Un extraño Día de la Victoria: 75 aniversario del final de la II Guerra Mundial

El 9 de mayo de 1945 Europa amanecía sin guerra por primera vez en más de cinco años. Por primera vez en mucho tiempo, ningún rincón de Europa presentaba con combates ni bombardeos. El primer día que los soviéticos o ingleses podían salir a la calle sin temor a la caída de un V-2 o el bombardeo de un Messerschmitt. El primer día que los italianos o yugoslavos contaban con la garantía de que no existiría una contraofensiva fascista. La primera ocasión en la que el continente parecía estar en paz.

Hoy se cumplen 75 años del final de la II Guerra Mundial en su teatro europeo, la contienda más sangrienta y terrible de la historia de la humanidad, con decenas de millones de víctimas mortales la mayor parte, la mayor parte civiles, tan solo en Europa. Una fecha conmemorada tradicionalmente como el Día de la Victoria, adquiriendo, en muchos casos, visos de evento fundacional del país. La rendición incondicional suscrita por el mariscal Wilhelm Keitel frente a Zhukov en la noche del 8 de mayo daba paso a una nueva realidad geopolítica y social que marcaría el devenir de la segunda mitad del siglo XX.

Quizá por ser el 75, una de esas cifras redondas en las cuales las conmemoraciones ya de por sí importantes adquieren aún más peso, este año Rusia o Reino Unido preveían un nivel de detalle especial. Tres cuartos de siglo, tres generaciones que han nacido y vivido tras el final de la guerra. Que no han conocido de primera mano aquel conflicto. En un momento histórico en el que la demagogia, el racismo, el odio y la exaltación irracional e infantiloide del individualismo vuelve a ocupar, lamentablemente, una parte destacada de la actualidad política, parece importante recordar con especial énfasis la última vez que se tuvo que detener con todos los medios posibles al alcance.

Sin embargo la historia es caprichosa, y una nueva crisis de una naturaleza completamente distinta, una pandemia de niveles no vistos desde hace un siglo, ha venido a impedir la conmemoración tal y como se deseaba. Londres o Moscú, engalanadas pero silenciosas, no pueden albergar los eventos públicos de celebración de la victoria militar total contra el nazi-fascismo.

Putin felicita a los veteranos y a todos los rusos

Como se ha tornado tradicional en esta fecha, el presidente Vladimir Putin, responsable de la reincorporación de las celebraciones al calendario ruso tras su supresión por el infausto Boris Yeltsin, ha felicitado a los veteranos que sobreviven y a toda la población rusa en la conmemoración de la victoria que fue soviética y ahora hacen rusa.

«Con todo mi corazón los felicito por el Día de la Victoria. Para todos nosotros, esta es la fiesta más importante y más querida, siempre la celebramos con solemnidad y con todo el pueblo», ha declarado Putin en un discurso en el Jardín Alexander tras depositar flores en la Tumba del Soldado Desconocido.

El coronavirus ha abortado una fiesta por todo lo alto que el mandatario ha prometido celebrar, en cualquier caso, cuando acabe la crisis sanitaria. «Lo haremos con dignidad, como manda nuestro deber hacia quienes sufrieron y lograron vencer», se ha comprometido Putin. “Habrá tanto nuestro desfile principal en la Plaza Roja como la marcha nacional del Regimiento Inmortal, la marcha de nuestra memoria agradecida y de nuestros lazos inquebrantables entre las generaciones».

El mandatario añadió que el significado espiritual y moral del Día de la Victoria sigue siendo invariablemente grande y la actitud de los rusos hacia esta fiesta es sagrada.

«Hicieron tanto por la patria que no hay forma de medirlo, no hay forma de pagarlo, ellos salvaron la patria, la vida de las generaciones futuras, ellos liberaron a Europa, defendieron el mundo, restauraron ciudades y poblados, alcanzaron logros grandiosos. Rendimos tributo infinito al reconocimiento de la gran hazaña sacrificial del pueblo soviético», ha expresado el jefe de estado ruso.