Ayuda portuguesa a la España sublevada en 1936
Salazar, al proclamarse la República en España el 14 de abril de 1931, temía que se constituyera un régimen socialista. Cuando el Frente Popular triunfa en las elecciones españolas en febrero de 1936, se acentuaron sus temores de que «o perigo espahol» (como lo calificó) impidiera la consolidación de su ideal del «Estado Novo», con un partido único. José Juncal, Embajador español en Lisboa había calificado, por cierto, el «Estado Novo» de Salazar como «un Estado rico habitado por ciudadanos pobres».
El ambiente pre-revolucionario que se vivía en España tras el triunfo del Frente Popular, hizo que muchos españoles, principalmente de tendencia monárquica, marcharan a vivir a Lisboa y sus alrededores, estableciendo contacto con el General Sanjurjo y con las autoridades portuguesas. Al producirse la sublevación militar del mes de julio, trataron de influir todo lo posible para que se prestara ayuda a los sublevados.
El 19 de julio, llegó a Portugal una avioneta para recoger al General Sanjurjo que residía en Estoril, para ponerse al frente de la sublevación. El Embajador de España solicitó del Gobierno portugués que no permitiera su salida. El Marqués de Quintana, que estaba al lado de los sublevados, pidió que se dejara salir al General. Salazar era partidario de prohibir su salida y ser neutral. Pero al final resolvió el problema ordenando que el avión despegara de un aeropuerto civil porque «o Goberno portugués nada tem que ver com o que se passa nos aeródromos civiis» Al final, la avioneta se estrelló nada más despegar de Estoril en la pedanía de Areia (Cascais), muriendo en el acto el General Sanjurjo y resultando herido, de diversa consideración, el piloto, Juan Antonio Ansaldo.
Posteriormente, el Gobierno portugués permitió que aterrizaran en su territorio aviones alemanes que hacían escala para desde allí seguir a Marruecos para transportar tropas a Sevilla. Permitió, también, la llegada de armamento para los sublevados, que fue transportado por los buques alemanes «Kamerum» y «Wigbert». Todo esto era una ayuda indirecta a los sublevados, pero muy importante. Por cierto, que este material fue reexpedido a España a través de una compañía denominada «Hispano Marroquí de Transportes Limitada» conocida por «Hisma». Esta compañía, cuyo nombre se dice que sugirió Franco, fue constituída el 31 de julio de 1936, ante el Consul de España en Tetuán, Tomás Suñer Ferrer. Sus socios eran el español Fernando Carranza y el alemán Johannes Bernhardt, que era el delegado del partido nazi en Marruecos. El domicilio social de «Hisma» estaba en el número 12 de la calle de O´Donnell de Tetuán.
Unos meses más tarde se constituyó en Alemania la compañía «Rowad» facilitando las operaciones entre Alemania y España a través de Portugal. Franco recibía material de guerra y enviaba a Alemania minerales, entre ellos el apreciado wolframio.
Portugal suscribió el Acuerdo de «no intervención», pasando a formar parte del denominado «Comité de Londres» pero no lo cumplió, pues al tener toda la frontera lindando con la zona sublevada (salvo Extremadura en las primeras semanas), permitió el envío de armas a los golpistas.
Asimismo, el país lusitano prestó una gran ayuda moral a los partidarios de Franco con las transmisiones en castellano de «Radio Club Portugués», con su locutora destacada, María Isabel de la Torre.
Por otra parte, en los primeros meses de la guerra, llegaron a España unos 10.000 voluntarios portugueses para apoyar a los sublevados, llamados «Viriatos» y una misión militar portuguesa de observación, que sirviera de ayuda y cobertura a estos, al mando del General Raúl Augusto Estevez.
Fuente: Federico Rubio Herrero (Cronología mundial durante seis meses vitales, enero-junio de 1937) págs. 42 y 43.
Fuente: Club Nacional de Filatelia de Oporto (Portugal)