El suministro de agua para los refugiados rohingya cae a niveles críticos por una estación seca más larga
Dadas las bajas precipitaciones en algunas partes de la península de Teknaf, en el sureste de Bangladesh, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), y sus socios prevén que dentro de 10 o 12 días tendrán que comenzar a transportar agua en camiones cisterna para ofrecer suministro a los más de 140.000 refugiados rohingya que viven en la zona.
Desde el pasado mes de noviembre la región apenas ha recibido lluvias esporádicas, reduciendo el nivel freático hasta el punto de que las reservas de agua para los asentamientos de refugiados se encuentran ahora en un nivel crítico. De hecho, hace dos semanas la ración diaria de agua para los refugiados ya se había reducido por debajo del nivel mínimo ordinario de 20 litros por persona y día, hasta los 15 litros al día.
Como siempre, la reducción de la disponibilidad de agua aumenta la preocupación por los estándares en materia de higiene y salud y las posibilidades de que se registren enfermedades transmitidas por el agua, algo que las agencias humanitarias luchan por evitar.
El transporte de agua en camiones cisterna es una medida costosa, pero que salva vidas. ACNUR calcula que el coste del transporte de agua por carretera hasta los asentamientos -que acogen a unos 140.000 refugiados- podría alcanzar 60.000 dólares al mes. Las predicciones meteorológicas actuales no pronostican la llegada de lluvias a corto plazo.
La geografía de los asentamientos de refugiados en Teknaf, en el sur del país, supone que no se puede acceder a aguas subterráneas mediante la excavación de pozos, sino que el agua de lluvia debe conservarse mediante pequeños depósitos de agua, habiéndose agotado ya estos momentos las reservas. La escasez de agua en esta parte de Bangladesh suele registrarse durante el período de verano, afectando tanto a los refugiados como a la población local.
Este año, la situación se ha visto agravada por el fenómeno de El Niño, un patrón climático inusual que afecta al clima global y perturba los patrones climáticos normales, pudiendo provocar tormentas intensas en algunos lugares y sequías en otros.
Durante el verano, las temperaturas en los asentamientos de esta zona de Bangladesh pueden alcanzar los 40 grados Celsius (104 Farenheit). Con la llegada del monzón, prevista para junio, ACNUR está redoblando sus esfuerzos para construir mejores instalaciones en las que poder recoger y preservar el agua de lluvia.
Cientos de refugiados están participando actualmente en un proyecto dirigido por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) con la agencia humanitaria ADRA y con el apoyo de ACNU, con el objetivo de crear un nuevo depósito local para capturar la lluvia del monzón en Teknaf y preservarla durante todo el año. Este proyecto debería mejorar la situación temporalmente.
ACNUR está trabajando para establecer embalses e infraestructuras más avanzadas y sostenibles para recoger la lluvia, y que pueden ser un activo para las comunidades locales de acogida y ayudar a resolver algunos de los problemas relativos a la escasez crónica de agua que afecta a la región desde antes de la llegada de los refugiados.
Estas iniciativas complementan los trabajos que se están desarrollando en Teknaf y en el asentamiento de refugiados de Kutupalong, de mayor tamaño y situado más al norte, y que tratan de preparar los asentamientos de cara a los monzones para que la lluvia no se convierta en una fuerza destructiva.
No obstante, hasta el momento se ha recibido menos de una quinta parte de los 920 millones de dólares necesarios para el Plan de Respuesta Conjunta (JRP) de 2019 para abordar la crisis humanitaria rohingya. El llamamiento de este año incluye a 132 socios en un esfuerzo colectivo para brindar protección y asistencia vital a más de 900.000 refugiados rohingya en Bangladesh y fomentar la cohesión social.
El llamamiento también cubre las necesidades de unos 330.000 bangladesíes vulnerables en las comunidades de acogida. La recepción de fondos a tiempo y sin restricciones resulta una condición esencial para que las agencias humanitarias puedan trabajar eficazmente y conseguir resultados para las poblaciones necesitadas.