Discurso del Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, David Choquehuanca, en el acto de transmisión de mando en la Asamblea Legislativa Plurinacional
La tarea de formarnos como individuos equilibrados fue brutamente interrumpida hace siglos, no la hemos concluido y el tiempo de la era del ayllu, comunidad, ya está con nosotros y exige que seamos individuos libres y equilibrados para construir relaciones armónicas con los demás y con nuestro entorno.
La Paz. 8 de noviembre de 2020.
Hermanos y hermanas de la Asamblea Legislativa Plurinacional, representantes de pueblos y naciones hermanas invitadas, representantes de los pueblos indígenas y originarios, jefes de Estado, representantes de organismos internacionales, embajadores, autoridades nacionales, con el permiso de nuestros dioses, de nuestros hermanos mayores, de nuestra Pachamama, de nuestros ancestros, de nuestros achachilas, con el permiso de nuestro patujú, de nuestro arco iris, de nuestra sagrada hoja de coca, con el permiso de nuestros pueblos, con el permiso de todos los presentes y no presentes en este hemiciclo.
Hoy quiero compartir nuestro pensamiento en unos minutos, Aruskipt’asipxañanakasakipunirakispawa, obligación de comunicarnos, obligación de dialogar, es un principio del vivir bien.
Los pueblos de las culturas milenarias, de la cultura de la vida, mantenemos nuestros orígenes desde el amanecer de los tiempos remotos.
Los hijos hemos heredado una cultura milenaria que comprende que todo está interrelacionado, que nada está dividido, que nada está fuera, por eso nos dicen que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás, que todos tengan todo, que a nadie le falte nada, que el bienestar de todos es bienestar de uno mismo, que ayudar es motivo de crecer y ser feliz, que renunciar en beneficio del otro nos hace sentir fortalecidos, que unirnos y reconocernos en el todo es el camino del ayer, hoy, mañana y siempre, de donde nunca nos hemos alejado.
El ayni, la minka, la tama, la tumpa, nuestra colca y otros códigos de las culturas milenarias son la esencia de nuestra vida, de nuestro ayllu.
Ayllu no solamente, ayllu no solo es una organización de sociedad de seres humanos, ayllu es un sistema de organización de vida, de todos los seres, de todo lo que existe, de todo lo que fluye en equilibrio en nuestro planeta o Madre Tierra.
Durante siglos los cánones civilizatorios del Abya Yala fueron desestructurados, resemantizados y muchos de ellos exterminados, el pensamiento originario fue sistemáticamente sometido al pensamiento colonial, más no lograron apagarnos, estamos vivos, somos de Tiwanaku, somos fuertes.
Somos como la piedra, somos kala wawa, somos cholque, somos sinchi, somos rumi, somos jenecherú, fuego que nuca se apaga, somos de Samaipata, somos jaguar, somos katari, somos ainos, somos mauríes, somos comanches, somos mayas, somos guaraníes, somos mapuches, somos mojeños, somos aymaras, somos quechuas, somos jopi y somos todos de la cultura de la vida, que despertamos nuestro larama, larama igual rebelde con sabiduría.
Hoy Bolivia y el mundo vivimos una transición que se repite cada 2.000 años, en el maco de la ciclidad de los tiempos. Pasamos del tiempo al tiempo, dando inicio al nuevo amanecer a un nuevo pachacuti en nuestra historia, un nuevo sol y una nueva expresión en el lenguaje de la vida, donde la empatía por el otro o el bien colectivo sustituyen al individualismo egoísta, donde los bolivianos no miramos todos iguales y sabemos que unidos valemos más.
Estamos en tiempos de volver a ser jiwasa, no soy yo, somos nosotros. Jiwasa es la muerte del egocentrismo, jiwasa es la muerte del antropocentrismo y es la muerte del eurocentrismo. Estamos en tiempos de volver a ser iyambe, iyambe es un código que lo han protegido nueestros hermanos guaraníes, iyambe igual persona que no tiene dueño, nadie en este mundo tiene que sentirse dueño de nadie y de nada.
Desde el año 2006, desde el año 2006 empezamos en Bolivia un duro trabajo para conectar nuestras raíces individuales y colectivas para volver a ser nosotros mismos, volver a nuestro centro al taypi, a la pacha, al equilibrio de donde emerge la sabiduría de una de las civilizaciones más importantes de nuestro planeta.
Estamos en pleno proceso de recuperación de nuestros saberes, de los códigos de la cultura de la vida, de los cánones civilizatorios, de una sociedad que vivía en íntima conexión con el cosmos, con el mundo, con la naturaleza y con la vida individual y colectiva, de construir nuestro suma qamaña, de nuestro allincausay, de nuestro suma jakaña, que es garantizar el bien individual y el bien colectivo o comunitario.
Estamos en tiempos de recuperar nuestra identidad, nuestra raíz cultural, nuestro saphi, tenemos raíz cultural, tenemos filosofía, tenemos historia, tenemos todo, somos personas y tenemos derechos.
Uno de los cánones inquebrantables de nuestra civilización es nuestra sabiduría heredada en torno a la pacha, garantizar equilibrios en todo tiempo y espacio, es saber administrar todas las energías complementarias.
La cósmica que viene del cielo con la tierra que emerge de abajo de la tierra. Estas dos fuerzas cósmicas telúricas interactúan creando lo que llamamos vida, como una totalidad visible, Pachamama y espiritual, Pachaqama.
Al comprender la vida en términos de energía tenemos la posibilidad de modificar nesutra historia, la materia y la vida como convergencia de la fuerza chacha-warmi, cuando nos referimos a la complementariedad de opuestos.
El nuevo tiempo que estamos empezando será sostenido por la energía del ayllu, la comunidad, los consensos, la horizontalidad, los equilibrios complementarios y el bien común.
Históricamente se comprende la revolución como un acto político para cambiar la estructura social para así transformar la vida del individuo.
Ninguna de las revoluciones ha logrado modificar la conservación del poder para mantener control sobre las personas, No se consiguió cambiar la naturaleza del poder, pero el poder ha logrado distorsionar la mente de los políticos. El poder puede corromper y es muy difícil modificar la naturaleza del poder y sus instituciones, pero es un desafío que asumimos, asumiremos desde la sabiduría de nuestros pueblos.
Nuestra revolución es la revolución de ideas, es la revolución de equilibrios, porque estamos convencidos que para transformar la sociedad, el gobierno, la burocracia, las leyes y sistemas políticos debemos cambiar como individuos.
Vamos a promover las coincidencias opositoras para buscar soluciones entre la derecha y la izquierda, entre la rebeldía de los jóvenes y la sabiduría de los abuelos, entre los límites de la ciencia y la naturaleza inquebrantable, entre las minorías creativas y las mayorías tradicionales, entre los enfermos y los sanos, entre los gobernantes y los gobernados, entre el culto al liderazgo y el don de servir a los demás.
Nuestra verdad es muy simple, el cóndor levanta vuelo sólo cuando su ala derecha está en perfecto equilibrio con su ala izquierda.
La tarea de formarnos como individuos equilibrados fue brutamente interrumpida hace siglos, no la hemos concluido y el tiempo de la era del ayllu, comunidad, ya está con nosotros y exige que seamos individuos libres y equilibrados para construir relaciones armónicas con los demás y con nuestro entorno.
Es urgente que seamos seres aptos de sostener equilibrios para sí y para la comunidad. Estamos en tiempos de los hermanos de la panaca pachacuti, hermanos del cambio donde nuestra lucha no solo era por nosotros, sino también por ellos y no en contra de ellos.
Buscamos hermandad, no buscamos enfrentamiento, buscamos la paz, no somos de la cultura de la guerra ni de la dominación. Nuestra lucha es contra todo tipo de sometimiento y contra el pensamiento único colonial, patriarcal, venga de donde venga.
La idea del encuentro entre el espíritu y la materia, el cielo y la tierra, de la Pachamama y Pachaqama, nos permiten pensar que una mujer y hombre nuevos podemos sanar a la humanidad, al planeta y a la hermosa vida que hay en él y devolver la belleza a nuestra Madre Tierra.
Defenderemos los sagrados tesoros de nuestra cultura, de toda injerencia, defenderemos nuestros pueblos, nuestros recursos naturales, nuestras libertades y nuestros derechos.
Volveremos a nuestro qhapaq ñan, el camino noble de la integración, el camino de la verdad, el camino de la hermandad, el camino de la unidad, el camino del respeto a nuestras autoridades, a nuestras hermanas, el camino del respeto al fuego, el camino del respeto a la lluvia, el camino del respeto a nuestras montañas, el camino del respeto a nuestros ríos, el camino del respeto a nuestra Madre Tierra, el camino del respeto a la soberanía de nuestros pueblos.
Hermanos y hermanas, para terminar, los bolivianos debemos superar la división, el odio, el racismo, la discriminación entre compatriotas.
Ya no más persecución a la libertad expresión, ya no mas judicialización de la política.
Ya no más abuso de poder, el poder tiene que ser para ayudar, el poder tiene que circular, el poder, así como la economía, se tiene que redistribuir, tiene que circular, tiene que fluir así como la sangre fluye dentro de nuestro organismo.
Ya no más impunidad, justicia, hermanos.
Pero la justicia tiene que ser verdaderamente independiente, pongamos fin a la intolerancia, a la violación de los derechos humanos y de nuestra Madre Tierra.
El nuevo tiempo significa escuchar el mensaje de nuestros pueblos que vienen del fondo de sus corazones, significa sanar heridas, mirarnos con respeto, recuperar la patria, soñar juntos, construir hermandad, armonía, integración, esperanza, para garantizar la paz y la felicidad de las nuevas generaciones, sólo así podremos alcanzar el vivir bien y gobernarnos nosotros mismos.
¡Jallalla Bolivia!