Federico Rubio Herrero •  Memoria Histórica •  06/03/2024

Motín en la fragata «Numancia» (1 de agosto de 1911)

Los amotinados pretendían una revuelta popular en España que proclamara la República e incluso amenazaron, en caso de conflicto, con bombardear Málaga.

Motín en la fragata «Numancia» (1 de agosto de 1911)

BREVE HISTORIA

La fragata fue botada el 19 de noviembre de 1863, en los astilleros de Tolón (Francia). El 11 de enero de 1864, atracó en Cádiz para la toma de mando del Capitán de Navío Casto Méndez Núñez, días después fue destinada a la Escuadra del Pacífico con efecto inmediato. Volvió a atracar en Cádiz el 20 de septiembre de 1867, 42.500 millas y 2 años, 7 meses y 6 días después de su partida.

En 1870, con motivo del traslado a España del nuevo monarca, Amadeo I de Saboya, la fragata «Numancia» zarpó el 26 de noviembre de Cartagena con destino a Génova. En el puerto de La Spezia, embarcó el rey a bordo de ella escoltado por dos navíos españoles y dos italianos. Llegaron de nuevo a Cartagena el 30 de diciembre de dicho año.

LOS HECHOS

Inspirado en el revolucionario portugués Antonio María de Acevedo, que el día 5 de octubre de 1910, ante la corrupción política de la monarquía portuguesa, había jugado un papel clave en la proclamación de la República en ese país, el fogonero de la «Numancia» Antonio Sánchez Moya, natural de Mula (Murcia), y otros 80 tripulantes, entre ellos un artillero, se amotinaron cuando la fragata efectuaba labores como acorazado guardacostas en aguas de Tánger, el 1 de agosto de 1911.

Los amotinados pretendían una revuelta popular en España que proclamara la República e incluso amenazaron, en caso de conflicto, con bombardear Málaga.

En la noche del 5 de agosto la «Numancia», ya con el amotinamiento abortado por la oficialidad, atracaba en el arsenal de La Carraca (Cádiz) y subía a bordo, por orden del Presidente del Consejo de Ministros José Canalejas Méndez, el Ministro de Marina José Pidal Rebollo, con una compañía de infantería de dicho cuerpo. Todos los implicados fueron detenidos, desembarcados y encerrados en el penal de Las Cuatro Torres a la espera de juicio sumarísimo.

El día 9 en el Placer de Rota Antonio Sánchez Moya, fue fusilado en la cubierta del buque. Tres tiros en la cabeza y uno en el cuello acabaron con su vida. En cuanto a los demás cabecillas de la sublevación les fue impuesta «cadena perpetua», aunque el Fiscal pidiese pena de muerte para todos ellos.

Casi todos los diarios republicanos publicaron editoriales destacados y múltiples artículos, argumentando que Sánchez Moya, había actuado individualmente y, asimismo, dudaban de su «sano juicio».

La máxima de Blasco Ibáñez: «Hay que arrojar lejos de nosotros a la sensatez, máscara de la cobardía, tengamos como bandera el grito de Danton, audacia, audacia y siempre audacia», no se hizo, esta vez, realidad.

RESEÑA FINAL

Hijo de un vendedor de periódicos, al fogonero amotinado solo le quedaban cuatro meses para acabar su período de milicia obligatoria. A Sánchez Moya, no le tembló el pulso cuando firmó su sentencia de muerte. Al preguntársele si estaba de acuerdo con ella, respondió afirmativamente sin dudar. Este marinero en ningún momento negó haber sido el inductor de la sublevación. Es más, recrimino a sus compañeros cuando trataron de ocultarla.

Fuentes: Revista de Marina Española

               Ser Histórico (portal de historia)

               Diario Sur.   


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