Agencias •  Leonardo Benassatto / Reuters •  Internacional •  08/04/2018

Lula da Silva se entrega a la Policía Federal

El exmandatario de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva ha decidido entregarse a la Policía Federal tras permanecer a lo largo de los últimos días en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos en São Bernardo do Campo, en la provincia de São Paulo.

Lula da Silva se entrega a la Policía Federal

Finalmente el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se ha entregado a la policía federal, tras un nuevo rechazo de un recursos de habeas corpus presentado por sus abogados. En un primer intento Lula no logró abandonar las inmediaciones del sindicato. Sus seguidores no querían que se entregara a las autoridades e impidieron el paso de su vehículo. Finalmente, el expresidente de Brasil salió del sindicato sin auto, rodeado de una multitud de seguidores, que lo llevaron en andas antes de que se entregara.

Lula da Silva ha sido trasladado a la superintendencia de la Policía Federal en la ciudad de Curitiba (estado de Paraná), donde permanecerá detenido en una sala reservada separado de los demás presos.

El exmandatario partió rumbo a Curitiba desde el aeropuerto de Congonhas, que suele ser utilizado por el presidente y las autoridades del país cuando llegan a São Paulo o abandonan la ciudad.

Este jueves el juez Sergio Moro ordenó el arresto del expresidente brasileño luego de que un día antes el Supremo Tribunal Federal (STF) del país rechazara el pedido de ‘habeas corpus’ presentado con carácter preventivo por sus abogados, en el caso de presunta corrupción que se le sigue por la adquisición de un departamento triple.

Un proceso judicial cargado de irregularidades

De acuerdo a los abogados Valeska Teixeira Zanin Martins y Cristiano Zanin Martis no hay materialidad en las acusaciones contra Lula porque carecen de lógica y de consistencia. Además, señalaron que al no haber pruebas que incriminen al exmandatario, se enfrentan a un fenómeno que el derecho conocido como lawfare, basado en el abuso de las leyes del procedimiento jurídico con fines políticos.

Igualmente, indicaron que entre los vicios está el uso de los medios de comunicación por parte del juez Moro y el Ministerio Público para filtrar informaciones no contrastadas e acusaciones infundadas que no se sostienen.

Los defensores del expresidente advirtieron que Moro no logra señalar cuál sería el acto de oficio, de corrupción pasiva, practicado por Lula a favor de la constructora OAS. Según la sentencia serían “actos indeterminados”.

La investigación nunca logró probar que el expresidente tuviera una sola cuenta bancaria o una propiedad indebida. Los jueces ignoraron las declaraciones de 73 testigos que contradecían las acusaciones del exdirector de la constructora OAS y los diversos recursos presentados por la defensa del expresidente.

Los magistrados no tomaron en consideración el estudio minucioso de la sentencia por parte de más de un centenar de abogados y estudiosos que desmontan todas las premisas de la sentencia del juez Moro. Según el magistrado, Lula se habría beneficiado de un esquema criminal de la constructora OAS con Petrobras al recibir parte de la propina pagada por la constructora al Partido de los Trabajadores (PT).

El dinero supuestamente pagado por la empresa a Lula sería consecuencia de un porcentaje por el negocio cerrado por medio de un consorcio (Conest / Rnest) que trabajó en la refinería Abreu y Lima, y en la refinería Presidente Getúlio Vargas.

OAS era socio de Odebrecht en ese consorcio. Lula, dice Moro, se habría beneficiado de 3,7 millones de reales (1.117.215,00 dólares) de un total de 26.450.820,00 de dólares de propinas destinadas al Partido de los Trabajadores por la OAS.

Moro condenó a Lula en julio de 2017 a nueve años de prisión por el supuesto delito de corrupción pasiva y lavado de dinero. En enero de este año, el Tribunal Regional Federal de la 4ª Región (TRF-4), en Porto Alegre, ratificó la sentencia y aumentó la sentencia a 12 años y un mes de prisión.

Juicio responde a intereses políticos

En septiembre de 2017, Lula denunció el plan que calificó como la “caza de brujas” que había iniciado la justicia brasileña. El juez Sergio Moro es acusado de servir a esta tarea y dirigir una persecución judicial contra el líder del PT que aparece de primero en las encuestas para las elecciones presidenciales de octubre.

Para el profesor de Derecho Penal de la Universidad Federal de Paraná (UFPR por sus siglas en portugués), Jacson Zilio, el juicio y sentencia del juez federal Sergio Moro presenta graves problemas jurídicos, que conllevan cuestiones mayores.

«Uno de los graves problemas de las deficiencias jurídicas en este proceso es el uso del Derecho Penal para fines políticos. Lo que está en juego es justamente la destrucción del Estado democrático de derecho, pues los procesos penales se configuran como procesos de excepción», afirmó.

Las declaraciones de Zilio fueron apoyadas por el también docente de la UFPR, Juarez Cirino, quien señaló que, las decisiones jurídicas en el ámbito de la Operación Lava Jato tienen motivaciones políticas.

«La experiencia política de la oposición a Lula en las últimas elecciones fue la derrota electoral y la perspectiva para las próximas elecciones también es la derrota, entonces han descubierto un nuevo método de lucha política, desplazando la campaña electoral en las calles a la la Justicia Federal”, añadió Cirino.

En declaraciones para el New York Times, el abogado italiano Luigi Ferrajoli alertó que el proceso contra Lula se caracterizaba por su “impresionante ausencia de imparcialidad” e indicó que, durante el proceso, los fiscales y jueces han actuado de forma parcial, sin apego a la legalidad y violando las garantías del expresidente brasileño.

Elecciones sin Lula

Como lo señalaron los abogados, el juicio a Lula obedece a intereses políticos que buscan impedir la presentación del expresidente a las venideras elecciones de octubre.

Los sectores opuestos a Lula han hecho uso de la Justicia para apartarlo del poder, trasladando a los tribunales una decisión que en una democracia debería corresponder a los ciudadanos. El juicio no solo busca inhabilitar electoralmente al expresidente, sino también minar su imagen y reputación.

El papel de los medios de comunicación ha sido fundamental en la agenda contra el dirigente brasileño, como lo han denunciado sus defensores, estos han publicado noticias falsas e imprecisas para crear una matriz de opinión errónea sobre el expresidente.

Desde el primer momento, el juicio contra Lula se ha librado en los medios donde jueces y fiscales se han dedicado a expresar opiniones políticas e incluso a comentar sobre los procesos que estaban bajo su jurisdicción, exhibiendo su parcialidad.


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