Operador del golpe contra Zelaya en Honduras busca replicar ese formato en Venezuela
En un artículo presentado por Jose R. Cárdenas, jefe de la USAID para América Latina durante el mandato de George W. Bush, en la revista Foreing Policy (FP), expone la apremiante necesidad de avanzar en las agresiones contra la nación venezolana mediante un golpe de Estado militar.
Haciendo un ejercicio mínimo de reflexión sobre las recientes acciones injerencistas, poco exitosas en el marco de la Asamblea General de la OEA, del gobierno estadounidense y contra el país, el artículo publicado en la famosa revista FP sugiere que es inaplazable utilizar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para sacar al chavismo del poder y lograr el retorno a la democracia, por supuesto, a imagen y semajanza de Washington. “Estados Unidos y sus aliados deben sentar las bases para que las partes restantes del gobierno venezolano que no están en deuda con Maduro le quiten la elección de sus manos”, reza la publicación.
Rechazando toda labor de acercamiento entre los dos países, una posibilidad que viene manejando la diplomacia venezolana con estructuras de la Administración Trump y aprovechando las constantes contradicciones internas en su gestión, Cárdenas plantea que ningún canal de diálogo resolverá la crisis en Venezuela y que es precisamente el ejército venezolano “la única institución capaz de instigar una verdadera transición política en Venezuela”, en una clara insinuación a la carta de golpe militar que manejan los operadores de la guerra contra Venezuela en paralelo a las presiones económicas y mediáticas en torno a la “crisis humanitaria”.
La sentencia no proviene de cualquier opinador en el campo de las relaciones internacionales, sino de un actor político que ha participado en operaciones de desestabilización contra países latinoamericanos y que forma parte de la institución adjunta del Departamento de Estado de EEUU que se encarga de financiar a ONG alineadas a su política exterior. Específicamente, José Cárdenas dirigía la USAID en América Latina, organismo con largo expediente de financiamiento a estructuras desestabilizadoras en Venezuela y la región, cuando esta actuó en el golpe de Estado contra el presidente hondureño Manuel Zelaya.
Participó activamente en las preparaciones del escenario que en 2009 propició el derrocamiento. Además de su tarea de propaganda en la misma revista FP, deslegitimando al gobierno de Zelaya y apoyando la conspiración militar, en un parecido nada casual con la campaña tomada ahora en Venezuela, Cárdenas financió a través de supuestos programas de desarrollo y con un presupuesto de 39,2 millones de dólares a organizaciones que protagonizaron los antecedentes para la intervención militar.
Otros 15 millones de dólares fueron destinados a la industria privada nacional, que financió a la Asociación Hondureña de Maquiladores, una fachada para que Visión América, firma a la que estaba asociado Cárdenas, prestara apoyo al sector golpista liderado por Roberto Micheletti.
Además, del dinero otorgado, 2 millones correspondía a la “Ayuda Militar y de Seguridad” que incluía la “preparación y entrenamiento de militares, al igual que el financiamiento de algunas actividades” teniendo en cuenta que el Pentágono también tuvo participación directa en la alteración de las fuerzas armadas hondureñas.
Ligado profundamente al lobby político del Sur de la Florida, Cárdenas fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en el periodo de Bush hijo y defensor de su método de “ataques preventivos” como política exterior. También figuró en 2017 como posible asesor de Donald Trump, siendo una fuente de consulta del presidente norteamericano sobre asuntos de América Latina.
Es fácil discernir que la “opinión” de Cárdenas expresa un curso de acciones en proceso para alterar la unión cívico-militar venezolana, utilizando el contexto económico nacional auspiciado por los operados financieros internacionales y sus repercusiones en asuntos tan sensibles como la distribución de alimentos y la adquisición de insumos médicos, como argumento para captar mandos oficiales dentro de la FANB.
El llamado de Cárdenas a “rescatar a su país del abismo, mantener el orden constitucional, cumplir sus juramentos de defender la vida de todos los venezolanos y abrir un camino a la reconstrucción política, económica y social de su país”, no sólo está acompañado por una insistente campaña de operaciones psicológicas que buscan desmoralizar a la FANB, sino también por un conjunto de acciones que desde la revolución de color violenta del año pasado, hasta la fecha, han intento infiltrar el estamento militar para quebrar su línea de mando y orientación estratégica a favor de los intereses nacionales de la República.
En ese sentido, el presidente Nicolás Maduro, desde el mismo momento de su proclamación, ha hecho denuncias de actividades conspirativas de grupos militares que han sido arrestados y que tienen como núcleo financiador a la embajada de Estados Unidos en Venezuela. La expulsión del encargado de negocios, Todd Robinson, justamente, apunta a la neutralización de estos focos puntuales dirigidos a fabricar “levantamientos militares”.
La maniobra para impulsar la ejecución de un golpe de Estado militar tuvo, en su momento, al ex secretario de Estado, Rex Tillerson, como principal incitador. Durante su gira por Latinoamérica a principios de este año, hizo un llamado abierto a la FANB para derrocar al presidente Maduro, respaldado por Marco Rubio en una publicación desesperada en su cuenta de Twitter donde afirmaba que apoyarían un golpe de Estado “mediante la eliminación de un dictador”.
Esta declaración luego sería respaldada abiertamente por Todd Robinson, reafirmando que no se trataba de una propuesta lanzada al aire, sino de una agenda apoyada por la diplomacia estadounidense y auspiciada por quienes, desde el Congreso, caso Marco Rubio e Ileana Ros, han hecho de las sanciones contra Venezuela una práctica recurrente.
En tal sentido, el publicitado golpe militar sería la mutación lógica de “La Salida” de 2014 y de la revolución de color de 2017, según el cálculo de estos portavoces del lobby antivenezolano.
El frente internacional contra Venezuela, en continuo movimiento, avanza en operaciones psicológicas y comunicacionales para intentar fracturar a la FANB, en vista de que el uso de la vía diplomática (la OEA), y política (la reelección de Nicolás), no han resultado ser exitosas.
Las súplicas de Cárdenas para seducir a miembros de la FANB, dirigidas políticamente a intentar romper la base militar del Estado venezolano, ilustran el agotamiento en cuanto a la aplicación de recursos políticos contra el país y expone la incompetencia de la administración norteamericana para concretar las acciones que conlleven a un cambio de gobierno en el corto plazo.