CCOO repasa junto a Federico Armenteros el terror contra gays y lesbianas en la España de Franco: arrestos, lobotomías y violaciones correctivas
- La organización sindical presenta una entrevista en su revista Madrid Sindical al activista Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de Diciembre e impulsor de la primera residencia pública en Europa especializada en la atención a mayores LGTBI+.
Patologías mentales, pobreza y abandono son las secuelas que arrastran las generaciones de mayores LGTBI por la persecución que sufrieron durante la dictadura
El activista y educador social se queja de la falta el reconocimiento institucional de la represión franquista contra gays y lesbianas y subraya que “esta persecución es también memoria democrática”
Madrid Sindical, la revista de CCOO de Madrid, publica hoy una entrevista con Federico Armenteros, educador social, presidente de la Fundación 26 de Diciembre e impulsor de la primera residencia pública en Europa, y seguramente del mundo, especializada en la atención a mayores LGTBI+. Su apertura, en el distrito de Villaverde, está prevista para finales de año, y ofertará 62 plazas de residentes y 15 para centro de día.
En la entrevista, Armenteros describe la más que dificil situación actual de las generaciones de mayores LGTBI que nacieron y vivieron durante la dictadura. Entonces, recuerda, se les criminalizó y se les persiguió con la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, en vigor hasta 1978, o se les consideró enfermos mentales. Muchas fueron encerradas en cárceles o en manicomios, donde fueron sometidas a electroshock y lobotomías: “El franquismo nos trató como basura. Fuimos perseguidas, rechazadas por la familia, excluidas de la más mínima participación social, expulsadas del trabajo, muchas fuimos denunciadas y encarceladas, y nos obligaron a reprimir nuestras emociones y afectos. A los mayores LGTBI nos han hecho de todo, hasta lobotomías. Estamos muy machacados”. Entre las torturas a las que les sometían estaban las violaciones correctivas a mujeres lesbianas.
Secuelas: patologías mentales y pobreza
Las secuelas que arrastran de todo este horror son sobre todo patologías mentales, pero también pobreza, “porque no nos permitían trabajar y porque muchas lesbianas y gays se encargaron del cuidado de sus padres y no cotizaron nunca a la Seguridad Social”. Se estima que sólo en Madrid hay 70.000 personas LGTBI mayores de 80 años que están solas.
El activista y educador social se queja de la falta el reconocimiento institucional de la represión franquista contra gays y lesbianas y subraya que “esta persecución es también memoria democrática”.
Explica que no fue fácil sacar adelante el proyecto de una residencia especializada, que no exclusiva, para mayores LGTBI: “Nos decían que ya hay residencias para mayores y que nos tenemos que acostumbrar a ser normales. Hablaban de esa integración que te obliga a ponerte el traje que la sociedad heteronormativa quiere que te pongas, cuando la inclusión pasa por que las diferencias se vean (…). Les costó entender que las personas mayores LGTBI han vivido escondidas desde niñas, que tienen interiorizada la homofobia y la vergüenza y que necesitan espacios y recursos específicos para hacerse visibles”.
Las leyes, cruciales para la libertad
Finalmente y respecto a la negativa del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, de ondear la bandera arco iris en la sede municipal de Cibeles, Armenteros manifiesta: “Este tipo de gestos de Almeida y Ayuso muestran que no son el alcalde y la presidenta de toda la ciudadanía. Pero la batalla crucial que tenemos que dar es la de las leyes porque son las que nos permiten vivir en libertad. Aznar llevó al Constitucional la Ley del matrimonio entre personas del mismo sexo. Un partido que quiere quitar derechos a la gente no cree en la democracia. La bandera es un símbolo y aunque Almeida y Ayuso no la celebren ya nos encargamos nosotros de llenar de arco iris la ciudad”.