Los sucesos de Alcoy: primer conato del movimiento obrero en España en 1821
- El 2 de marzo de 1821, 1.200 obreros textiles de Alcoy (Alicante), asaltaron las fábricas destruyendo 17 máquinas en una insurrección ludita.
- Alcoy se mantuvo durante buena parte del siglo XIX como un centro industrial con una incipiente y combativa organización obrera, que 50 años después, protagonizaría la ‘revolució del petroli’ para establecer una comunica socialista libertaria.
El 2 de marzo de 1821, de forma tan inesperada como agresiva, en torno a 1.200 campesinos y obreros textiles irrumpieron en Alcoy procedentes de municipios de todo el entorno, y atacaron los centros de producción hilandera, destruyendo 17 máquinas. Con mayor o menor consciencia, protagonizaban las primera insurrección netamente ligada a los derechos del proletariado industrial, abriendo camino a décadas de movilización y lucha.
A principios del siglo XIX, Alcoy y su comarca comenzaban a despuntar en el lento y complicado proceso de industrialización español. Los campesinos del entorno, abarcando toda la Hoya de Alcoy y el Condado de Cocentaina, abandonaban progresivamente el trabajo agrícola para incorporarse a la industria hilandera de la lana, que para 1800 ya empleaba a la mitad de los habitantes productivos de la zona frente a un tercio que se mantenía dedicado a labores agrícolas.
El sistema de producción aún mantenía un amplio factor de artesanía. Las familias adquirían la lana en bruto y producían hilo en talleres domésticos, que posteriormente se transportaba a las factorías textiles de la ciudad de Alcoy que lo manufacturaban en ropa.
A finales de la década de 1810 comenzaron a incorporarse innovaciones tecnológicas, procedentes de Inglaterra, consistentes en hiladoras automáticas. Para 1819, Alcoy había incorporado más de una decena de máquinas hiladoras, cifra que continuó aumentando hasta principios de 1821. Cada máquina realizaba el trabajo de más de 100 trabajadores textiles, produciendo un grave perjuicio a la situación económica de la población de la zona.
Así, a plena luz del día y en una movilización masiva y organizada en distintos municipios, en torno a 1.200 personas irrumpieron el viernes 2 de marzo de 1821, asaltando las fábricas y destruyendo un total de 17 máquinas. A pesar de los esfuerzos por reprimir el asalto, con el despliegue de dos compañías completas de la Milicia Nacional (instituto armado reestablecido por Riego tras la Revolución de 1920), la insurrección no se detuvo hasta que se negoció un acuerdo con los cabecillas de la revuelta para desmantelar las fábricas restantes.
Sin embargo, el éxito del levantamiento fue meramente coyuntural. Una vez desmovilizados los trabajadores levantados en armas, las autoridades cargaron contra los principales responsables, tras un decreto establecido en la Comisión de las Cortes conformada para afrontar los hechos, deteniendo a cientos de personas involucradas en los acontecimientos. Algunos de ellos permanecerían años en las mazmorras hasta 1827, cuando el entonces alcalde de Alcoy, Pedro Irles Gisbert, solicitó a Fernando VII un indulto general, a tenor de la extrema pobreza generada en las familias de los encarcelados.
Además, la Comisión parlamentaria dictaminó reprimir con dureza cualquier otro alzamiento contra la introducción de máquinas textiles, la indemnización a los propietarios de instalaciones destruidas y la especial protección a quienes introdujesen esta tecnología en el país.
Por otra parte, la represión posterior a los hechos no desincentivó la organización y la resistencia en Alcoy y su entorno. En años sucesivos, los levantamientos y protestas continuaron prodigándose, conformando un creciente movimiento obrero.
El movimiento ludita en España
Los sucesos de Alcoy tienen especial relevancia por dos cuestiones. La primera, es su carácter de movilización netamente obrera. El movimiento ludita, impulsado por Ned Ludd en Inglaterra desde 1811 irrumpía en una España con un nivel de industrialización aún muy marginal. Alcoy se configuraba como un centro avanzado de la introducción de tecnologías industriales en el país, y, asimismo y consecuentemente, en una avanzada del movimiento obrero.
La segunda cuestión, mucho más particular, es el nivel de organización de los sucesos. A diferencia de otros episodios de ludismo, registrados en aquellos años en sitios tan dispares como Ávila, Tarrasa o Guadalajara, se trató de una acción masiva y coordinada, que contó, por fuerza, con apoyos en el interior de la ciudad, que también padecían los efectos de la pérdida de actividad laboral por la introducción de las máquinas.
Las acciones luditas, tal y como se producían en Inglaterra, solían estar llevadas a cabo por pequeños grupos aprovechando la noche para destruir y sabotear maquinarias. Los sucesos de Alcoy, por contra, suponen una acción organizada, con tantas reminiscencias a los alzamientos campesinos espontáneos, como evocaciones de la futura organización del movimiento obrero.
Las acciones, muy probablemente contaron con el apoyo, hoy visto como chocante y paradójico, de figuras ligadas a las posiciones más ultramontanas y absolutistas, que aprovechaban para desestabilizar al gobierno liberal y a defender sus intereses económicos ligados al modelo del Antiguo Régimen.
Por otra parte, el apoyo en la zona urbana de Alcoy también permite deducir un cierto apoyo entre sectores de la incipiente burguesía industrial, ya que en realidad, los trabajadores levantados en armas formaban parte de una red de producción extensa, que también veía perjudicados sus intereses económicos con la competencia de las fábricas centralizadas. Alejando la imagen posteriormente asentada sobre estos primeros trabajadores textiles, que aún se mantenían en los límites del concepto obrero-artesano, en realidad se trataba de personal cualificado, que en muchos casos había realizado una importante inversión en la adquisición de hiladoras manuales jenny.
Mantenimiento de la organización obrera
Sea como fuere, lo cierto es que la demostración de fuerza y organización dejaría un poso de conciencia en la clase trabajadora de Alcoy que muy rápidamente se desligó de apoyos absolutistas y liberales para conformar un movimiento obrero completamente emancipado que persistiría décadas.
Alejándose progresivamente de posiciones de insurreccionalismo ludita para abrazar ideas socialistas, la organización de los trabajadores de Alcoy mantuvo un amplio nivel de organización, siendo partícipes de numerosos episodios de lucha social. A finales de la década de 1860, este poso serviría de punto de partida para el establecimiento de la Asociación Internacional de Trabajadores, con una implantación muy superior a la presente en el resto del territorio, con más de 2.000 afiliados a la Federación Regional Española de la AIT en 1872 (en comparación, la de Barcelona, una ciudad con 10 veces más población, contaba con 6.000 afiliados, mientras que la de Madrid nunca superaría los 200 afiliados).
El 2 de marzo de 1873, 52 años exactos después de los Sucesos del 21, la asamblea local planteaba la necesidad de trascender el componente burgués de la recién proclamada I República. Apenas 5 meses después, protagonizarían la Revolució del Petroli, primer intento de hacerse con el poder y establecer un sistema socialista libertario en España, volviendo a situar a Alcoy a la vanguardia del movimiento obrero. Pero esa, ya es otra historia.