Christian Zampini •  GettyImages •  Internacional •  05/04/2020

El coronavirus y las elecciones: problemas inesperados de la gestión del Covid-19 en Estados Unidos

Las medidas para frenar la expansión del Covid-19 en los Estados Unidos han incluido el aplazamiento o la suspensión de numerosos eventos y actividades. Con el crecimiento del número de contagios y las crecientes restricciones de movimiento, algunas voces comienzan a plantear la necesidad de cambiar la fecha a las elecciones presidenciales previstas para el 3 de noviembre, una operación mucho más difícil de lo que pueda parecer.

El coronavirus y las elecciones: problemas inesperados de la gestión del Covid-19 en Estados Unidos

La epidemia de la enfermedad del coronavirus se extiende por los Estados Unidos. Según los últimos datos arrojados oficiales, el país encabeza el número de casos diagnosticados con 321.020, y las muertes ya suman 9.109. Las iniciales reticencias del gobierno de Donald Trump a tomar medidas contundentes contra el estallido han dado paso a un creciente número de restricciones y el establecimiento de mecanismos de confinamiento. A los eventos deportivos, suspendidos ya en el mes de marzo, se han sucedido toda una lista de actividades y convocatorias, muchas previstas para dentro de varios meses.

Ante semejante panorama, comienzan a surgir voces que reclaman y solicitan el aplazamiento de las elecciones presidenciales, previstas para el 3 de noviembre de este año, en las cuales Donald Trump tendría que hacer frente a un candidato demócrata por determinar para obtener su reelección o bien ser desalojado de la Casa Blanca. Las primarias del Partido Demócrata, aún por concluir y cuya Convención Nacional ya ha sido pospuesta de julio a agosto ante la imposibilidad de realizar las convocatorias nominativas en varios estados, son de hecho uno de los motivos que hace plantear la necesidad de aplazamiento de las elecciones.

Sin embargo, dicho aplazamiento, a priori sencillo visto desde el exterior, puede resultar mucho más complicado de lo que aparenta.

A diferencia de otros países, los Estados Unidos cuentan con una fecha fija para la celebración de sus comicios. Dicha fecha, fue establecida por ley en 1843 y empleada por primera vez en las elecciones presidenciales de 1848, que enfrentaron al candidato del ‘Partido Whig’ Zachary Taylor contra el demócrata Lewis Cass, con una tercera candidatura antiesclavista simbólica encabezada por el entonces ex presidente Martin Van Buren. El martes de la primera semana completa de noviembre o, a tenor literal, «el martes después del primer lunes de noviembre».

La elección de esta fecha respondía a varios motivos. El primero de ellos, la cosecha (tal cual suena). Según plantearon los primeros representantes de los estados componentes de la Unión en el año 1792, las elecciones debían celebrarse necesariamente entre el final del periodo de recolección, a finales de octubre, para permitir a los agricultores acudir a votar, y las primeras nevadas que aislaban a unos estados de otros.

Con la llegada del telégrafo, que permitía una comunicación instantánea entre el extenso territorio de los 30 estados que existían en aquella época, los representantes en el Congreso plantearon que era necesario establecer una fecha fija para todos los estados y que, de esta manera, el resultado de unos no influyese en los votos de otro. El día de la semana escogido fue el martes por ser el día central de la semana (en el formato anglosajón se considera que la semana comienza el domingo). Y el día del mes, el más alejado posible de las nevadas pero garantizando que se había completado la recolección. De esta forma fue establecido el Día de las Elecciones (Election Day).

Aunque los motivos hayan quedado completamente superados por la forma de vida actual, la tradición cuenta con un peso muy elevado en los procesos institucionales del país con la constitución más longeva del planeta. No en vano, desde aquellas elecciones, hace 172 años, ninguna elección presidencial ha tenido lugar en una fecha que no correspondiese con el Día de las Elecciones. La Guerra Civil, el cólera, la gripe española o la II Guerra Mundial no causaron un aplazamiento, suspensión o demora de la fecha electoral, que continuó celebrándose el martes después del primer lunes del año electoral.

Con esta premisa, a pesar de tratarse de una convención humana con unos motivos prácticos de muy limitada implantación actual, resulta difícil imaginar el establecimiento de otra fecha para las elecciones. En este sentido, el propio presidente Donald Trump rechazó categóricamente en una rueda de prensa celebrada el viernes, la posibilidad de aplazarlas. Muchas otras voces cuestionan también el impacto emocional que tendría «en la moral del país» su aplazamiento.

En cualquiera de los casos, con siete meses de margen quizá aún haya tiempo de recomponer los procesos de elección y celebrar los comicios, tal y como dicta la tradición. De momento, solo cabe esperar.


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