La Agencia de la ONU para los Refugiados pide acción urgente ante el incremento de muertes en el mar
Más de 3.000 personas murieron o desaparecieron intentando cruzar el Mediterráneo central y occidental así como por el Atlántico el año pasado para alcanzar Europa. Así se desprende de un nuevo informe publicado hoy por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en el que se pide apoyo urgente para evitar más muertes y proteger a los refugiados y solicitantes de asilo que se embarcan en peligrosos viajes por tierra y mar.
GINEBRA (Suiza), 29 de abril de 2022 – Del número total en 2021, se registraron 1.924 personas muertas o desaparecidas en las rutas del Mediterráneo central y occidental, mientras que otras 1.153 perecieron o desaparecieron en la ruta marítima del noroeste de África hacia las Islas Canarias. El número de muertes registradas en 2020 fue de 1.776 en las tres rutas. Desde principios del presente año, se ha registrado el dato alarmante de otras 478 personas muertas o desaparecidas en el mar.
La mayor parte de las travesías marítimas se realizaron en embarcaciones hinchables y no aptas para la navegación, que en muchos casos volcaron o se pincharon provocando la pérdida de vidas. Las travesías por el Atlántico desde los estados costeros de África Occidental, como Senegal y Mauritania, hasta las Islas Canarias es largo y muy peligroso puesto que se puede prolongar hasta 10 días. Muchas embarcaciones se desvían del rumbo o desaparecen sin dejar rastro en estas aguas.
Las rutas terrestres también siguen siendo muy peligrosas, y puede el número de fallecidos sea aún mayor en estas travesías cruzando el desierto del Sáhara, fronteras remotas, en centros de detención o durante la situación de cautiverio a la que someten los contrabandistas o traficantes a personas migrantes y refugiadas. Entre los múltiples abusos denunciados por las personas que recorren estas rutas se registran: ejecuciones extrajudiciales, detenciones ilegales y arbitrarias, violencia sexual y de género, trabajos forzados, esclavitud, matrimonios forzosos y otras graves violaciones de los derechos humanos.
La pandemia de COVID-19 y los cierres de fronteras que llevó aparejados, que se mantuvieron a lo largo de 2021, también han afectado los desplazamientos hacia el norte de África y los países costeros de Europa, por lo que muchas personas refugiadas y migrantes desesperadas han recurrido a redes de tráfico que les ofrecen estos estos peligrosos viajes como alternativa. ACNUR advierte que la inestabilidad política, los continuos conflictos, el deterioro de las condiciones socioeconómicas y el impacto del cambio climático pueden aumentar los desplazamientos y su peligrosidad.
ACNUR presenta una estrategia actualizada de protección y soluciones para los refugiados que se embarcan en viajes peligrosos a lo largo de las rutas hacia Europa a través del Mar Mediterráneo Central y Occidental y el Atlántico, para la que solicita 163,5 millones de dólares con el objetivo de ofrecer asistencia y protección a miles de refugiados y otras personas.
La Agencia de la ONU para los Refugiados solicita apoyo para ayudar a ofrecer alternativas a estos peligrosos viajes y evitar que las personas se conviertan en víctimas de los traficantes. El llamamiento pide que se refuerce la asistencia humanitaria, el apoyo y las soluciones para las personas que necesitan protección internacional y los supervivientes de graves abusos de los derechos humanos.
El llamamiento engloba unos 25 países de cuatro regiones diferentes conectados por las mismas rutas terrestres y marítimas que utilizan los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados. Se trata de países de origen, de salida, de primer asilo, de tránsito y de destino.
A su vez, ACNUR insta a los Estados a comprometerse a reforzar la acción humanitaria, de desarrollo y acciones encaminadas a la paz para hacer frente a los retos de protección y soluciones. ACNUR también hace un llamamiento a los Estados de las regiones, tanto de África como de Europa, para que mejoren los marcos jurídicos y las capacidades operativas en las fronteras terrestres y marítimas y en los centros urbanos, para que garanticen alternativas creíbles a los viajes peligrosos a través de la inclusión, y el refuerzo de los programas para jóvenes y el desarrollo local con la colaboración de las comunidades.
Los Estados deben garantizar el acceso a los humanitarios sin obstáculos para ofrecer servicios esenciales a las personas que se desplazan o que están atrapadas en las rutas, interceptadas en el mar o retenidas en centros de detención, y para determinar si tienen necesidades de protección internacional.
De lo contrario, los solicitantes de asilo, desplazados internos y otras personas seguirán optando por viajes peligrosos en busca de seguridad y protección. Otros colectivos, como las personas migrantes, seguirán adelante en busca de una vida mejor, con la esperanza de encontrar trabajo u oportunidades educativas en otros lugares a falta de vías legales -de temporada o de larga duración- para poder migrar de forma segura y ordenada.