Lula: Un año de lucha por su libertad
Movimientos sociales, partidos políticos, activistas de los derechos humanos e intelectuales del mundo reclaman la liberación de Lula y denuncian el carácter político de la persecución judicial en su contra.
Mientras movimientos sociales, partidos políticos, activistas de los derechos humanos e intelectuales del mundo reclaman su liberación y denuncian el carácter político de la persecución judicial en su contra, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) permanece privado de sus derechos civiles impedido de conceder entrevistas a la prensa en una estrategia que busca acallar su voz mientras la ultraderecha avanza en un programa de feroz ajuste económico.
El exmandatario que logró sacar de la pobreza a más de 30 millones de ciudadanos y se convirtió en un líder de alcance continental, fue arbitrariamente excluido del último proceso electoral donde todas las encuestas daban cuenta de su alto nivel de popularidad e indicaban que superaba a cualquier candidato en diferentes escenarios.
La maniobra urdida por el entonces juez al frente de la megacausa Lava Jato, Sérgio Moro, quien ahora integra el gabinete del presidente Jair Bolsonaro, impidió a Lula la posibilidad de participar en los comicios a último momento obligando al PT a buscar una candidatura presidencial a solo semanas del comienzo de la campaña electoral, lo que allanó el camino para la llegada de la extrema derecha al Palacio de Planalto.
Desde entonces, la defensa legal de Lula ha intentado infructuosamente decenas de recursos y apelaciones en distintas instancias, todas rechazadas por un sistema judicial, que con honrosas excepciones, ha dejado ver su parcialidad en favor del proyecto derechista.
Incontables eventos, vigilias, multitudinarias manifestaciones, conciertos y pronunciamientos de expresidentes de la región, el papa Francisco y reconocidas personalidades del mundo, no han logrado hasta el momento revertir la prisión política de Lula.
Más de 400 juristas brasileños encuadrados en la Asociación de Jueces para la Democracia de Brasil, abogan por la libertad del expresidente, que señalan es «víctima de injusticia y violencia practicada por el Estado, al haber sido condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero en un juicio parcial y sin pruebas».
Propuesto por el activista argentino Adolfo Pérez Esquivel como candidato al Premio Nobel de la Paz, la postulación de Lula reunió más de 600 mil firmas y fue confirmada cumpliendo con todos los requisitos. Entre los fundamentos de la candidatura destacan el haber reducido la tasa de desempleo cerca del 50 por ciento, haber fomentado la creación de 15 millones de empleos y la implementación de programas de educación y salud pública que elevaron el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Brasil.
La Federación Americana del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO), la mayor central sindical de Estados Unidos y Canadá, otorgó en ausencia al líder brasilero un premio en reconocimiento a su lucha en favor de los derechos humanos. «La AFL-CIO reconoce la lucha de décadas de Lula para avanzar en los derechos de los trabajadores, el fortalecimiento de la democracia brasileña, y su lucha por una mayor igualdad y la justicia en el mundo», indicó la central obrera.
«Lula es una causa, no es un hombre. Está construyendo un mito, y contra los mitos no se puede luchar», afirmó el exmandatario de Uruguay y referente de la izquierda latinoamericana, José «Pepe» Mujica.