Floren Dimas •  Memoria Histórica •  10/06/2022

Vox Palma de Mallorca convoca una «Cena de Verano» al pie del gran obelisco franquista de Sa Feixina

A los pies del gran obelisco franquista de SA FEIXINA, los dirigentes de VOX de Palma de Mallorca han convocado (ver cartel adjunto) una “CENA DE VERANO” para el próximo viernes día 10, a las 20:30 horas, donde por el módico precio de 10 euros los adultos y 5 euros los niños, los ultraderechistas mallorquines tendrán la oportunidad de rememorar las “glorias” ideológicas del fascismo balear, haciendo pública expresión de su desprecio por las miles de víctimas civiles republicanas de las que el crucero fascista “Baleares”, titular del monumento, fue el principal protagonista.

Vox Palma de Mallorca convoca una «Cena de Verano» al pie del gran obelisco franquista de Sa Feixina

Ningún lugar, más allá de las tapias de los cementerios y de las fosas comunes repartidas por las islas del archipiélago,  puede representar con mayor carga ideológica y hasta emocional, lo que significó la REPRESIÓN FRANQUISTA , que el inmenso monumento erigido en el barrio de Sa Feixina en la capital, Palma de Mallorca.

Este monolito de enormes dimensiones, representa un inmenso faro que debería alumbrar hasta la eternidad la memoria de las víctimas de un buque de guerra fascista, el crucero “Baleares”, hundido durante la batalla naval de Cabo de Palos por la Flota Republicana el 6 de marzo de 1938, un mes después de que en dicho barco -a la cabeza de la flota rebelde- bombardease con toda su artillería a la gran masa de refugiados, que desde Málaga huía en dirección a Motril del 6 al 8 de febrero de 1937, por una estrecha carretera que discurría paralela a la costa entre grandes acantilados, sin lugar alguno en donde protegerse, al tiempo que eran ametrallados desde el aire por la aviación rebelde.  A aquella catástrofe humanitaria se le conoce por “La Desbandá”.

El almirante Francisco Bastarreche, que ostentaba su insignia de mando en el crucero “Baleares”, ordenó a todos los buques hacer fuego contra aquellos objetivos, ajustando al mínimo la distancia de seguridad, para que los rebotes de las explosiones contra las rocas no les alcanzasen, apostándose la marinería en la borda para disparar con sus fusiles sobre la concentración humana que abarrotaba la carretera.

Sabían perfectamente lo que estaban haciendo, sin necesidad de las potentes lentes de los telémetros de la artillería, porque a 400 metros eran visibles las personas, los carros pertrechos civiles y animales de carga, que huían con pavor de las tropas fascistas que habían  tomado la ciudad de Málaga. Aquella matanza constituye sin duda la mayor masacre de civiles cometida durante la Guerra Civil, cuyo número -superior a los 5.000 según las últimas estimaciones- no puede precisarse, ya que los restos de los fallecidos cayeron por los acantilados, o fueron posteriormente arrojados al mar para dejar expedida la carretera.

Para los vencedores, la pérdida del “Baleares” fue encumbrada hacia el mito del martirologio, elevando a los casi ochocientos tripulantes perecidos a la categoría de “gloriosos Caídos por Dios y por España” haciéndoles. a ellos y a los supervivientes,  objeto de multitud de reconocimientos y honores, dedicándoles calles y plazas en toda España, y ofreciendo a sus familias el amparo del estado franquista, con toda clase de ventajas y prebendas para compensarles y recompensarles por las pérdidas y sufrimientos pasados.

Este acto de inequívoca significación profranquista y antidemocrática, consagra la impunidad que disfruta el franquismo actualmente, al no haber sido declarado un régimen y una ideología ilegal por su naturaleza criminal, lo que en su caso lo convertiría de objeto penal y sería imposible esta nueva ofensa a las víctimas del franquismo en Palma, en Mallorca y en resto de España.

El Gobierno Balear y la Delegación del Gobierno tienen la última palabra, para impedir una nueva vulneración de la Ley de la Memoria Histórica.

*Floren Dimas. Oficial del Ejército del Aire (R). Miembro de las asociaciones ANEMOI, ACMYR y Memoria Histórica Democrática.


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