La Revolución que salvó a Cuba volvió a entrar a La Habana: “Ahora tenemos que salvarla todos”
Ocho de enero de 2019. En la Ciudad Libertad, la tribuna está engalanada. Al frente, en una pantalla gigante, el Mensajero de Ochún que José Agraz eternizó en aquella foto de 1959, cuando el pueblo vio una blanca paloma blanca posarse sobre el hombro izquierdo del jefe de los barbudos.
Entonces creyeron que el Comandante los ampararía por siempre, al advertir su carácter y dominio de sí. Depositaron en él su fe; en sus manos, el destino. Pero sin tapujos, aquella noche mítica, Fidel les dijo: “La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”. Esta vez sí había llegado la Revolución.
Sesenta años han pasado y a La Habana vuelve a entrar la Caravana, triunfal y rejuvenecida. Rebeldes con trajes de olivo, jóvenes, niños llenos de sonrisas asaltan el patio central del cuartel convertido en escuela. Miguel Díaz-Canel Bermúdez y José Ramón Machado Ventura presiden el acto que conmemora aquel día de enero, el pueblo también.
La voz de Fidel se apodera de los altavoces, de la gente. Trae un relativo silencio, roto tan solo por los compases del Himno cantado a voces. Cientos, miles de habaneros. Todos alineados en ligeras sillas llenan el patio central. Algunos de pie.
Cuba sigue el canto y la poesía frente a los televisores. La capital celebra la Revolución de los barbudos. El primer secretario del Partido en la provincia, Luis Antonio Torres Iríbar, señala: “Habíamos vencido. La entrada triunfante de Fidel a La Habana simboliza desde hace 60 años el júbilo, la esperanza en el rostro de generaciones sumidas en el oprobio y el compromiso con la naciente Revolución”.
“Emocionan las canciones, la música y las imágenes. Emociona el presente”, dice Torres Iríbar en las palabras centrales del acto.
Recuerda que todos querían conocer a quienes hicieron realidad el sueño de millones de cubanos: “Los barbudos cumplieron con la historia, con el pueblo y los héroes, con los combatientes que habían desembarcado en el yate Granma —dos años, un mes y seis días antes—, caídos en días de guerra. Perpetuar su legado, enriquecer su obra es el mejor regalo que podemos hacer los cubanos agradecidos”, asegura.
El primer secretario del PCC en La Habana resalta que “el Comandante inauguró una nueva forma de contacto con la gente, con el pueblo, la forma de la verdad. Ha sido difícil hacer la Revolución, pero este pueblo tenaz se mantiene firme en la actualización de un modelo económico que implique sostenibilidad y progreso, ese es el camino de nuestro Socialismo”.
Habla de los pilares que sostienen una Revolución victoriosa: “Unidad y dirección colectiva”. Fidel lo decía el 8 de enero de 1959 en Columbia liberada, cuando habló con la gente que insistía en estrechar su mano, en abrazarlo, tenerlo bien cerca del pecho:
“Más que el pueblo no puede ningún general; más que el pueblo no puede ningún ejército. Si a mí me preguntaran qué tropa prefiero mandar, yo diría: Prefiero mandar al pueblo, porque el pueblo es invencible. Y el pueblo fue quien ganó esta guerra (…). Esta guerra no la ganó nadie más que el pueblo”.
Miles recibieron en La Habana a una caravana de historia y generaciones
La Caravana de la Libertad ingresó este martes a La Habana, procedente de Mayabeque, pocos minutos después de las 11:00 a.m., en medio de las notas de la canción Cuba qué linda es Cuba que cantaban quienes la esperaban, y que también entonaban los versos de Byrne -“Si deshecha en menudos pedazos, llega a ser mi bandera algún día”…
Allí, cerca del encuentro entre las dos provincias, en la unidad empresarial de base Julio Antonio Mella, recibieron las banderas los habaneros que reeditarían el tramo final del histórico recorrido iniciado el 2 de enero en Santiago de Cuba.
Niños y jóvenes destacados, y combatientes de la lucha insurreccional comenzaron el camino de los cerca de 40 kilómetros que quedaban a la caravana hasta la Ciudad Libertad, antiguo cuartel de Columbia.
Desde ese momento, miles de habaneros saludaron a los caravanistas a lo largo del trayecto, en Cuatro Caminos y en El Cotorro.
En El Cotorro se celebró el acto provincial para conmemorar el aniversario 60 de la llegada de la Caravana a La Habana. El lugar fue la cervecería Guido Pérez, uno de los sitios donde Fidel y el resto de los caravanistas se detuvieron el 8 de enero de 1959 para encontrarse con el pueblo.
Entre los oradores estuvo uno de aquellos jóvenes rebeldes que llegaron a la capital cubana como héroes, Astenio Néstor Sosa Rosabal, quien afirmó que “a los que hemos transitado por estos 60 años nos queda la satisfacción de que las nuevas generaciones han adquirido el conocimiento de la historia y son protagonistas de su tiempo”.
Los caravanistas depositaron una ofrenda floral en la tarja que recuerda a los mártires del 9 de abril, en el parque que lleva por nombre esa fecha.
Entre vivas a Fidel y a Raúl, al Ejército Rebelde y a la Revolución, a los jóvenes y a Cuba continuó la caravana su camino por San Francisco de Paula, a lo largo de la Calzada de Güines y hasta la Virgen del Camino. Miles de personas a ambos lados de la vía, miles de banderas azules y rojas, fotos de Fidel y el Che, de Raúl, móviles que grababan imágenes del momento, otra vez la multitudinaria bienvenida a los caravanistas.
A una señora la sostenían sus familiares en la acerca porque quiso dejar su sillón y llegar hasta allí a saludar. Otra lo hacía desde una terraza, bajo el fuerte sol y apoyándose en un bastón. Padres cargaban a sus niños pequeños, o los llevaban en coche, para que vieran el paso de la caravana, en la que otros niños gritaban “Así es Cuba”, “Felicidades, cubanos”, “Sí se puede”, “Somos Fidel”, reían y agitaban pequeñas banderas cubanas.
En la Avenida del Puerto, frente al antiguo Estado Mayor de la Marina de Guerra, donde Fidel volvió a abordar el yate Granma aquel 8 de enero, hizo otra parada la caravana, antes de llegar al antiguo Palacio Presidencial.
Miles de personas esperaban a la caravana frente al Palacio, donde sobresalía una fuerte representación de las mujeres cubanas con pancartas de la FMC. Allí, los combatientes rebeldes, entre quienes estaba la General de Brigada de la Reserva Delsa Esther (Teté) Puebla, Heroína de la República de Cuba, compartieron con quienes se habían reunido para recibirlos.
Muchos se tomaron fotos con ellos, y conversaron, no solo cubanos. Decenas de turistas se acercaron y también compartieron con los soldados rebeldes.
Tras el breve acto en el Palacio Presidencial la caravana tomó el Malecón y siguió su paso por la capital cubana. Nuevamente miles de personas estaban a ambos lados de la vía, y también muchos saludaban desde balcones.
Tras otra parada para un acto de recibimiento a la altura del Instituto Cubano de Radio y Televisión, en la Avenida 23, la Caravana de la Libertad emprendió, ya en la tarde, el último trecho del camino hasta lo que en aquel enero de 1959 dejó de ser cuartel de una fuerza antipopular y que poco después se convertiría en ciudad escolar, donde aquel 8 de enero el pueblo esperaba a Fidel y los barbudos.
Astenio volvió a entrar con los rebeldes, 60 años después
Uno de aquellos soldados rebeldes que entró a La Habana con Fidel el 8 de enero de 1959 habló este martes ante el pueblo en la cervecería Guido Pérez, en El Cotorro.
Poco después, cuando se dirigía de regreso a ocupar su puesto en la Caravana, porque todo era cronometrado y no podía perderse tiempo, Cubadebate pudo conversar unos momentos con Astenio Néstor Sosa Rosabal.
Tenía 19 cuando llegó a La Habana con la Caravana entre aquel ejército de tantos obreros y campesinos, luego de estar más de un año en la Sierra Maestra. Hoy tiene 80.
“Todos los que estamos aquí somos de la Columna 1”, dice, y recuerda que en 1959 el camino para entrar a El Cotorro estaba bordeado por esos grandes árboles que se ven hoy, “pero había más, y eran más chiquitos”.
En sus palabras durante el acto en la Guido Pérez, en El Cotorro, Astenio dijo: “A los que hemos transitado por estos 60 años nos queda la satisfacción de que las nuevas generaciones han adquirido el conocimiento de la historia y son protagonistas de su tiempo”.
Camina y habla como si los años no pesaran. Nos pide la foto que le hemos hecho y le preguntamos si tiene correo electrónico, pero no, no tiene. Entonces le prometemos que se la vamos a llevar a su casa, y le deseamos que siga manteniendo tanta vitalidad.
Astenio pasó por la Sierra, por Playa Girón y el Escambray, y por África. Tanta historia se le ve en tantas medallas en su pecho.
“Esta revolución salvó a Cuba” -afirma-. “Ahora tenemos que salvarla todos”.