Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo. Sentires Venezolanos
Organizaciones, partidos y movimientos políticos de carácter popular de todo el plantea acudieron al llamado de la República Bolivariana de Venezuela para participar en el Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo, que se desarrolló del pasado 21 al 24 de junio en Caracas, coincidiendo con los 200 años de la Batalla de Carabobo, que enfrentó al ejército patriota con el del Reino de España y puso el sello final a la independencia de Venezuela con la definitiva expulsión de la usurpación y colonización española. Tras esta victoria, el libertador Simón Bolívar pudo iniciar las Campañas del Sur, que de 1821 a 1826 le permitió articular con otros próceres de la independencia como Sucre y San Martín para enfrentar el dominio español en el sur de América Latina.
A la liberación le sucedió la traición. Las nacientes Repúblicas, alcanzadas con sangre y lucha de los pueblos contra el yugo español, cayeron en manos de las oligarquías terratenientes locales. Oligarquías que mutaron en burguesías dependientes y parasitarias. El mejor ejemplo, el Venezolano, que en 1917 sumó a sus infortunios históricos el del oro negro. Como relata el escritor venezolano José Roberto Duque, “en un episodio que es preciso ser muy mojigato o distraído para no asociarlo con un acto de violación, alguien cogió un tubo y un artefacto de perforación, penetró la tierra en un pozo llamado Zumaque I y a partir de entonces las transnacionales del petróleo comenzaron a invadirnos con todas las de la ley”. Los yacimientos alimentaron las arcas de pirañas locales y fundamentalmente extranjeras, como la estadounidense “Standard Oil, patrimonio de la familia Rockefeller, emblema del capitalismo en la era industrial”1. Secuestradas las repúblicas del seno plebeyo, los pueblos luchan por su Segunda Independencia, esa que permita alcanzar el sueño bolivariano. En esa brega se encuentra Venezuela desde que un militar “loco” y genial asaltó el poder político de un feudo que hasta entonces pertenecía a aquellas contadas familias que se repartieron las cuatro tortas republicanas. Hugo Rafael Chávez Frías fundó un proyecto político que recogía el espíritu del libertador y los anhelos populares y que se articuló en la Asamblea Nacional Constituyente de 1999. La resultante de esa “creación heróica” fue la Constitución, no de la V República, sino de la República Bolivariana de Venezuela. Al Comandante Chávez le tocó luchar contra bestias y dragones. Cuanto más le agredían, más claro formulaba su horizonte socialista. ¡Comuna o nada! fue uno de sus últimos gritos programáticos cargados de futuro. En esas estaba cuando un cáncer de cuyo origen quizás algún día sepamos más puso fin a su vida y lo multiplicó en el pueblo. Desde ese momento, la maquinaria de guerra planetaria de EEUU, con sus satélites, engrasó sus muelles de ingeniería científica y arremetió con todo contra un nuevo villano intergaláctico: Nicolás Maduro Moros, en quien el Comandante depositó su confianza y a quien el pueblo ratificó en las urnas. El Presidente obrero se convirtió en la cabeza de turco a derribar para “liberar a Venezuela del régimen”. Para ello, la “ley del todo vale” se quedó en mantillas en manos de una derecha local tutelada desde Washington que no escatimó recursos ni ingenio al servicio del mal y la violencia. La víctima número uno de esta guerra multidimensional no fue el gobierno ni Nicolás sino un pueblo que a pesar de los pesares supo poner “rodilla en tierra” para defender el único proceso político de poder que le dio protagonismo, dado que de su seno nació. Las victorias tanto del gobierno como del pueblo, mano a mano y por encima de las tensiones de todo proceso, han superado con creces la arquitectura de la guerra del enemigo más poderoso que ha tenido la humanidad.
En medio de una agresión no exenta de golpes, violencia guarimbera, medidas coercitivas unilaterales, autoproclamados e invasiones `gedeónicas´, llegó el Covid-19 para poner patas arriba al planeta tierra y demostrar que no todos los modelos políticos responden a semejante crisis sanitaria de la misma forma. Venezuela, país en guerra en el fragor de un criminal bloqueo, ha sido un ejemplo de contención del virus. En esa situación, el Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo fue anunciado por el presidente de la República el pasado febrero. Durante varios meses, sectores de diferentes temáticas (comunicación, juventud, mujeres, indígenas, afrodescendientes, educación, vivienda, diversidad sexual, trabajadoras, ecología, intelectuales…) nos reunimos en múltiples sesiones virtuales hasta confluir de manera presencial en Caracas en un marco tan simbólico como el de la Batalla de Carabobo, que como tantas veces se ha repetido en estos días, sigue inspirándonos hoy a quienes creemos en la autodeterminación y la soberanía de los pueblos. Venezuela vive los tiempos de un nuevo Carabobo. Con extraordinarias medidas de prevención para el Covid-19, que incluyeron pruebas PCR desde la entrada al país, logró sortear el bloqueo y convocar a cientos de delegaciones nacionales e internacionales. Destacamos la presencia no solo de representantes de partidos políticos, sino de múltiples movimientos sociales del mundo. Entre ellos, movimientos populares, indígenas, campesinos y urbanos de Venezuela, como el Movimiento de Pobladores, a quienes pudimos acercarnos en nuestra primera visita a tierras Venezolanas, en el difícil 2016.
En referencia a la pandemia, el Congreso declara: “Acompañamos todas las iniciativas tendientes a eliminar las patentes de las vacunas del COVID-19, impulsar la producción y la distribución de vacunas desde una racionalidad centrada en la defensa de la vida y en consecuencia, avanzar hacia el logro de un plan de vacunación mundial con arreglo a la solidaridad, la equidad y la justicia social”. Resaltamos igualmente de la declaración final la referencia a “la proliferación de bases militares estadounidenses en América Latina y el Caribe así como su despliegue militar en la región ya que ello constituye un atentado a la paz y la autodeterminación de los pueblos”. Derecho de autodeterminación e internacionalismo que se expresó en el apoyo explícito a la Repúblia Saharaui: “Expresamos nuestra solidaridad con el derecho de autodeterminación del Sahara Occidental, última colonia en territorio continental de África, sometida a una guerra impuesta por Marruecos. Reconocemos su legitima lucha por el reconocimiento pleno de la República Árabe Saharaui Democrática”.
El pueblo saharaui tuvo su representación en el Congreso en Jadiyetu El Mohtar, Subdelegada del Frente Polisario en Madrid y militante de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, quien en una entrevista a Vocesenlucha nos cuenta que “el Congreso Bicentenario de los Pueblos es simbólico, porque coincide con la Independencia de Venezuela y de su batalla legendaria de Carabobo, en la que el pueblo consiguió la victoria contra las fuerzas imperiales españolas. Para mí y para el pueblo saharaui significa mucho, porque nosotros también fuimos durante un siglo colonia española. Ese mismo ejército cuando se fue de Venezuela llegó al norte de África y colonizó el Sahara Occidental junto con Guinea Ecuatorial. Y por lo tanto es un espacio idóneo no solo para expresar la solidaridad con el pueblo bolivariano de Venezuela, que ahora mismo está resistiendo frente a las injerencias extranjeras, que además se ve un paralelismo, porque van a por los recursos naturales de este país. Aquí confluyen diversidad de colectivos, de organizaciones tanto de jóvenes, trabajadores, mujeres, indígenas, también representaciones de partidos políticos de izquierdas que quieren consensuar sus luchas, coordinar estrategias que hagan más fuerte la resistencia de todos, porque todos estamos resistiendo en diferentes espacios, con diferentes métodos y visiones pero hay un punto, un ágora para estos pueblos y colectivos que ha sido este Congreso, donde hemos debatido tantas temáticas que nos unen. Y hemos visto que somos invisibles para los grandes medios de comunicación. Tenemos que buscar la forma de estar presentes en los medios de comunicación, y aquí ha salido una plataforma de medios de comunicación alternativos”.
Efectivamente, entre los acuerdos finales del Congreso, hay que destacar la creación de la Plataforma de Comunicación Internacional Hugo Chávez, así como la Universidad Internacional de la Comunicación, espacios donde los diferentes sectores y naciones participantes en el evento articularán la batalla comunicativa para los complejos tiempos que se vienen.
El Manifiesto final del Congreso, aprobado el 23 de junio, comienza apuntando al corazón del problema:
«El capitalismo experimenta una crisis sistémica y multidimensional. La humanidad padece sus consecuencias económicas y especialmente, afecta a las personas con menor poder adquisitivo. La pandemia del COVID19 potencia la crisis, incrementa los problemas sociales y evidencia las injusticias del dogma neoliberal. Las políticas públicas ante el COVID-19 implementadas por los gobiernos que defienden el capitalismo neoliberal, colocan en peligro a la humanidad. (…) La voracidad especulativa de las corporaciones farmacéuticas occidentales aunado a la pugna entre las potencias por la producción y adquisición de las vacunas contra el COVID-19, reafirma el carácter inhumano del modo de producción capitalista, la decadencia del modelo civilizatorio occidental y el colapso ético de un sistema de dominación articulado en función de la maximización de ganancias».
El día 24 de junio, justo cuando se cumplían 200 años de la victoria en el Campo de Carabobo, llegó la vacuna cubana Abdala a Venezuela, que tiene sorprendida a la comunidad científica con un 92% de eficacia. Vacuna que inmediatamente fue distribuida al pueblo. Laura, una compañera de tan solo 27 años, de origen colombiano ya nacionalizada venezolana, nos contaba que ayer mismo recibió la primera dosis de Abdala.
El secreto para la victoria del pueblo venezolano frente al imperialismo no es otra que el horizonte humanista, que pese a los avances y retrocesos, sobrevive tanto en el proyecto de poder político como por supuesto en el pueblo y en el hervidero de experiencias de carácter popular que a día de hoy se mantienen vivas en barrios, parroquias y comunas del campo y la ciudad. A pesar de los pesares, y de que este pueblo se haya visto obligado a dedicar una cantidad ingente de tiempo, trabajo y recursos a la batalla de la sobrevivencia diaria, las ganas por levantar una propuesta de vida digna siguen en pie. Es por eso que el proceso sigue vivo.
Lo vemos hoy cuando, finalizado el Congreso, desde Vocesenlucha tendremos el privilegio de recorrer calles, carreteras y sendas de estas tierras que tanto amamos durante alrededor de un mes. Con las uñas de cuerpos y conciencias afiladas, llegamos una vez más junto al calor de nuestras hermanas y hermanos de Barquisimeto. De la mano de la Coordinación Regional de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores (CORENATs), visitaremos las diferentes experiencias productivas de sus grupos de base en el Estado Lara. Territorios urbanos, periurbanos y campesinos donde bulle y crece la savia chavista del futuro de estas tierras de libertadores del ayer y libertadoras del hoy y el mañana. Porque las mujeres, como decía el Comandante, son “parte vital del el alma de la revolución”. De esta revolución con olor Caribe, arepa y cocuy.
Les iremos contando nuestros sentires. Seguiremos y ¡Venceremos!
Barquisimeto, Venezuela, 28 de junio de 2021.
Este texto forma parte de la serie Sentires Venezolanos
Vocesenlucha. Comunicación popular. Pueblos América Latina, el Caribe y Estado español
1 José Roberto Duque, Venezuela Crónica. Cómo fue que la historia nos trajo hasta aquí, Argentina, 2020, Tinta Limón Ediciones, p. 12