Dum Dum. La vida a golpes
- La azarosa vida del púgil José Luis “DUM DUM” Pacheco, varias veces campeón de España, ex delincuente, ex presidiario, ex legionario… ha sido llevada al cómic. Una de las novelas gráficas nacionales más destacadas del año. Un relato crudo, de sinceridad brutal que invita a reflexionar sobre víctimas y verdugos, el destino y la voluntad. Hablamos con sus autores: Jaime Infante y Javier Marquina.
DUM DUM (Autsaider Cómics, 2024) es un cómic que llama la atención desde el primer golpe de vista. El libro, como objeto, es ya un caramelo. Las cubiertas, en tapa dura y con lomo entelado, vienen troqueladas como la reja de una celda, nos muestran tras ellas la figura del boxeador Dum Dum Pacheco, ensangrentado y cubierto con el chapiri de legionario. Al abrir la portada, Dum Dum queda en libertad. El interior, en riguroso negro y blanco, nos advierte de la dureza del asunto.
José Luis Pacheco, fue apodado DUM DUM por Julio César Iglesias —el periodista de Radio Nacional de España—, al comparar la potencia de sus golpes con el de las balas explosivas. Era el rey de los k.o’s rápidos. Su preparación no solía ser la óptima y debía acabar con sus rivales cuanto antes. Además, acumulaba un rencor vital y social que le hacía saltar al ring como un toro desbocado. Su historia merece, sin duda, una película. De momento, tenemos el cómic.
Origen humilde, muchacho conflictivo, delincuente juvenil –de los pioneros, en los años 60 su pandilla se adelantó al fenómeno retratado en el cine quinqui—, entra en la cárcel de Carabanchel a los 16 años. Bate el rércord de permanecia en celdas de aislamiento. De los tres años de condena, se pega uno en las “celdas bajas”, que es como eran conocidas las celdas de castigo de Carabanchel. A los diecinueve ocupa “chabolo” en la séptima galería, la de los presos más peligrosos. El cura de la prisión le conmina a reflexionar sobre su vida, a tratar de verse desde fuera, a pensar qué ha hecho con su vida para, a tan temprana edad, estar entre lo peor la cárcel. Tutelado por el sacerdote, comienza a escribir su autobiografía, mezcla de recuerdos y de diario. Esta escritura le acompañará hasta los veinticuatro años. Siendo ya campeón de España, da su vida por reorientada, el mal fario por vencido y el libro por terminado. De esos manuscritos nacerá Mear Sangre, una autobiografía electrizante y desordenada, caótica y brutal, en la que la cárcel, los malos tratos, las detenciones y los abusos, torturas, robos, palizas, juergas y excesos, atrapan al lector en un torbellino. Un libro único en el que el lector pasa por todos los estados posibles, empatía con el protagonista, aversión y rechazo, y todo contado por él mismo en primera persona. No se esconde. Trasladar todo este aluvión de sinceridad descarnada al lenguaje del cómic no parecía una tarea fácil. Dotarlo de un guion y de una estructura comprensible, lograr un valor estético acorde a la crudeza de lo narrado, resultar verosímil y reproducir la voz de Pacheco… no era tarea fácil, y Marquina e Infante lo han logrado con nota, con el trabajo más brillante en la trayectoria de ambos hasta ahora. Fácil seguro que no ha sido. Hablamos con ellos sobre el proceso de creación de DUM DUM
¿Qué los motivó a adaptar las memorias de Dum Dum Pacheco en una novela gráfica? ¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
Javier Marquina (JM): Podría tirarme el moco y atribuirme todo el mérito, pero la vedad es que el impulsor y alma del proyecto es Ata Lassalle, editor de Autsaider Cómics. Es él el que me acerca en un Salón del Cómic de Barcelona y me dice que quiere hacer un cómic sobre Dum Dum Pacheco dibujado por Jaime Infante. Yo, como ya había trabajado dos veces con Jaime (en 1585: Empel y Progenie), era un poco el accidente afortunado y necesario para que esto se pusiera en marcha.
Jaime Infante (JI): Para mí fue una sorpresa que la editorial Autsaider quisiera contar conmigo, así que cuando Javier me lo dijo, no pude resistirme. Es una editorial a la que llevaba años siguiendo, y la oportunidad de trabajar con ellos, además junto a mi amigo Javier, era algo que no podía dejar pasar.
Las ilustraciones en blanco y negro de «Dum Dum» son impactantes y transmiten una gran crudeza. ¿Cómo decidiste el estilo visual para esta obra y qué técnicas utilizaste para capturar la intensidad de la historia?
JI: El blanco y negro es un formato en el que me siento muy cómodo, y Ata, el editor, quería que el libro fuera en blanco y negro desde el principio. Para mí hay algo muy puro en el dibujo de cómic sin color, un lenguaje que es propio del medio y que lo aproxima a la literatura: manchas de tinta sobre papel que constituyen un lenguaje claro y directo. Además Ata no dejó de espolear en cuanto a la cantidad de negro que quería en cada página: ¡nunca parecía suficiente! Pronto entendí que, al trabajar con valores tan puros, el blanco puede tener tanta fuerza como el negro, lo que constituye una buena metáfora visual de la lucha interior de Dum Dum. En cuanto a la técnica, este tebeo está dibujado íntegramente en digital, con la herramienta Procreate, porque es con la que trabajo más rápido y me siento más cómodo. Hasta hace poco era algo poco ortodoxo, pero cada vez conozco a más dibujantes profesionales que hacen su trabajo con Procreate. Para mí constituye lla mezcla perfecta entre el trabajo en digital y el tradicional.
- Javier (guionista): La narración refleja pensamientos desordenados y caóticos, algo muy característico del protagonista. ¿Cómo abordaste la adaptación del libro original para mantener esa esencia en el cómic?
JM: Tenía claro que había que mantener ese espíritu fresco y caótico presente en la autobiografía. Si queríamos darle voz a Pacheco, había que sonar como Pacheco. No solo en la manera de hablar, sino también en la propia estructura del cómic. ‘Mear Sangre’ es un libro visceral, escrito sin pensar, tal y como le va a saliendo de las tripas a Dum Dum. El reto fue simular este caos e ir construyendo una historia coherente, en la que el lector no se perdiera. Construir una historia funciona a veces como un puzle, creas una imagen completa y luego la recortas y la desordenas. Si consigues mantener esa coherencia interna, al final todo conecta y acaba ocupando su lugar. La imagen está ahí. Solo hay que saber guiar al lector para que la vaya reconstruyendo en su cabeza.
- ¿Cuáles fueron los mayores desafíos a la hora de adaptar una historia tan intensa y llena de matices como la vida de Dum Dum Pacheco?
JM: Creo que el principal problema fuimos nosotros mismos. Ser capaces de contar esta historia de una manera objetiva, sin juzgar, y poner negro sobre blanco cosas divertidas, terribles, horribles, repugnantes, espectaculares y humanas. Hay de todo, porque la propia vida del personaje es un carrusel, y nuestro papel era reflejar eso, pero no tomar partido. Ni para bien ni para mal. Dum Dum a veces es un héroe, a veces un monstruo, a veces es tierno, otras terrible y otras un payaso, pero no nos corresponde a los autores decidir cuando representa cada papel.
JI: La autobiografía de Dum Dum era un libro muy potente, como si Pío Baroja hubiese intentado escribir La Naranja Mecánica. Así que era un material muy bueno sobre el que trabajar. Además cada persona que conocíamos nos aportaba nuevas anécdotas sobre el personaje, todas ellas coherentes con su brutalidad y su extraña vida. Una cosa que tuvimos clara desde el principio los tres (el editor, el guionista y yo) fue que había que tomarse a Dum Dum en serio, que no debíamos hacer un tebeo enunciado desde nuestra inalcanzable superioridad moral del siglo XXI: debíamos sentir piedad por el personaje, por su vida, y por sus malas decisiones, sin plantear juicios morales sobre el papel. Eso es cosa del lector. Si comienzas con una repulsa moral del personaje sólo puedes aspirar a hacer catecismos aguados.
- La utilización de luces y sombras tan contrastadas en el cómic añade una capa extra de dramatismo. ¿Podrías hablarnos un poco sobre tu proceso creativo en este aspecto?
JI: El blanco y negro puro te aporta una atmósfera cruda y densa, sobre todo porque en las masas de negro se puede ocultar una gran cantidad de información que juegue un papel en la cabeza del lector. A la hora de dibujar me veía en la obligación de usar más masas que líneas, y de ocultar mucha información una vez el dibujo estaba terminado: pasé mucho tiempo borrando y tapando información con blanco o con negro puros, para depurar más y más la imagen. No dejaba de pensar en una máxima que ahora no recuerdo si dijo Alex Toth o Will Eisner: si un elemento no cumple una finalidad narrativa en la página, elimínalo.
- ¿Cómo lograste trasladar el lenguaje y la voz tan particular de Dum Dum Pacheco al guion del cómic sin perder su autenticidad?
JM: El propio libro ya te dicta las guías de cómo habla Pacheco. Es como un libro blanco de su lenguaje. También hay mucho material en el que basarse: entrevistas en la televisión y en prensa que ayudan a ir reconstruyendo la manera de hablar de Dum Dum Pacheco. Y, sobre todo, ahí estaba Ata, que ha hablado personalmente con él y lo ha tratado, así que conoce sus dejes y podía hacer correcciones, indicaciones y decirme si lo que yo iba escribiendo era plausible y sonaba como el boxeador.
- ¿Hubo alguna escena en particular que te resultara especialmente difícil de ilustrar? ¿Cómo abordaste ese desafío?
JI: El elefante en la habitación es que en este tebeo reflejamos una escena de abuso sexual. El problema a la hora de narrarla era hacerlo desde el punto de vista totalmente ambiguo del narrador: Dum Dum no duda en ningún momento que lo que está haciendo está bien. Al dibujarlo necesitaba que resultara una escena erótica, para que el lector sintiera la misma ambigüedad moral: el juicio debía hacerlo el lector al ver las imágenes contrastadas con la narración. Creo que conseguimos algo narrativamente interesante, ya que es una escena que ha salido en muchas conversaciones sobre el tebeo.
JM: ¿Qué partes de las memorias de Dum Dum Pacheco te resultaron más complicadas de adaptar al formato de novela gráfica?
Ahí coincido con Jaime. La escena del abuso y la del maltrato fueron la que más conflicto generaron. No tanto por nosotros mismo, sino por cómo iban a ser recibidas por los lectores. A veces, cuando tratas este tipo de cuestiones, tu subconsciente te somete a una autocensura estúpida, como si dejar de hablar de ciertos temas consiguiera hacerlos desaparecer. Eso no es así. Las cosas pasan y siguen pasando. Además, eran hechos que el mismo Pacheco nos cuenta en su biografía. Como he dicho antes, nos limitamos a reflejar la realidad sin hacer juicios de valor, de la manera más aséptica posible.
- Los lectores y la crítica han recibido «Dum Dum» muy positivamente. ¿Esperaban este nivel de recepción?
JM: Mentiría si dijera que desde el principio no flotaba en el ambiente esa sensación de estar haciendo algo importante, algo chulo. Luego, obviamente, siempre hay dudas. Y nunca sabes como va a reaccionar la gente a tu trabajo. Así que creo que hablo por los dos si digo que estamos encantado y algo sorprendidos con la fantástica acogida que ha tenido el tebeo.
- El realismo de tus dibujos parece captar la dureza de la vida de Dum Dum. ¿Te inspiraste en algún estilo o artista específico para lograr este enfoque?
JI: Para mí había varios referentes claros: Alex Toth, David Aja y Jorge Fornés. Pero también otros dibujantes como Jordi Bernet, Darwin Cooke o Hugo Pratt. De la incapacidad de imitar a todos estos titanes surge mi limitado estilo. Además, Ata no dejó de lanzarme páginas de todos estos referentes, para refrescar mis esfuerzos si alguna vez perdía un poco el norte de la coherencia estilística. El descubrimiento del pintor estadounidense George Wesley Bellows fue fundamental para entender gráficamente el boxeo.
- En cuanto al guion, ¿hubo alguna parte de la historia que tuvieras que omitir por extensión y que, de algún modo, eches en falta?
JM: El cómic funciona de manera complementaria al libro. Quiero decir que para formarte una imagen mucho más completa lo ideal el leer DUM DUM y MEAR SANGRE. El libro tiene anécdotas que tuve que eliminar en el cómic, y en el cómic se han añadido muchas cosas que no están en el libro. La vida de Dum Dum Pacheco es tan intensa que habría dado para hacer algo de la extensión de El Señor de los Anillos. Y claro, no era plan. Dicho esto, no hecho nada en falta. Creo que hemos contado lo que queríamos contar de la manera en la que lo queríamos contar.
- ¿Cuál creen que es el mensaje más importante que los lectores deberían llevarse después de leer «Dum Dum»?
JI: Creo que hemos intentado hacer una historia sin moraleja. Aparentemente puede ser un cómic sobre el determinismo material (la geografía, como decía James Ellroy, es el destino), pero incluso eso es una excusa del propio personaje para justificar sus acciones. Creo que hemos intentado transmitir una historia meramente humana.
JM: Jaime lo ha explicado a la perfección. Está claro que es mucho mejor guionista que yo.
- ¿Tienen algún proyecto futuro juntos que puedan adelantarnos?
JI: Ninguno por el momento.
JM: A finales de año espero sacar con mi sello editorial, Inuit, un cómic de ciencia ficción llamado Kaijuland, dibujado por Carlo Romero y con color de Marcos Abel. Y si todo va bien, el año que viene, también con Inuit, debería salir un cómic sobre el cáncer y las relaciones con tus padres llamado 200 de PSA dibujado por Vicente Benavent.