El G-7 evidencia los conflictos políticos y económicos de las principales potencias económicas del mundo

La contestada cumbre del G-7 iniciada este fin de semana en Biarritz parece encaminada a poner de manifiesto los conflictos enconados entre las distintas potencias que conforman el grupo. Los desaires y conflictos se comenzaron a manifestar incluso antes del inicio del encuentro, con el anuncio previo de Donald Trump de establecer aranceles a las exportaciones de vino francesas a los Estados Unidos y el cruce de acusaciones y amenazas entre el presidente francés Emmanuel Macron y el mandatario brasileño Jair Bolsonaro por la gestión de devastador incendio de la selva amazónica.

Antes de su inicio, analistas y portavoces afines a las políticas económicas de las principales potencias manifestaban sus esperanzas en que la cumbre de Biarritz sirviese para dar salida a los conflictos comerciales. Sin embargo, las expectativas no son demasiado prometedoras para los intereses bilaterales de estos siete estados que acumulan el 40% del PIB global.

A los conflictos entre los países participantes en la cumbre se suma el recrudecimiento del conflicto comercial entre los Estados Unidos y China, que esta semana han realizado sendos anuncios de una nueva tanda de aranceles, alejando las posibilidades de formalizar una propuesta de acuerdo emanada del G-7.

Mientras tanto, movimientos sociales y políticos contestan a la cumbre, denunciando las injusticias sociales provocadas por la política económica de las principales potencias. El abundante despliegue de fuerzas policiales en la ciudad del País Vasco francés pone de manifiesto la preocupación del presidente Macron, enfrentado a movilizaciones sociales desde hace meses.