Alemania y Estados Unidos muestran sus crecientes diferencias en la visita de Pompeo a Berlín
La visita del jefe de la diplomacia estadounidense a Berlín muestra crecientes diferencias entre Estados Unidos y Alemania. Pompeo buscó presionar al gobierno alemán para asumir su agenda de sanciones económicas a China.
La visita a Berlín del secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, ha reflejado este viernes las crecientes diferencias entre dos socios tradicionalmente cercanos, que acumulan ahora desencuentros en comercio exterior, Irán, Huawei, Venezuela, la OTAN y la lucha contra el cambio climático.
Así, Pompeo advirtió a sus socios europeos de que cambiará su «conducta» con respecto a la información que comparte con ellos si no toman medidas contra el gigante tecnológico chino Huawei. Pompeo realizó estas declaraciones en una rueda de prensa en Berlín junto al ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, en la que se abordó la relación con China y las disputas que Washington mantiene con Pekín en el ámbito comercial.
«Tendremos que cambiar nuestra conducta porque no podemos permitir que información de ciudadanos particulares de EE. UU. o datos de seguridad nacional atraviesen redes que no percibimos como fiables», aseguró Pompeo.
«Valores occidentales»
La «estrategia» de EE. UU. es impedir que la información estadounidense acabe «en manos del Partido Comunista Chino», explicó Pompeo. El primer paso es asegurar sus redes nacionales; el segundo, instar a sus socios a que hagan lo mismo.
Se trata de «mitigar riesgos» de seguridad y, en el caso de Huawei la única forma de hacerlo es rompiendo relaciones con el gigante chino. La «tecnología del futuro», concluyó Pompeo, necesita «valores occidentales».
El acuerdo nuclear iraní
Asimismo, en la rueda de prensa que el representante estadounidense mantuvo con Maas, el ministro alemán buscó la conciliación cuando argumentó que Berlín y Washington tienen «los mismos objetivos» en la cuestión iraní, pues ambos quieren impedir que Teherán obtenga armas nucleares, aunque por «distintas vías».
Después de que EE. UU. abandonase el acuerdo nuclear iraní alegando incumplimientos y aplicase nuevas sanciones contra Teherán, Europa decidió mantener con vida el pacto pese a las dificultades. Sólo en «estrecha cooperación» se pueden solucionar los grandes problemas geopolíticos actuales, consideró el ministro alemán de Exteriores.
Pompeo dejó entrever las distintas aproximaciones de ambos a la crisis venezolana, pese a la apuesta final común por la vuelta de la democracia. No obstante, se centró en las diferencias en torno a la relación con Irán –sobre el que Estados Unidos quiere elevar la presión– y con el gigante tecnológico chino Huawei.
Por otra parte, Pompeo declaró su «preocupación» por el consejo de las autoridades alemanas a los judíos de no llevar la kipá, en un contexto de auge del antisemitismo.
El comisario del gobierno alemán encargado de temas de antisemitismo, Felix Klein, «aconsejó» el 25 de mayo a los judíos de Alemania que no lleven la kipá «en todas partes todo el tiempo» en ese país, por el alza del antisemitismo.
«Nos preocupa ver que se desanime a los judíos a llevar la kipá en público por razones de seguridad», reaccionó Pompeo. «Ninguno de nosotros debería echarse a un lado ante los prejuicios», agregó.
Merkel busca mantener un complejo equilibrio
La fotografía del mínimo que registran actualmente las relaciones bilaterales entre EE. UU. y Alemania se completa con una escena que se vivió la víspera de la visita de Pompeo. Fue en la universidad estadounidense de Harvard, donde Merkel fue investida doctora «honoris causa» y donde dirigió un discurso a los recién licenciados, en un viaje relámpago en el que no paró en Washington.
La canciller defendió de forma encendida la libertad, el multilateralismo y el libre comercio, criticó los «muros» que levanta la «ignorancia y la intolerancia», e instó a «no llamar verdades a las mentiras y mentiras a las verdades». Arrancó aplausos en el auditorio.
Merkel, quien hace un año reconoció que su país ya no se podía fiar totalmente de Estados Unidos, trata de mantener un complejo equilibrio entre el sostenimiento de la tradicional alianza alemana con Washington y el establecimiento de una estrategia propia –consensuada con los socios europeos– desde la fractura que ha supuesto la llegada al poder del presidente estadounidense, Donald Trump.