En Francia la clase obrera ha dejado de votar y luchará en la calle
No es ninguna novedad volver a consignar que en Francia la abstención ha sido la nota dominante en las elecciones. Ha sido la más elevada desde 1969, más del 25 por ciento del electorado.
Los votos en blanco y nulos registraron otro récord: más del 11,47 por ciento. Sumados a los anteriores, han vuelto a ganar las elecciones una vez más.
El fenómeno es mucho más claro entre la clase obrera: el 66 por ciento de los trabajadores no ha votado. La mayor parte de los que votan son los electores con talante gregario: los jefecillos, los enchufados…
Si el asunto se analiza en función del nivel de ingresos, el resultado es el mismo. El 59 por ciento de los electores con un ingreso mensual inferior a 1.250 euros dieron la espalda a las urnas, frente al 42 por ciento de aquellos con sueldos superiores a los 3.000.
Las estadísticas muestran que los que votan son los viejos, los abstencionistas son los jóvenes: el 29 por ciento de los que tienen entre 18 y 24 años no votó, porcentaje que es sólo del 12 por ciento para los mayores de 70 años.
La población ha dejado de votar porque sabe que no sirve absolutamente para nada y que da lo mismo uno que otro, que son intercambiables. En palabras de Melenchon, un candidato seudoreformista del estilo Podemos, la altísima abstención equivale a una “huelga general cívica” de los que permite aventurar una dura “resistencia popular” a los recortes de libertades y derechos laborales que les esperan.
Pero esa resistencia se hará en la calle con los que no han votado y los desengañados de haberlo hecho.
El fascismo no está de moda en Francia, a pesar de que la prensa diga lo contrario. Le Pen ha sido la candidata menos votada de entre los cinco principales partidos. El Frente Nacional sólo ha alcanzado ocho diputados y, por lo tanto, no va a tener grupo parlamentario propio.
El Frente Nacional es un partido irrelevante; no tiene diputados ni votos, a pesar de lo cual seguirá en el candelero mediático porque la burguesía le necesita para meter miedo.
A pesar de todo los medios les seguirán poniendo en primer plano para tratar de sostenerles aún más.