36 años del asesinato de Tomás Sankara: «Las ideas no se pueden matar»
Siempre que tenía ocasión, Tomás Sankara decía que hablaba en nombre de su pueblo, el burkinés, pero también en nombre «del gran pueblo de los desheredados de la tierra». El emblemático líder fue ejecutado junto a otras 12 personas, cinco de ellas también miembros del gobierno, en un golpe de estado liderado por su compañero de armas y de gobierno, Blaise Compaoré.
El día 15 de octubre se cumplen 36 años del asesinato de Tomas Sankara, presidente de Burkina Faso entre 1983 y 1987, también conocido como el Che africano. El emblemático líder fue ejecutado junto a otras 12 personas, cinco de ellas también miembros del gobierno, en un golpe de estado liderado por su compañero de armas y de gobierno, Blaise Compaoré.
En ese momento y gracias al respaldo y protección de Francia, Compaoré pasó a ser presidente durante casi tres décadas. En 2014, Compaoré fue derrocado por un golpe militar tras meses de fuertes protestas en las calles. Por fin se pudo desbloquear la información siempre suprimida sobre las circunstancias del asesinato de Sankara y sus compañeros. Se pudieron identificar y recuperar sus restos, y se juzgó y condenó in absentia a cadena perpetua a Compaoré, por complicidad en el magnicidio que le llevó al poder.
Hoy soplan nuevamente vientos libertadores en la nación de los hombres íntegros, porque como el Che Guevara y el Che africano decían, las ideas no se pueden matar.
Siempre que tenía ocasión, Tomás Sankara decía que hablaba en nombre de su pueblo, el burkinés, pero también en nombre «del gran pueblo de los desheredados de la tierra». Consideraba que su pequeño país del África occidental era la «condensación de todas las calamidades de todos los pueblos que sufren», «de todos los sufrimientos de la humanidad». Repetía que un pueblo que se ama a sí mismo no puede sino amar a otros pueblos.
Sankara, en nombre de su pueblo, se posicionó claramente del lado de todas las luchas de liberación del mundo y en contra de todos los sistemas injustos y criminales como el sionista y el apartheid. Pidió con insistencia en la ONU la expulsión de Israel y Sudáfrica. Siempre dejando claro que los pueblos no son sus gobiernos, para no posicionarse contra el pueblo de «Israel», ni el pueblo judío, sino específicamente en contra del gobierno sionista y sus defensores y colaboradores. «Los hermanos judíos de los palestinos son antisionistas», afirmó una vez en la Asamblea de Naciones Unidas. Sankara siempre dejó claro que los pueblos de todo el mundo, incluida Europa y Estados Unidos, tienen un enemigo común que son las clases adineradas que explotan a millones de personas y roban sus recursos, parasitando a las masas populares.
Desde pequeño, Tomás Sankara destacó por su vivacidad e inteligencia. Tenía el don de la palabra, en sus discursos hacía comentarios sagaces que desataban la risa de la audiencia para después asestar una verdad incómoda, «No debemos pagar la deuda porque no somos responsables de ella. Al contrario las mayores riquezas del mundo nos deben lo que nunca podrán pagar, la deuda de sangre». Se destacó por hablar con extremada claridad, sobre ricos y pobres, sobre lucha de clases, sobre quién roba de verdad, sobre el imperialismo.
No le temblaba el dedo en señalar el verdadero combate que había que emprender para todo: la lucha contra la desertificación es política; la lucha de las mujeres pasa por la auto-organización y la toma de conciencia política; el hambre no es una calamidad sobrevenida de la naturaleza, el hambre es un arma con la que se extermina a decenas de millones de personas cada año.
Era feminista convencido y denunciaba el feminismo que no cuestionaba las estructuras sociales, políticas y económicas, el que no condenaba la prostitución como la quintaesencia de la explotación humana. Hablaba con una claridad prodigiosa «No se puede hacer la revolución sin la mitad del pueblo» refiriéndose a las mujeres.
Estaba orgulloso de sus raíces y se mostraba agradecido por su destino. Cuando él nació, en 1949, uno de cada 5 niños moría antes de cumplir un año y la esperanza de vida rondaba los 40 años. «He tenido suerte de sobrevivir. La mitad de los niños nacidos en el mismo año que yo, murieron antes de cumplir tres meses. Además he tenido la suerte de ser uno de los 16 niños de cada 100 que pudo ir a la escuela».
Su educación antimperialista, muy probablemente se inició en el hogar, gracias a la experiencia de su padre, un veterano de la II Guerra Mundial. El padre combatió en el bando de Francia contra los nazis, que llegaron a capturarle y encarcelarle. Francia, cuando ya no necesitó más a los combatientes africanos los extraditó de nuevo a sus países sin ni siquiera un pago adecuado por sus servicios. El padre de Sankara tuvo que buscarse la vida como pudo, trabajó de policía, de enfermero… y aprovechó para sus diez hijos la única ventaja que tenían los veteranos de la guerra, podían llevar a sus hijos a la escuela de los hijos de los colonos.
Después de la escuela primaria, Sankara asistió a la escuela preparatoria militar de Kadiogo, donde el profesor Adama Touré, apodado el Lenin africano, alimentó su formación política y la de muchos otros jóvenes militares de varias generaciones. Este académico brillante era un gran intelectual marxista-leninista que podría estar en el origen de la conciencia comunista tan extendida entre los jóvenes soldados burkineses, que formaron el Regroupement des officiers communistes (ROC), al que pertenecía tanto Sankara como Compaoré. Adama Touré murió en 2012 en Uagadugú y el país entero lloró su muerte. En un libro titulado Une vie de militant, el profesor resta importancia a su influencia en los oficiales burkineses, porque ellos no eran «simples marionetas en mis manos, o analfabetos políticos, u hombres desprovistos de patriotismo, ambición e ideales políticos».
El profesor Touré comprendía y admitía, como admitía Sankara, las contradicciones de la revolución y de su órganos como los Comités de Defensa de la Revolución. Si hay alguien que puede hacer una crítica al más grande de los héroes nacionales de Burkina, ese es el profesor Touré, quien en el mencionado libro lamenta que Sankara en un momento prefirió rodearse de aduladores, en lugar de críticos. Según el profesor, esa fue la debilidad que el enemigo descubrió y atacó: «tuve la impresión de que los adversarios que habían estudiado la psicología del líder burkinés sabían cómo explotar sus debilidades» dice en el libro.
Como buenos africanos ambos, maestro y alumno, llevaban la filosofía Ubuntu en su médula. Mientras que la cultura occidental-capitalista pone en el centro de todo el dinero, la cultura africana del Ubuntu pone en el centro de todo la vida, pero no la vida de individualidades, sino la vida colectiva. Esa filosofía contribuyó al éxito de la revolución de Burkina tanto como las ideas marxistas-leninistas de sus líderes. Esa es la filosofía que guía los levantamientos antiimperialistas que están teniendo lugar actualmente en África y los líderes de hoy rinden tributo a Sankara ¡qué hermoso! Sankara vive, es inspiración, es memoria, es enseñanza, es pueblo. Sankara es África.