Mina de Touro: La historia in-de-terminable
¿Cómo es posible que casi cuarenta años después no se tenga resuelto sino agravado la situación y se les siga creyendo o sigan teniendo adeptos? Sencillamente podemos pensar que se ha permitido por parte de la Administración y el poder del dinero.

Touro, 21 de abril de 2025.- Hablar de la contaminación de los ríos y suelos de la mina de Touro con alguna Administración, que pensemos que tiene competencias, para encontrar responsables nos lleva siempre a la misma respuesta, buscar al culpable en otra puerta. Y como reza el dicho, “entre todos la mataron y ella solita se murió”.
El mayor daño que ocasionó la mina de Touro, que estuvo unos doce años en funcionamiento entre los años 70 y 80 del siglo pasado, se produjo en las aguas, al suelo y al aire; expropió, alrededor de unas 500 hectáreas, de campos de cultivo, montes de arbolado autóctono, terrenos de pasto y cultivo, en una zona rica en agua, con humedales, fuentes y ríos, bajo leyes franquistas que a día de hoy siguen vigentes, hablamos de la ley de minas y la ley de expropiación; así encontramos en la prensa de esa época anuncios del año 1984 de expropiaciones de tierras por parte de la mina, dos años después con la bajada del cobre iniciaría el proceso de cierre definitivo, pero non la restauración nin la devolución de las tierras, un ejemplo de lo que se puede volver a dar hoy, en pleno siglo XXI, con la misma ley vigente, si el proyecto de reapertura de la mina se aprobase. La concesión llega a 122 kilómetros cuadrados, equivalente a toda la extensión del ayuntamiento de Touro, y la empresa podrá ir aumentando los terrenos a expropiar “a la carta” según tenga interés en continuar, como así ya ha manifestado en varias ocaciones, su intención es ocupar toda la concesión, y una vez iniciado ir ampliando.
¿Cómo es posible que casi cuarenta años después no se tenga resuelto sino agravado la situación y se les siga creyendo o sigan teniendo adeptos? Sencillamente podemos pensar que se ha permitido por parte de la Administración y el poder del dinero.
Podemos pensar que la mercantil propietaria y la administración acordaron, negociaron o pactaron diferentes fórmulas que a ambas partes convinieran en cada momento, sin pensar realmente en la restauración ambiental, ni tan siquiera en exigir un plan de restauración, o incluso plantearse la posibilidad de la caducidad de una concesión minera sin actividad; simplemente dejando hacer, confiando en que la ley en este país va lenta y es cara, confiando siempre en que nunca pasará nada, y si pasa siempre compensará más pagar la multa, que será leve, compensando el beneficio económico que la mercantil y sus socios puedan obtener, que siempre se puedrán ver fórmulas para ello.
Si recogemos en imágenes el pasado contaminante de la mina de Touro hasta los actuales propietarios y la nueva sociedad instrumental con la que se quiere pretender, una vez más, disfrazar un terrible daño a las aguas de los ríos del entorno de la mina, podemos pensar que una vez más nos hacen creer que la reapertura de la mina para la extracción de cobre es la solución al problema y para ello se pone a disposición todo el “aparato” político, social, instrumental, necesaria evitando que se pueda llegar a ver la realidad que es que la mina no es la solución sino el problema; una mercantil, sin ningún tipo de interés por la comarca más allá que el de su propio beneficio y monopolio, sin ningún tipo de rubor ni respeto hacia las personas que habitan la zona, y con el consentimiento político ante la falsedad.
La última de las situaciones a la que asistimos en 2018 en el argumento de restauración ambiental en la línea de lo que vienen entendiendo desde hace 40 años, se hace un “esfuerzo” por parte de la Administración en reconocer que los ríos que salen del entorno de la mina están contaminados por drenaje de mina y se le “exige” a la empresa un proyecto que evite las surgencias al dominio público hidráulico; la tolerancia en el cumplimiento llega hasta 2024, en seis años se le da por bueno un proyecto de drenaje “temporal”, non definitivo, y con él una autorización de vertidos de aguas con metales pesados tratadas químicamente a un río que ya está dañado: la excusa perfecta para seguir vertiendo con autorización, paradójico y empezar a preparar el terreno para la futura reapertura de la mina. Y ahora? Pues ahora todo sigue igual, pero con autorización, una situación difícil de calificar, por no decir imposible.






