Carlos Aznárez •  Internacional •  10/08/2018

Argentina #8A: La “marea verde” YA ganó en la calle

Un millón y medio, o más… ¿quien puede contar con certeza una multitud que copó todo el gran centro de la ciudad de Buenos Aires. Hay que agregar cientos de miles movilizados en cada ciudad importante o pueblito desde Jujuy a Tierra del Fuego. Los entendidos en marchas y concentraciones aseguran que hace mucho, pero mucho, que no se veía algo así. La marea verde de jóvenas, jóvenes, adolescentas, adolescentes, y también una gran cantidad de familias, padres y madres con hijas e hijos pequeños. Todas, todos, todes unidos en un solo grito: Aborto legal, seguro y gratuito, que en lenguaje de calle se traduce en consignas pegadizas dirigidas a la institución que más lobby ha hecho para frenar la ley: “saquen sus rosarios de nuestros ovarios”. ¿Suena fuerte, no? Imagínense cuántos años de “paciencia”, humillaciones y rabia acumulada han tenido que soportar las abuelas, madres y toda la cadena familiar que se les ocurra de cada una de esas mujeres y disidencias sexuales que marcharon este histórico #8A en Argentina y el mundo.

Argentina #8A: La “marea verde” YA ganó en la calle

La masa humana verde superó con creces a la otra fecha insigne, cuando se obtuvo la victoria parcial en Diputados, y por supuesto le pasó por encima a quienes anhelan, con sus rostros celestes y rezos vivir en las cavernas o en los pasillos de las Iglesias.

No importaba lo que vote ya ese grupo de senadores, algunos de ellos y ellas, dinosaurios fascistoides, chupacirios y arrodillados ante lo que les digan sus gobernadores, igual de retrógrados que ellos. Lo que importa es que esta ley necesaria se ganó ya en la calle y no entre cuatro paredes. ¿Quién de estos tipejos se va a animar a pedirle  otra vez el voto a quienes luego traicionan a la hora de legislar?  Y más aún tratándose de estas chicas y chicos que vienen empujando con fuerza desde abajo y lo seguirán haciendo hasta que logren hacer parir (valga el término) esta ley. Para que no mueran más mujeres humildes, para que el patriarcado caiga definitivamente, y en su derrumbe sepulte a los retrógrados que este 8A histórico votaron en contra.

También, hay que saberlo: esta batalla se va ganando día a día en cada casa donde una adolescente le habla con franqueza a su madre del tema, y luego ambas, y no pocas veces el hombre de la familia marchan juntos en las movilizaciones del “ni una menos” o en estas de ahora mismo. La pelea además va tejiendo desobediencias, rebeldías y topetazos a la hipocresía reinante, cuando el desparpajo de las pibas rompe con sus iniciativas el almidonado y retrógrado discurso del patriarcado. Ese enano machista que anida en los lugares más insospechados.

El partido no terminó este #8A, pero la marea verde ya puede festejar. A un millón y medio de voces y cuerpos brincando, cantando y gritando en las calles, no los reúne ningún político por estas tierras. ¿Se entiende?  Sus gestos desenfadados, su creatividad al confeccionar las pancartas y el colorido (en todos los matices del verde y el violeta) dan ánimos para seguir peleando por otras imprescindibles reivindicaciones. Claro que para obtener un triunfo definitivo hay que conservar la memoria de esta jornada memorable, de la fuerza de un pueblo-mujer que soportó frío y copiosa lluvia pero no se movió de la cita que los y las había convocado, pero también recordar lo que significa  esta pseudo democracia con que se engaña impunemente a poblaciones enteras. No, no es solo una ley la que se necesita aprobar para que esta sociedad se convierta en algo más soportable que este presente, son miles que en nombre de una delegación mentirosa a Parlamentos cargados de inútiles y corruptos han terminado en papel mojado. Pero todo se andará, mientras tanto: Salud compañeras y compañeros. O mejor dicho: compañeres, como dicen estas pibas maravillosas herederas de otras tantas que con sacrificio y valentía forjaron el camino.

fotos Resumen Latinoamericano (Cobertura colaborativa)

 


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