La industria secreta de las películas navideñas: quién está detrás y por qué son tan rentables
Nadie reconoce que las ve, pero son el éxito indiscutible de las plataformas año tras año. Así funcionan las empresas tras ellas.
No es un secreto para nadie que las películas navideñas tienen éxito. Solo hay que asomarse a las distintas plataformas de streaming para ver cómo, en esta época, sus páginas principales se inundan de mosaicos prácticamente idénticos, rebosantes de películas con títulos que parecen combinatorias algorítmicas de palabras fetiche del género, como «Navidad», «amor», «romance» o «felicidad»: la desorbitada cantidad de películas en categorías como «Navidad, dulce Navidad», «Navidades en familia» o «Navidades de risa» dejan claro que nos encanta ver películas navideñas… en Navidad.
Lo cierto es que la intuición no engaña: cada vez se estrenan más películas con «Navidad» en el título. ‘Entertainment Weekly’ contaba, por ejemplo, 116 nuevas este 2023. BBC hablaba de un récord en 2021, con más de 200 películas estrenadas, cuatro veces superior a la cantidad de 2011, lo que hace pensar no solo en que el gusto de los espectadores se ha natificado, sino que las plataformas de streaming, que no existían hace algo más de una década, ha tenido mucho que ver con esa modulación del gusto.
Stadista publicó datos sobre la audiencia de películas de este tipo y había espectadores en todas las franjas de edad: el 81% de los espectadores de entre 45 a 64 años había visto como mínimo una película de este tipo en 2022, y dentro del segmento que menos veía, entre 18 y 29 años, un 69% había visto como mínimo una película navideña. Está claro que son un negocio jugosísimo, y como en todos los negocios, prima la producción en serie. Por supuesto que ‘Love Actually’ o ‘El Grinch’ se convierten en citas ineludibles en estas fechas (en mi caso, ‘Los teleñecos en Cuento de Navidad’: no es Navidad hasta que no la veo), pero el grueso son películas más baratas, accesibles y cortadas por un patrón común.
El emporio Hallmark
Si hay un nombre que asociamos indisolublemente a las películas navideñas, ese es Hallmark, el emporio de las producciones de estas fechas. Se trata de un canal de televisión por cable de contenido generalmente familiar (detrás de su origen no solo está el gigante de las tarjetas de felicitación -no solo navideñas- fundado en 1910, sino el canal American Christian Television System o The Jim Henson Company) que se caracteriza, entre otras cosas, por ser el equivalente a Cortylandia: la Navidad empieza y acaba cuando ellos dicen. Concretamente, desde octubre a enero.
Hallmark produce en torno a cuarenta películas navideñas cada año, entre las que aglutinan, como desvelaba Vox, 80 millones de espectadores. Todo en torno al evento navideño principal del canal, Christmaspalooza, que consigue ponerlo en el número uno de entre los canales de cable más vistos en Estados Unidos (el resto del año el canal se mueve en el Top 20, deslizándose ocasionalmente en el Top 10). Desde que empezó Christmaspalooza en 2016, las cifras de espectadores no han dejado de subir. Por supuesto, todo esto repercute positivamente en la plataforma de streaming asociada, Hallmark Movies Now.
Si te parece que en realidad estamos hablando de subproductos que interesan solo a un sector de gente que quiere tener algo no muy ruidoso de fondo mientras echa la siesta, consideremos un dato indiscutible: son películas muy baratas de producir. No tienen acción, se ruedan casi en su totalidad en interiores y reciclan argumentos, escenarios e incluso reparto de unas a otras (como descubrió Dan Harmon, cocreador de ‘Rick y Morty’, en las navidades pasadas, horrorizado con que ‘Sister Swap: A Hometown Holiday’ y su secuela ‘Sister Swap: Christmas in the City’ fueran idénticas; vamos, que se rodaron a la vez).
A todo ello se suma que son películas en las que abunda el product placement más descarado (y no hablamos solo de oportunas sinergias con las tarjetas Hallmark, sino de todo tipo de productos de consumo doméstico) y que tampoco los repartos rebosan estrellas, al estilo ‘Love Actually’. Encontraremos nombres conocidos, de Andie McDowell a Lindsay Lohan, pero son a menudo intérpretes que no trabajan demasiado… fuera de sus películas navideñas.
Porque esa es otra: los repartos reconocibles, igual que las carátulas idénticas entre sí, los títulos que a veces parecen derivas paródicas unas de otras y siempre con el término «Navidad» calzado por medio, conduce a películas accesibles, amables, que no molestan. Ese es el obvio secreto de su éxito y por qué gustan tanto. Hallmark, de hecho, es el canon de las películas navideñas, pero cada plataforma de streaming, siempre husmeando en formas baratas y rentables de engordar su catálogo, tiene las suyas propias.
Todas se mueven bajo los mismos registros (la más sonada este año ha sido la aportación de Eddie Murphy para Prime Video, ‘Navidad en Candy Cane Lane‘) porque siempre funcionan y siempre van a estar ahí. Un negocio redondo para una época del año en el que muchos espectadores prefieren desconectar con algo sencillo que complicarse la vida con sesudas películas con múltiples lecturas. Al fin y al cabo, es Navidad.