Álvaro Muñoz Guzmán / SINC •  Redacción / Agencias •  Internacional •  02/08/2020

Comienza la carrera internacional de vacunación contra Covid-19

 · Estados Unidos se encuentra inmersa en el programa de aceleración de la investigación médica y farmacológica Operación Warp Speed, mientras acusa a China de espionaje industrial.

 · Rusia, por su parte, anuncia una primera fase de vacunaciones masivas en octubre.

Comienza la carrera internacional de vacunación contra Covid-19

Hace 62 años, el ministro de Sanidad de la Unión Soviética Víktor Mijáilovich Zhdánov propuso a la entonces incipiente Organización Mundial de la Salud un revolucionario plan para erradicar la enfermedad de la viruela en el mundo. En aquella época, sucesivas epidemias de cepas de esta estigmatizante enfermadad, cada vez más agresivas, provocaban un promerdio de 50 millones de contagios y más de 8 millones de muertes al año. El plan, aprobado como Resolución WHA11.54, se antojaba en principio imposible pero, el esfuerzo solidario de los países integrantes de la OMS, junto a un refuerzo de la estrategia en 1967, esta vez abanderado por el epidemiólogo checoslovaco Karel Raška, logró reducir a la marginalidad la enfermedad en apenas 10 años, para suprimirla por completo a mediados de los ’70. El 8 de mayo de 1980, la OMS declaraba la enfermedad erradicada.

El ejemplo de la capacidad de la humanidad de enfrentarse a una gravísima enfermedad, un mal milenario que costaba millones de vidas al año, el heroico esfuerzo para superarla por completo gracias a la solidaridad, el altruismo y la cooperación entre naciones parece haber sido tomado como ejemplo por las potencias mundiales actuales… Para hacer lo opuesto.

Los Estados Unidos han iniciado una carrera en competencia contra China, Rusia y sus supuestos aliados de la Unión Europea para lograr contener la pandemia en exclusiva y así contar con una ventaja estratégica frente a los que considera sus competidores. La administración Trump, en su peregrina lógica de las relaciones internacionales, valora la crisis sanitaria global como una oportunidad para situarse en mejor posición que Rusia o China, rehuyendo de cualquier clase de cooperación internacional, tratando de desmantelar la Organización Mundial de la Salud y boicoteando los esfuerzos ajenos por desarrollar un programa de inmunización de la enfermedad del coronavirus. 

Uno de los episodios más críticos de esta política fue el causante del conflicto diplomático abierto con China, tras la detención de cuatro ciudadanos acusados de realizar espionaje industrial en el desarrollo de herramientas de control de la pandemia.

En este contexto, el gobierno de Trump ha impulsado la Operación Warp Speed (una referencia, paradójicamente a la humanista serie de ciencia ficción Star Trek), consistente en la financiación con miles de millones de dólares de laboratorios farmacológicos privados para contar con la futura vacuna en exclusiva. Así, esta misma semana ha anunciado el acuerdo con la multinacional farmacéutica Pfizer para contar con 100 millones de dosis de la vacuna, mientras también destina 2100 millones de dólares en inversión a las multinacionales francesa Sanofi y británica GSK, para contar con sus resultados de forma preferente.

Así mismo, los organismos institucionales de Washington han acompañado esta política de adquisición en exclusiva de recurso contra la pandemia, con una activa campaña de desprestigio contra los competidores directos. En un vergonzante abandono de sus funciones como máximo responsable de epidemiología del país para convertirse en portavoz de la propaganda de la administración Trump, el director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, Anthony Fauci, arremetía contra las investigaciones en Rusia y China asegurando que no contaban con seguridad. 

El «momento Sputnik»

Asumiendo la premisa planteada por el gobierno estadounidense de carrera por el desarrollo de una vacuna, Rusia se ha lanzado a una estrategia en solitario que ha llegado a ser calificada por el director del Fondo de Inversión Directa de Federación Rusa, Kirill Dmitriev, como un «momento Sputnik». Con su intencionada referencia a la carrera espacial, Dmitirev trataba de ensalzar la premura con la cual Moscú planea iniciar la estategia de inmunización contra el virus.

Las autoridades sanitarias rusas se muestran profundamente confiadas en la potencialidad de la vacuna desarrollada por el público Instituto de Investigación Científica de Epidemiología y Microbiología Gamaleya. Según adelantaba el ministro de Sanidad Mikhail Murashko, se planea comenzar la distribución de las dosis de vacunas a las regiones a medidados de este mes, para disponer en octubre de una campaña de vacunación masiva. 

«Planeamos una amplia vacunación para octubre debido a que necesitamos establecer un nuevo sistema de tratamiento gradualmente», indicó Murashko. Preguntado por los costes que podría suponer, el ministro apuntó que para alcanzar a todos la población debe ser por fuerza gratuita.

China prosigue con sus investigaciones

Mientras tanto, las autoridades chinas continúan impulsando sus investigaciones en distintos espacios de desarrollo. Desde mediados de mayo, el gobierno chino ha venido prometiendo a nivel global una cura que compartirá «universalmente». El ámbito de investigación más avanzado parece ser el desarrollo del laboratorio farmacológico Cansino Biologics. La vacuna desarrollada, ya en fase III de prueba, se está distribuyendo en Emiratos Árabes Unidos y zonas de Brasil, el segundo país más afectado por la pandemia tras los Estados Unidos.

Mientras las principales potencias del mundo avanzan en sus estrategias y apuestas fuertes, más de 150 laboratorios de todo el mundo continúan sus investigaciones por separado para alcanzar una vacuna operativa y eficaz contra el COVID-19. Incluso en España, como los esfuerzos realizados en el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC. 


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