o Arco Iris”, ruralista y neo-hippy de años más recientes; movimientos como el 15-M español o el americano “Occupy Wall Street”; la filosofía decrecentista que cuestiona el modelo económico insostenible, o los partidarios de una Renta Básica Universal para redistribuir la riqueza; incluso la “Cultura Woke” moderna, antipatriarcal, feminista y multicultural, todos ellos son movimientos alternativos, y podemos decir que se enmarcan y confluyen dentro de lo que conocemos como la contracultura.

La contracultura ha transformado nuestra sociedad, nuestra cultura y nuestro modo de vida, su influencia y su aporte de nuevos valores y creatividad no ha dejado de hacerse sentir en todos los ámbitos, en la filosofía, la música, el cine independiente, las radios libres, el teatro de vanguardia, la literatura, pero también en la política, la economía, la ciencia, la salud, la agricultura, la alimentación, la espiritualidad…

La editorial Mandala (www.mandalaediciones.com) acaba de publicar un libro titulado “Historia gráfica de la contracultura”, en el que se nos muestra una realidad poliédrica, que cuestiona las narrativas oficiales y propone un relato alternativo más veraz. Realiza un minucioso y ameno recorrido cronológico sobre todos estos movimientos sociales que cambiaron el mundo, al menos nuestro mundo occidental, haciéndolo más libre, alegre y colorido, más amable y divertido, menos rancio, autoritario y represivo, menos dogmático y sumiso.

El libro incluye 1.000 imágenes y más de 2.000 textos breves, además de un apéndice con 17 artículos de autor. Con la lectura de “Historia gráfica de la contracultura”, recordaremos gráficamente los hitos más relevantes, los protagonistas mediáticos y los referentes intelectuales del underground, sobre todo del underground español, como los filósofos Agustín García Calvo, Luis Racionero, Fernando Sabater, Octavi Piulats o Antonio Escohotado.

Recordaremos gráficamente los hitos más relevantes, los protagonistas mediáticos y los referentes intelectuales del underground, sobre todo del underground español, como los filósofos Agustín García Calvo, Luis Racionero, Fernando Sabater, Octavi Piulats o Antonio Escohotado.

Si tienes cierta edad, basta ojear sus páginas para que se agolpen en tu cabeza los recuerdos. Es una excelente obra para disfrutar, para regalar y para consultar.


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