La doble represión de la mujer durante el franquismo en Asturias, a estudio
«Sabemos que las mujeres sufrieron la misma represión que los hombres, pero hubo una específica con las violaciones y demás barbaridades que queremos que se investigue», indica la directora general de Memoria Democrática.
El relato es aterrador: era una mujer joven y todas las noches la subían al cuartel, en donde la sometían a todo tipo de vejaciones y abusos sexuales. «Es la última vez que subo, ya no tengo que volver más», dijo una mañana cuando bajaba hacia su casa. Pero se dirigió hacia las vías del tren, abalanzándose sobre ellas en cuanto pasó el primero. Es solo uno de los relatos familiares que han sobrevivido a la desmemoria interesada sobre la represión franquista que se ejerció específicamente sobre las mujeres en Asturias. No era necesario que fueran rojas.
«Las mujeres, cuando eran llamadas a declarar, eran insultadas, golpeadas, se les cortaba el pelo al cero (…) Además muchas eran violadas. De guaje viví al lado de la cárcel de Laviana y por las noches se oían los gritos de terror y dolor de las mujeres y las carcajadas e insultos de sus carceleros, soldados o falangistas que entraban al caer la tarde». Este testimonio de Ramón Hermoso aparece en un estudio del antropólogo Heriberto Gutiérrez titulado La represión franquista sobre las mujeres en Asturias: reconstruyendo la posmemoria con relatos familiares, que se publicaba el año pasado en la revista Perifèria de la Universidad Autónoma de Barcelona.
En ese estudio, presenta los resultados de tres años de investigación y recopilación de más de medio centenar de testimonios «sobre la transmisión de los recuerdos del dolor y la creación de la posmemoria referida al trauma ejercido por el ejército franquista sobre las mujeres del valle del Nalón» entre 1937 y 1958. «A lo largo del trabajo de campo son los varones los que hablan abiertamente de la violación», indica en el estudio, en el que el testimonio de Hermoso se completa de la siguiente manera: «Al hacerme mayor entendí lo que allí ocurría. Si preguntabas te mandaban callar y si eras muy insistente te podía caer una bofetada».
Este estudio también recoge que era «especialmente significativo» el miedo que las mujeres tenían a las tropas africanas. En Gijón, según el relato de otras fuentes orales, algunas familias se decidían a enviar muy lejos a sus hijas en cuanto volvieron a aparecer por la ciudad en 1937. Ya habían dejado huella en 1934 pero, según refleja Gutiérrez en su estudio, «no tuvo comparación con lo que las tropas al mando del General Yagüe hicieron durante la represión: se recuerdan pasajes de pillajes, abusos de autoridad y violaciones a mujeres que se permitió por la efectividad en combate de esas tropas».
El historiador británico Paul Preston, en el prólogo del libro El holocausto español: Odio y exterminio en la Guerra Civil y después (Debate, 2011), menciona precisamente que la violencia ejercida sobre las mujeres es capítulo infravalorado de la represión franquista. «Una parte importante de la campaña represora de los rebeldes, aunque subestimada -la persecución sistemática de las mujeres-, no queda reflejada en los análisis estadísticos. El asesinato, la tortura y la violación eran castigos generalizados para las mujeres de izquierdas (no todas pero sí muchas), que habían emprendido la liberación de género durante el periodo republicano. Las que sobrevivieron a la cárcel padecieron de por vida graves secuelas físicas y mentales. Otras miles de mujeres fueron sometidas a violaciones y otras formas de abuso sexual, a la humillación de que les raparan la cabeza o de hacerse sus necesidades en público tras la ingesta forzosa de aceite de ricino».
«Muchas ni siquiera eran militantes de nada»
Y, en el caso de Asturias, al relatar lo ocurrido en Oviedo a partir de noviembre de 1937, escribe que «tampoco se debe olvidar la represión que sufrieron las mujeres, las violaciones y las palizas para que revelaran el paradero de los hombres de la familia, las cabezas rapadas, el encarcelamiento de muchas y la ejecución de, al menos, nueve». En las cuencas mineras, relata que «muchas mujeres fueron víctimas de paseos, abusos sexuales e incluso mutilaciones».
Esta represión diferenciada que sufrieron las mujeres, teniendo en cuenta que el uso de la violencia sexual en tiempos de guerra se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad, no ha sido suficientemente investigada en Asturias, como tampoco la represión sufrida por gais y lesbianas. «Hay una serie de aspectos que quedan sin estudiar pese a que se ha hecho mucha investigación sobre la represión política», explica al respecto la directora general de Emigración y Memoria Democrática, Begoña Serrano, que avanza que se ha contactado con la Universidad de Oviedo para investigar en esas dos partes diferenciadas de la represión franquista sobre las que el relato está incompleto en el conjunto de Asturias.
«La mayor parte de las veces muchas de las mujeres ni siquiera eran militantes de nada. Sí que sabemos que las mujeres sufrieron la misma represión que los hombres, pero hubo una específica con las violaciones y demás barbaridades que queremos que se estudie. Hay información y hay testimonios», indica Serrano, en referencia a aquellos que se han mantenido en la memoria de familias asturianas a lo largo de los años pese a todo.