La minería de tierras raras, el negocio especulativo que las comunidades también rechazan en Suecia: «Queremos proteger nuestra forma de vida y la biodiversidad ártica»

Los residentes de Kiruna (Suecia) se oponen al traslado integral de su ciudad para satisfacer la codicia de algunos políticos y la gran industria extractiva en la que se ha publicitado por sus promotores como la mayor mina de tierras raras del continente.

La patronal minera promete que la explotación del recurso «augura un giro político en toda Europa» peromuchos de los 23.000 habitantes de esta ciudad próxima al Ártico hacen patente su oposición más firme a pesar de las promesas económicaspues argumentan que el cambio significaría perder la identidad y la historia de la localidad, que tiene más de un siglo de existencia. Son muchos los lazos emocionales y familiares los que están arraigados en el que a día de hoy es su hogar.

Aunque Kiruna tiene en sus inmediaciones una explotación de hierro, su entorno ártico está rodeado de bosques primitivos ríos y un entorno de gran valor ambiental y patrimonial. Por otra parte,el traslado completo de una ciudad de grandes dimensiones conlleva una serie de desafíos logísticos, sociales y emocionales por los que gran parte de la población no está dispuesta a pasar. Además el impacto ambiental de un proyecto minero de tierras raras preocupa a la población por la presumible presencia de elementos radioactivos que puedan estar asociados como el torio y el uranio y la contaminación de los recursos hídricos.

EL PUEBLO SAMI TAMBIÉN DICE NO A LA MINERÍA DE TIERRAS RARAS

El ancestral pueblo sami ha mostrado su rechazo frontal a los planes de la empresa minera sueca LKAB en los alrededores de Kiruna.Stefan Mikaelsson, ex-presidente del Parlamento Sami de Suecia es tajante respecto al renovado auge del extractivismo y la minería de tierra raras: «No queremos ninguna extracción adicional de recursos naturales. Queremos proteger nuestra forma de vida y la biodiversidad ártica».

Para esta etnia del norte sueco la instalación de nuevas operaciones mineras a gran escala se ha convertido en una cuestión de supervivenciapues muchos de sus integrantes se ganan la vida como pastores de renos, y las explotaciones extractivas no solo dificultan el traslado de los animales a zonas de pasto sino que a menudo contaminan extensas áreas de terreno.

Junto a los pueblos originarios, muchos ambientalistas y académicos dudan que lo que una parte de la clase política está defendiendo sea una solución real para la crisis climática, en lo que simplemente supone cambiar una industria extractiva por otra sin cuestionar el trasfondo y cual es el origen del problema, enraizado en la propia genética del sistema capitalista. Algo que a su entender, podría comportar un daño colateral incalculables sobre esta y algunas de las últimas reservas de naturaleza y paisaje humano de Europa.

Fuente: rebeldes.info