El Correo Gallego consagra su apostolado a favor de la mina de Touro entre un mar de críticas por manipulación informativa
El rotativo, en situación de quiebra técnica a nivel económico, acepta de buen grado el «aguinaldo» tardío de la filial de Atalaya Mining y Explotaciones Gallegas y los miles de euros por la colocación de una página completa de publicidad en el corazón de la edición dominical del diario el 16 de enero.
Este hecho, duramente criticado en redes sociales, pone colofón a un último año, el 2021, caracterizado por ocultar los reclamos vecinales de los colectivos contrarios al proyecto, promocionar únicamente a la asociación instrumental de la minera -Asociación Plataforma de Trabajadores Mineros Touro O Pino- y reproducir machaconamente y a menudo de manera exclusiva lo que nadie más publicaba: los contenidos distribuidos por la empresa Cobre San Rafael.
ÉTICA PERIODÍSTICA EN EL OLVIDO
A lo largo de los últimos meses, plataformas vecinales en lucha contra el polémico proyecto minero como Mina Touro O Pino Non y Cornado Mina Non han denunciado en reiteradas ocasiones el periodismo «de muy bajo nivel» de El Correo Gallego como «diario de cabecera de la minera» al ocultar el mayoritario rechazo social al proyecto y maximizar cualquier mensaje emitido por Cobre San Rafael y su asociación instrumental «por insignificante que este sea» olvidando al mismo tiempo el diario de manera intencional los más de 30 años que Explotaciones Gallegas, actual propietaria de los terrenos de la mina de Touro, lleva sin cumplir la Ley al permitir el desastre derivado de los drenajes ácidos que provienen de la antigua explotación, actuando así como «correa de transmisión» de los intereses de Atalaya Mining y su filial a través de «periodistas mercenarios» como Ana Pérez o Avelino Arca, pretendiendo imponer informativamente por dinero «un proyecto rechazado por la inmensa mayoría de la población».
Según recuerdan, El Correo Gallego está actualmente «en caída libre» en cuanto a número de lectores y ya no cuenta con distribución en las principales ciudades gallegas, dependiendo para sobrevivir de las subvenciones públicas, por lo que funciona como un «medio zombie» al servicio de la compra publicitaria por parte «del interés comercial de turno» en una suerte de «venta al mejor postor». Por eso califican de «vergonzosa muestra de censura» y «manipulación interesada» las actuaciones del diario en lo referente a la problemática socioambiental generada por la mina.