Luis Arce cambia la cúpula de las Fuerzas Armadas bolivianas
- El presidente de Bolivia les exigió a los militares que «respeten la democracia».
- Los militares facilitaron el derrocamiento del expresidente Evo Morales en noviembre del año pasado y fueron fundamentales para sostener el gobierno interino de Jeanine Áñez.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, cambió a toda la cúpula de las Fuerzas Armadas con el complejo «desafío de que el pueblo vuelva a confiar» en ellas. A los militares que tomaron posesión durante una ceremonia en la Casa Grande del Pueblo, Arce les exigió que «respeten los procesos democráticos» que se vieron vulnerados por una feroz represión durante el gobierno de facto encabezado por Jeanine Áñez. Las Fuerzas Armadas también fueron un actor clave en la fuerte presión que derivó en el derrocamiento del expresidente Evo Morales.
Arce señaló que la nueva casta militar deberá enfocarse en el «desarrollo de capacidades» y la «interoperabilidad» en temas como la gestión de riesgos por desastres naturales, el combate al narcotráfico y la seguridad en fronteras. Jaime Zabala, que juró como nuevo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, convocó a los bolivianos a dejar de lado el odio y la intolerancia.
Durante el acto de posesión del nuevo alto mando militar, Arce abogó por unas Fuerzas Armadas «cohesionadas con el pueblo» y capaces de «garantizar la estabilidad de nuestro gobierno elegido por voluntad soberana» en las elecciones del pasado 18 de octubre. «Hoy tenemos el gran desafío de que el pueblo boliviano vuelva a confiar en las Fuerzas Armadas. Estamos seguros que trabajando juntos vamos a lograr ese objetivo y avanzaremos hacia adelante para salir de la crisis y devolverle al pueblo boliviano la esperanza», destacó el presidente.
«Queremos expresar públicamente nuestro reconocimiento a los miembros de las Fuerzas Armadas que han coadyuvado en un momento cuya coyuntura política es compleja, compungida y atípica», remarcó Arce, quien trajo a la memoria los nombres de David Toro, Germán Busch y Gualberto Villarroel, a quienes definió como «grandes líderes militares cuya participación fue determinante porque surcaron profundos procesos de cambio estructural que quedan en la memoria colectiva del pueblo».
Siguiendo la línea del presidente de Bolivia, el nuevo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Jaime Zabala, manifestó: «Ya es tiempo de dar oportunidad a nuestra patria, hemos sido atacados por la naturaleza con los incendios del 2019, hemos estado inmersos en una inestabilidad política, social y económica, y seguimos atacados por la covid-19″. En ese marco, Zabala presentó a «la unidad nacional, la estabilidad, el interés colectivo y la integración» como vía para dejar atrás «el odio y la intolerancia».
Para reforzar sus palabras, Zabala citó algunas partes de la Constitución Política del Estado plurinacional de Bolivia, como el artículo 245, que establece que «la organización de las Fuerzas Armadas descansa en su jerarquía y disciplina militar, están sujetas a sus leyes y reglamentos militares y como organismo fundamental e institucional no realiza acción política en el Estado».
El flamante comandante en jefe se refirió a Arce como «hermano» y parafraseó sus dichos en el acto de posesión del ocho de noviembre: «Rectificar lo que estuvo mal y profundizar lo que estuvo bien». Además del mencionado Zabala, Miguel Ángel Contreras fue posesionado como jefe de Estado Mayor, Faut Ramos Espinoza como comandante general del Ejército, César Moisés Vallejos como comandante general de la Fuerza Aérea, y Javier Torrico Vega como comandante general de la Armada.
En noviembre de 2019 el entonces presidente Evo Morales debió dejar el país en medio de una seguidilla de violentas protestas por un supuesto fraude (denunciado por la OEA aunque nunca comprobado) en las elecciones de octubre del año pasado. En ellas Morales alcanzaba los votos suficientes para revalidar su mandato, pero después de perder el apoyo de la policía y el ejército, que incentivaron fuertes protestas de sectores de la ultraderecha, renunció a su cargo para evitar un mayor derramamiento de sangre.
A pesar de contar con una muy baja intención de voto, Jeanine Áñez tuvo la suerte de ocupar el cargo de segunda vicepresidenta del Senado cuando se precipitó el golpe contra Morales. De esa forma asumió la presidencia transitoria de Bolivia el 12 de noviembre del año pasado. Durante su mandato de un año tuvo en los militares a uno de sus brazos más vigorosos.
El primer gesto de gratitud de Áñez fue la firma del Decreto Supremo 4078 con el que autorizó a las Fuerzas Armadas a realizar operaciones para reestablecer el orden público, eximiendo a los militares de cualquier responsabilidad penal. Los militares (junto a la policía boliviana) ejecutaron las masacres de Sacaba y Senkata valiéndose de ese polémico decreto luego derogado por las fuertes críticas recibidas. A causa de la represión de las fuerzas de seguridad 37 personas perdieron la vida.
En el mes de julio, Áñez aprobó por decreto el ascenso de generales de las Fuerzas Armadas sin consultar a la Asamblea Legislativa, el poder del Estado a cargo de estas decisiones. Y a solo dos semanas de las elecciones generales, facto-de-bolivia-homenajeo-a-los-militares-qu»>Áñez encabezó un acto de homenaje a los militares que mataron a Ernesto «Che» Guevara 53 años atrás, a quienes calificó como «héroes». Sin dudas, el nuevo presidente Luis Arce tendrá por delante un duro desafío a la hora de reconstruir a una casta militar que en el pasado reciente se caracterizó por su condición reaccionaria y antidemocrática.