“La mujer palestina sufre la violencia de la ocupación y el patriarcado”
El informe de 2016 de la asociación de derechos humanos Adameer (“Vidas ocupadas: encarcelamiento de mujeres y niñas palestinas”) señala que, desde el inicio de la ocupación en 1967, las fuerzas israelíes han detenido y arrestado más de 10.000 mujeres palestinas, sobre todo en las calles, puestos de control militar o durante redadas nocturnas (106 mujeres y niñas detenidas en 2015, un 60% más que en 2014).
¿Cómo afectará la elección de Donald Trump al pueblo palestino? Después de las elecciones celebradas el pasado ocho de noviembre, el Canal 2 de la Televisión Israelí anunció que se ultima la construcción de 500 casas en la colonia de Ramat Shlomo, en los territorios ocupados de Jerusalén Este. “No hay diferencia entre Republicanos y Demócratas, sólo que estos se manifiestan con un lenguaje menos duro”, responde Hanan Blaidi Salman, directora del Palestinian Women Developing Center. La activista ha participado en las jornadas de solidaridad internacionalista organizadas por el BDS-País Valencià, en el Centro Social Okupado y Anarquista L’Horta de Benimaclet (Valencia). Según Naciones Unidas, entre enero y noviembre de 2016 al menos un centenar de palestinos, entre ellos una veintena de niños, murieron en Cisjordania y Gaza a manos de las fuerzas de seguridad israelíes. El número de heridos superaría los 3.200.
La ONG Palestinian Women Developing Center tiene su sede en la ciudad de Tulkarem (Cisjordania), cerca de Nablus y Yenín. Trabaja por la emancipación de las mujeres palestinas en dos frentes: contra la violencia machista y patriarcal; y respondiendo a la ocupación y los procesos de colonización perpetrados por el Estado de Israel. La ONG comenzó su actividad en 2002, cuando por orden del primer Ministro, Ariel Sharon, se inició la construcción del llamado Muro del “apartheid”. “Se talaron olivos centenarios y milenarios”, cuenta Hanan Blaidi Salman, quien ha coordinado desde los años 90 diferentes organizaciones. El primer objetivo fue apoyar a las mujeres que vivían en los pueblos afectados por la construcción del Muro, construido “para robar las tierras del pueblo palestino, no para la seguridad del Estado de Israel”. La consecuencia fue que para visitar a los hijos que residían en otro municipio, las familias tenían que dar una vuelta mucho más larga o atravesar puestos de control que se abrían y cerraban a determinadas horas. “Llegaron colectivos de solidaridad internacionalista, pero todo eso a Israel le da igual”.
La ONG continúa hoy ayudando a cubrir las necesidades de las mujeres en los pueblos y campos de refugiados. Trabaja además con otras organizaciones femeninas en el norte de Cisjordania. La Oficina Central Palestina de Estadística señala que si bien las mujeres representan en torno al 50% de la población de los territorios ocupados, sólo participan en el 19% de la fuerza de trabajo. En 2005 dedicaron muchas energías a fomentar la participación femenina en las segundas elecciones presidenciales, poco después de la muerte de Arafat, en las que Mahmoud Abbas, de Fatah, venció con el 62,5% de los votos. “Se trata de que todas las mujeres conozcan sus derechos”, afirma Hanan Blaidi Salman.
También se dedican a la tarea de denuncia, por ejemplo sobre las muertes en los checkpoint israelíes. A primeros de junio Ansar Hussam Harasha, de 25 años y madre de dos hijos, fue asesinada a tiros en un puesto de control militar al este de Tulkarem, cerca de la aldea de Anabta. Veinte días después, una joven palestina de 18 años murió por los disparos del ejército israelí después que su vehículo chocara contra otro automóvil, que se hallaba estacionado. Los hechos se produjeron cerca del asentamiento de Kiryat Arba, en Hebrón. La Agencia Ma’an da cuenta de una ristra de casos, entre otros, el de una mujer palestina liquidada por un policía de fronteras cerca del puesto de control militar de Ras Biddu (norte de Jerusalén Este) el 23 de mayo. Las fuentes oficiales de Israel alegan que la policía y el ejército responden a ataques previos.
“Los militares israelíes llegan y arrancan las tiendas en los campamentos de refugiados”, señala Hanan Blaidi Salman. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) informa que entre septiembre y octubre de 2016 las autoridades israelíes confiscaron, demolieron o forzaron a la población palestina a destruir 155 estructuras en Cisjordania, lo que supuso el desplazamiento de 240 personas (la mitad de ellos niños). El número de estructuras atacadas entre enero y noviembre de 2016, según OCHA, fue un 80% superior al del año anterior. Además, la tasa de demoliciones de 2016 es la más elevada desde que la agencia de la ONU inició los registros, en 2009. Las organizaciones feministas coinciden en que el patriarcado y la violencia machista son una realidad en Oriente Medio, también en Palestina. “Normalmente el hombre tiene todas las posibilidades, mientras la mujer se queda en casa”, critica la activista. A esto se añade el caso de las jóvenes menores de 16 años obligadas a casarse, para que permanezcan en el hogar. La cuota de mujeres parlamentarias se establece actualmente en el 20%, y el objetivo es aumentarla hasta el 30%. “Pero muchas veces incluso hay que reforzar la formación de las parlamentarias electas”, destaca Hanan Blaidi Salman.
En el día a día, el Palestinian Women Developing Center se centra en los pequeños proyectos para el sostenimiento de las familias, la formación profesional, trabajos de comercio, administración “y cualquier cosa con la que se puedan sacar un poco de dinero”. Se forma a las mujeres para que rompan con los esquemas patriarcales. Hay numerosos ejemplos. Cuando el dinero escasea, destaca Hanan Blaidi Salman, “se prefiere que sea el hombre quien curse estudios superiores, pues la mujer seguramente acabará en la cocina; o si una mujer queda encinta, se prefiere que el hijo sea un varón”. El resumen final ofrece oscuros y algunos claros: “el hombre no realiza tareas en casa; en algunos pueblos a la mujer ni si siquiera se le llama por su nombre, pero la situación en general ha mejorado; hemos llegado al parlamento y a tener ministras, aunque en la primera línea de la política siempre haya hombres”. Otro punto que se denuncia es la situación en la que quedan muchas mujeres tras un divorcio; o las posibilidades que tiene el hijo varón, ante el reparto de una herencia, de señalar a su hermana -por cualquier motivo- para quedarse con todo el legado. Además, “en Palestina hay movimientos islamistas que todavía quieren empeorar la situación”.
Al machismo doméstico se le superpone la violencia estructural, la generada por la ocupación. Se da la circunstancia de mujeres que se ven obligadas a parir en los Checkpoint israelíes, pues no se les concede el permiso para asistir a los hospitales. Según el Ministerio de Salud palestino, entre 2000 y 2007 el 10% de las mujeres tuvieron que dar a luz en un puesto de control. Al menos 35 bebés y cinco mujeres palestinas murieron en este periodo. El pasado 27 de abril una mujer embarazada, Maram Abu Ismail, de 23 años y su hermano Ibrahim, de 16, fallecieron por los disparos de un oficial de seguridad privada israelí en el checkpoint de Qalandiya, cerca de Ramallah.
Cada vez más hay más mujeres que pierden el miedo a hablar de la discriminación en las familias y las agresiones domésticas (de padres a hijos o de hermanos a hermanas). “Esto se percibe en los talleres de la asociación”, subraya Hanan Blaidi Salman. “Al principio muchas se negaban a venir”. Perseveran en las reuniones con jóvenes de la Universidad porque es más fácil un cambio (de ideas) en ellas que en sus madres, también trabajan en las escuelas y con niñas muy pequeñas. La labor formativa se extiende a los pueblos y los campos de refugiados, para que las mujeres conozcan sus derechos y denuncien la violencia machista. Aunque “para Israel no hay diferencias entre un hombre, una mujer y una niña”, apunta Hanan Blaidi Salman. “A un bebé palestino lo consideran un enemigo”. También a los voluntarios internacionalistas, como la estadounidense Rachel Corrie, arrasada por un buldócer militar israelí en marzo de 2003, cuando se oponía a la demolición de viviendas en Rafah (Gaza). En marzo de 2015 el Tribunal Supremo de Israel exoneró al ejército de responsabilidades en esta muerte.
El informe de 2016 de la asociación de derechos humanos Adameer (“Vidas ocupadas: encarcelamiento de mujeres y niñas palestinas”) señala que, desde el inicio de la ocupación en 1967, las fuerzas israelíes han detenido y arrestado más de 10.000 mujeres palestinas, sobre todo en las calles, puestos de control militar o durante redadas nocturnas (106 mujeres y niñas detenidas en 2015, un 60% más que en 2014). Actualmente hay unas 60 mujeres presas en cárceles y centros de detención, según el informe. El encierro afecta seriamente a la salud mental de las detenidas, por lo que asociaciones como Palestinian Women Developing Center les facilitan apoyo y formación. Hanan Blaidi Salman pone el ejemplo de una muchacha de 13 años, que ha pasado seis meses presa en las cárceles del Estado de Israel y a la que han prestado ayuda. “Hay gente en la cárcel sin cargos y detenida sin una denuncia previa, también se han producido huelgas de hambre; en ocasiones los presos salen tan mal de la cárcel, que se mueren…”. Otro frente es el jurídico, ya que el peso de las leyes israelíes cae con toda su fuerza. En julio de 2015 el Knéset (parlamento) aprobó una ley por la que se establecen penas entre 10 y 20 años de cárcel para quienes arrojen piedras a las fuerzas de seguridad israelíes, o participen en altercados. Y actualmente se halla en la palestra otra ley, que restringe las llamadas a la oración desde las mezquitas de los territorios ocupados.