La crisis en Ucrania se trata del comercio entre Alemania y Rusia
El periodista Mike Whitney publicó en Unz Review un análisis sobre un aspecto geopolítico clave para entender la razón detrás de la constante agresión de Estados Unidos contra Rusia.
«El interés primordial de Estados Unidos, por el que durante siglos hemos librado guerras -la Primera, la Segunda y la Guerra Fría- ha sido la relación entre Alemania y Rusia, porque unidas son la única fuerza que podría amenazarnos. Y hay que asegurarse de que eso no ocurra».
Energía y comercio
Whitney afirma que lo que está sucediendo en Ucrania no tiene nada que ver con Ucrania, sino con Alemania, «en particular un gasoducto que conecta a Alemania con Rusia llamado Nord Stream 2».
Con este proyecto, «los propietarios de viviendas y las empresas alemanas dispondrán de una fuente fiable de energía limpia y barata, mientras que Rusia verá aumentar considerablemente sus ingresos por el gas. Es una situación en la que ambas partes salen ganando».
A juicio del periodista estadounidense, radicado en Washington D.C., el establishment de la política exterior norteamericana no está complacida con esta relación, pues «el comercio construye confianza y la confianza conlleva a una expansión del comercio. A medida que las relaciones se hacen más cálidas, se levantan más barreras comerciales, se suavizan las regulaciones, aumentan los viajes y el turismo, y evoluciona una nueva arquitectura de seguridad».
¿Una ventana al futuro?
Whitney comenta que el avance de Nord Stream 2 socava la hegemonía estadounidense sobre Europa, y por ende ante el mundo:
«En un mundo en el que Alemania y Rusia son amigos y socios comerciales, no hay necesidad de bases militares estadounidenses, ni de costosas armas y sistemas de misiles fabricados en Estados Unidos, ni de la OTAN. Tampoco hay necesidad de realizar transacciones energéticas en dólares estadounidenses ni de acumular títulos del Tesoro de Estados Unidos para equilibrar las cuentas. Las transacciones entre socios comerciales pueden realizarse en sus propias monedas, lo que seguramente precipitará una fuerte caída del valor del dólar y un cambio drástico del poder económico.
Por eso la administración Biden se opone al Nord Stream. No es solo un oleoducto, es una ventana al futuro; un futuro en el que Europa y Asia se acercan en una zona de libre comercio descomunal que aumenta su poder y prosperidad mutuos, mientras que deja a Estados Unidos al margen». Esto significaría el fin definitivo de la «unipolaridad» estadounidense.
Divide y vencerás
Aquí es donde entra Ucrania en escena. De acuerdo a Whitney, «Ucrania es el ‘arma elegida’ de Washington para torpedear el Nord Stream y poner una cuña entre Alemania y Rusia. (…) Washington necesita crear la percepción de que Rusia supone una amenaza para la seguridad de Europa. Ese es el objetivo. Tienen que demostrar que Putin es un agresor sanguinario con un temperamento de pelos de punta en el que no se puede confiar».
Por esta razón se ha encomendado a los medios occidentales repetir sin saciedad que «Rusia está a punto de invadir Ucrania», cuando la realidad es otra.
Se trata de intentar «aislar, demonizar y, en última instancia, dividir a Rusia en unidades más pequeñas. Sin embargo, el verdadero objetivo no es Rusia, sino Alemania», escribe el también analista geopolítico y financiero.
Para ejemplificar esto cita un pequeño extracto de un artículo del economista estadounidense Michael Hudson traducido para Misión Verdad y que puede leerse aquí:
«La única manera que les queda a los diplomáticos estadounidenses de bloquear las compras europeas es incitar a Rusia a una respuesta militar y luego alegar que la venganza de esta respuesta supera cualquier interés económico puramente nacional. Como explicó la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, en una rueda de prensa del Departamento de Estado el 27 de enero: ‘Si Rusia invade Ucrania, de un modo u otro, Nord Stream 2 no avanzará'».
Hay que mencionar que el mismo Joe Biden ha repetido el mismo mantra de Nuland. De esta manera su administración busca «incitar a Rusia a una respuesta militar» para sabotear Nord Stream y así «hacer políticamente imposible» que el canciller alemán Olaf Scholz dé la aprobación final del proyecto gasífero.
Fabricando una atmósfera de crisis
Una nota de Al Jazeera, citada por Whitney, reseña que «‘los alemanes apoyan mayoritariamente el proyecto, solo parte de la élite y los medios de comunicación están en contra del oleoducto (…) Cuanto más habla Estados Unidos de sancionar o critica el proyecto, más se populariza en la sociedad alemana’, dijo Stefan Meister, experto en Rusia y Europa del Este del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores».
En vista de ello, Whitney no duda en analizar que las mentiras de políticos y medios estadounidenses tienen un propósito político: «Todo fue orquestado para fabricar una ‘atmósfera de crisis’ que Biden utilizó para presionar al canciller [Scholz] en la dirección de la política estadounidense».
¿Es posible que Washington logre su cometido? Aunque en este momento no parece así, según Whitney cualquier cosa puede suceder, ya que el Imperio estaría dispuesto a cualquier cosa para retrasar su declive. Lo que parece inevitable, teniendo en cuenta que está emergiendo un mundo multipolar que ya no se rige por las prerrogativas occidentales.
Así, lo que decida Alemania, concluye el periodista, «nos afectará a todos», pues ello inclinaría la balanza hacia uno u otro sistema.