Culmina en Biarritz una cumbre del G-7 marcada por desencuentros
La cumbre 45 del G-7 concluye hoy en esta ciudad balneario del suroeste francés con discusiones sobre el medio ambiente y los desafíos en la era digital, bajo un escenario tenso y sin declaración final.
Después de tres días de intercambios de criterios, y sobre todo desencuentros, el foro que reúne a los líderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido cierra sus puertas con una conferencia de prensa, marcado por un enorme despliegue policial y protestas contra el grupo.
El presidente anfitrión, Emmanuel Macron, esperaba en un principio una cumbre más tranquila, pero los acontecimientos de la etapa veraniega con seguridad lo hicieron cambiar de opinión, al punto de renunciar al ejercicio de la declaración final, tal vez considerando la experiencia del año pasado en Canadá, donde el mandatario estadounidense Donald Trump decidió no firmarla.
Precisamente Trump es la fuente de los mayores desacuerdos dentro del G-7, un mecanismo que el movimiento de izquierda la Francia Insumisa definió como un ‘club de ricos al margen de los pueblos (…) en una reunión para ver cuánto más pueden seguir robando a los pueblos’.
En las últimas semanas y días, el jefe de la Casa Blanca desató una guerra comercial contra China, que preocupa a las otras potencias ante la posibilidad de una recesión global, y reiteró las amenazas de subir los aranceles al vino procedente de Francia, llevando a la Unión Europea a garantizarle apoyo a París en caso de que esto suceda.
Washington mantuvo su agresividad hacia Irán en el marco de la ruptura del acuerdo sobre el programa nuclear de Teherán, pacto defendido por París, Londres y Berlín, y realizó una prueba con misil que hace temer el retorno de la carrera armamentista, algo que Europa teme porque sería el viejo continente el principal escenario de tensiones.
Tampoco en materia ambiental Trump dio señal alguna de cambiar de postura tras su decisión de abandonar el acuerdo contra el cambio climático, mientras Macron ubicó a la ecología como uno de los asuntos priorizados de la cumbre del G-7.
De cara al foro de Biarritz, el jefe de la Casa Blanca dio su respaldo al regreso al bloque de Rusia, excluida en 2014 acusada de anexarse Crimea, pero algunos de sus aliados consideran que no es conveniente, ‘porque Moscú no ha dado pasos favorables hacia esa dirección’.
Por si fuera poco, aquí Trump y el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, perfilaron un acuerdo comercial ‘rápido’, disparando la opción de un Brexit duro y con ello el peligro de mayores diferencias entre Londres y Bruselas.
Las sesiones de trabajo y las reuniones de la cumbre no han logrado cambiar el panorama, y si no hay avances en temas clave de la agenda como la seguridad, el comercio, el cambio climático, el Brexit, Irán y Rusia, nadie creerá, aunque lo digan, que Biarritz fue un foro exitoso, con todo y la sorpresa de la llegada ayer del canciller persa, Mohammad Javad Zarif, invitado por Francia.
Sin dudas la presencia de Zarif y su encuentro con Macron y representantes alemanes y británicos genera esperanzas de reducción de las tensiones en el Golfo Pérsico, aunque en realidad eso solo sucedería si Estados Unidos acepta negociar, y Trump no parece muy interesado.
Mientras este lunes los mandatarios abordan el clima, la biodiversidad y los océanos, las organizaciones promotoras de protestas en rechazo al G-7 prevén nuevas acciones para recordar que sus miembros son los responsables de los males de la humanidad, entre ellos las guerras, el deterioro ambiental y las desigualdades.
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