Cientos de miles de manifestantes argentinos desbordaron Plaza de Mayo reivindicando la memoria y repudiando a Milei y el fascismo que representa
Fueron horas y horas de afluencia de mucha gente que fue por las suyas, familias enteras, y como siempre la imaginación de improvisar frases escritas en un cartón donde por un lado se ponderaba el sacrificio de toda esa generación que fue diezmada por el terrorismo de Estado, y por el otro, la advertencia muy clara a este gobierno, de que no va a poder con la fuerza de los de abajo.

Con la alegría de juntarse y reencontrarse, con el entusiasmo volcado en los abrazos y en no pocas lágrimas de emoción que se derraman en esta fecha tan significativa. Con la necesidad de recordar, homenajear y continuar con el legado que nos dejaron los 30 mil compañeros y compañeras detenidos-desaparecidos, pero también con la bronca a flor de piel, por la violencia que viene aplicando el gobierno de Milei, a jubilados, a trabajadores, a mujeres y diversidades, a pueblos originarios. De esa manera el pueblo volvió a salir en todo el país, y en Plaza de Mayo, generó una de las más grandes manifestaciones de los últimos años. Por eso, costaba irse de la Plaza, había muchas ganas de quedarse, hablando con la compañerada, admirar la cantidad de niños, niñas, adolescentes y esa multitud de jóvenes que gritaban consignas, que agitaban banderas o que lucían en el cuello, los pañuelos blancos de las Madres, a modo de escudo contra la crueldad que practica este gobierno de cipayos negacionistas, violador de todos los derechos humanos.

En el palco, consagrando la marcha unitaria (algo que también se festejó en todos los comentarios), las Madres (Taty Almeida y Elia Espen), las Abuelas (Estela Carlotto), el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, el padre de Pablo Castillo, el fotógrafo al que intentó asesinar un gendarme de la Bullrich. En la voz de ellos y ellas, el documento consensuado hablando del ayer doloroso y del presente que busca, por parte oficial, copiar la crueldad de la dictadura militar. Pero también destacando que en un tiempo y en otro hubo y habrá resistencia. Que al igual que el pueblo palestino lucha contra la ocupación sionista, aquí la pelea para evitar que nos roben la esperanza será sin descanso.

Fueron horas y horas de afluencia de mucha gente que fue por las suyas, familias enteras, y como siempre la imaginación de improvisar frases escritas en un cartón donde por un lado se ponderaba el sacrificio de toda esa generación que fue diezmada por el terrorismo de Estado, y por el otro, la advertencia muy clara a este gobierno, de que no va a poder con la fuerza de los de abajo. Por eso, en las Plazas de todo el país, la presencia popular fue multisectorial, donde las columnas de las organizaciones sociales y los partidos de izquierda se mezclaron con cientos de miles de autoconvocados, entendiendo todos y todas que esta unidad no hay que romperla, que es una herramienta indispensable para despejar la maleza y expulsar a quienes desde el poder cada vez se parecen más a la dictadura que tanto admiran.



