Redacción •  Internacional •  10/12/2017

Un estudio de ACNUR destapa violencia sexual contra niños y hombres refugiados sirios

Según un estudio encargado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, el alcance de la violencia sexual contra menores y hombres en la crisis de Siria puede ser mayor de lo que se creía.

Un estudio de ACNUR destapa violencia sexual contra niños y hombres refugiados sirios

El estudio de ACNUR –que se llevó a cabo principalmente a finales de 2016-, se nutrió de información proveniente de varias decenas de fuentes y de dinámicas de grupo con 196 refugiados en Irak, Líbano y Jordania. Sus principales hallazgos fueron:

La violencia sexual y la tortura de hombres y niños en Siria por parte de diversas partes en conflicto parece ser mucho más común de lo que se pensaba, según los relatos de supervivientes, refugiados y otras fuentes. Los investigadores de ACNUR han llegado a escuchar relatos de violencia contra niños de apenas diez años y contra hombres de más de 80.

Las personas homosexuales, bisexuales, transgénero e intersexuales se hallan en situación particularmente vulnerable de cara a sufrir violencia sexual, algo que no finaliza cuando abandonan Siria. En el interior del país, los principales responsables de la misma fueron grupos armados, mientras que más allá de sus fronteras, el peligro de padecer abusos a menudo nace del oportunismo.

Los niños refugiados acogidos en países de asilo sufren violencia sexual a manos de otros hombres refugiados y de hombres de la comunidad local. Las altas tasas de trabajo infantil entre los niños refugiados sirios (hasta el 94% de los varones en Jordania) son motivo de especial preocupación en este sentido.

El estudio informa sobre explotación sexual y extorsión a hombres refugiados acogidos en países de asilo, especialmente entre quienes trabajan en la economía informal. Los testimonios de aquellos entrevistados para el estudio ofrecieron una estremecedora visión de lo que ellos, o algunos de sus conocidos, habían sufrido. Muchos refirieron el uso de violencia severa con objeto de debilitar a la víctima, incluyendo el uso de armas en las agresiones sexuales. Gran parte de los incidentes tuvieron lugar en centros de detención o prisiones improvisadas.

“Cuando estaba detenido en Siria fui torturado de todas las formas posibles. Éramos 80 personas en una celda, sin luz durante 30 días. Estábamos todos desnudos. Por la noche, nos colgaban de las manos y nos torturaban con descargas eléctricas en los genitales. Entraban en la celda para violarnos, pero estaba oscuro, no podíamos verlos. Todo lo que podíamos oír era que la gente decía: «¡Para! ¡No! … Pensé que moriríamos”, narró un refugiado homosexual, identificado como Tarek.

Otro refugiado habló de los horrores que tuvo que soportar un pariente suyo: “Uno de mis tíos fue arrestado en Siria. Unos meses después de su liberación, nos dijo –rompió a llorar frente a nosotros- que no había una sola parte de su cuerpo que no hubiera sufrido abusos con un taladro. Había sido violado… Después de su liberación, dejó de comer y se volvió alcohólico. Murió de insuficiencia renal.»

Entre niños acogidos en países de asilo, uno de los encuestados describió la violencia sexual, a menudo por parte de jóvenes mayores, como algo que sucedía “a diario”. El informe cita a un asesor legal que dice que este tipo de situaciones a menudo se califican de «acoso escolar» o “bullying’”, para más tarde descubrir que implican violaciones y otros actos sexuales. Muchos niños abandonan la escuela, debido a la intimidación y la violencia (incluida la sexual), complicando aún más el reto de que los niños refugiados puedan acudir a clase.

Hombres y niños refugiados que trabajan en la economía informal reportaron que algunos empleadores se negaron a pagarles el salario hasta que realizaran favores sexuales. También denunciaron haber sufrido chantajes mediante el uso de fotografías sexualmente humillantes y videos tomados con móviles.

“Se trata de testimonios muy alarmantes que revelan cuan grave se ha vuelto el riesgo de sufrir violencia sexual para mujeres y niñas, y, como muestra este reciente informe, también para hombres y niños», dijo Volker Türk, Alto Comisionado Adjunto de ACNUR para la Protección. “Y también está claro que aquí nos enfrentamos a un círculo vicioso: escasa ayuda disponible, limitado acceso a hombres víctimas de la violencia sexual, servicios inaccesibles y una cultura del silencio. Todo ello refuerza el mito de que este problema es poco común”.

El informe de ACNUR se llevó a cabo con el fin de examinar las características, causas e impacto de la violencia sexual contra niños y hombres, así como para identificar buenas prácticas y otros medios para atender las necesidades de las víctimas de violencia sexual. Asimismo, el informe hace una serie de recomendaciones a las agencias humanitarias y otras entidades que trabajan con refugiados, tales como la necesidad de contar con estrategias preventivas más sólidas, mejores acuerdos de confidencialidad, protección contra represalias, mejor atención para supervivientes de la violencia sexual y una mayor sensibilización entre las agencias humanitarias y su personal.

El informe también recomienda que se realicen más investigaciones con el fin de prevenir y responder de manera más efectiva a la violencia sexual contra los hombres y niños que viven en situación de conflicto y desplazamiento.


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