Tensión e incertidumbre en la jornada previa a las elecciones presidenciales de Estados Unidos

A un día de la cita electoral más tensa y extraña de las últimas décadas, los Estados Unidos se encuentran sumidos en la tensión y la incertidumbre. El ingente volumen de voto por correo generado por la crisis sanitaria, parece el elemento central de estas elecciones. Hasta la fecha, más de 93 millones de personas han participado ya en la votación anticipada por correo o entregando las papeletas en persona, lo que representa más de la mitad de todos los votos emitidos durante los comicios de 2016. La mayoría de los que ya han votado optaron por los demócratas: un 45,6 %, frente al 30,3 % de los republicanos, si bien la información sobre la afiliación política de los votantes tampoco es facilitada por todos los estados.

Este menor porcentaje de republicanos no parece sorprendente, teniendo en cuenta las reiteradas declaraciones de Trump, que pone en duda la legitimidad de la votación temprana, lo que le ha llevado a tildar las elecciones de 2020 de antemano como «las más fraudulentas de la historia».

En estados como Texas, ya han votado más personas que en las elecciones que enfrentaron a Hillary Clinton y Donald Trump. Precisamente, en este estado, el Tribunal Supremo ha desestimado una demanda del Partido Republicano para que se invalidaran 127.000 votos emitidos por adelantado en la ciudad de Houston por haberse realizado en un formato que permitía a los ciudadanos votar desde el coche.

Temor a la reacción de Trump

Con las encuestas mostrando una ventaja de Biden de 10 puntos sobre el actual presidente, uno de los factores que más temor está generando en la opinión pública es la posible reacción de Donald Trump ante una eventual derrota. Algunos medios de comunicación y portales informativos apuntaban a la intención del presidente de declararse vencedor la misma noche de las elecciones, antes de que concluyan los recuentos oficiales. El plan buscaría apoyarse en los resultados preeliminares para posteriormente rechazar los resultados del voto por correo acusándolos de fraude.

Las declaraciones del propio círculo del presidente, que reclamaban conocer el resultado la misma noche electoral, así como su sistemático ataque durante la campaña al voto por correo, alimentan el temor a este escenario. Aunque en sus últimas declaraciones el presidente ha afirmado que esperará a que se cuenten los votos antes de reclamar la victoria.

Mientras, sus partidarios continúan aumentando la tensión en las calles. Las teorías de la conspiración y las movilizaciones del movimiento Boogaloo, los creyentes de QAnon y diversos colectivos de extrema derecha, acrecientan los temores de la población a un posible estallido tras una probable derrota de Trump.

Biden ataca a la gestión de la crisis

El aspirante demócrata a la Casa Blanca, por su parte, ha centrado sus últimos esfuerzos electorales en el denominado «Rust Belt» (cinturón de óxido), zona afectada durante las últimas décadas por la progresiva desindustrialización, y gran trampolín de la victoria de Donald Trump en el 2016.  Biden se ha centrado en las propuestas de índole económico, basadas en políticas de redistribución de la riqueza, aumento de la presión fiscal a las grandes fortunas e impulso público al empleo.

Rodeado de estrellas musicales que han manifestado su apoyo a la candidatura demócrata, Biden se encuentra cerrando la campaña en su Pensilvania natal, un estado indeciso, de los que deciden el resultado final de las elecciones con sus 20 votos electorales. El estado no es tan solo uno de los ejemplos de la zona desindustrializada que dió su apoyo a Trump hace cuatro años. Desde 1952, el resultado de este estado ha coincidido con el resultado final de las elecciones con tan solo tres excepciones.