Constitución de la Junta de Defensa de Madrid (7 de noviembre de 1936)
Ante el peligro inminente de la entrada de las fuerzas sublevadas en Madrid, Largo Caballero convocó el Consejo de Ministros y, por mayoría de votos, se aprobó el día 6 de noviembre que el Gobierno saliera inmediatamente de la ciudad.
Al terminar la reunión, Largo Caballero despachó con el General Asensio, tomó el coche y partió hacia Valencia. El Presidente del Consejo había dejado dos órdenes para los Generales Pozas y Miaja, respectivamente. Poco después de las siete, cuando ya no quedaba un ministro en Madrid, Asensio recibió a los dos Generales, les entregó los sobres cerrados, y tomó también la carretera de Valencia. Horas después, los despachos estaban vacíos, sus puertas abiertas. Nadie sabía donde se encontraban las unidades combatientes, ni donde estaban las municiones, ni que reservas había.
Miaja y Pozas se quedaron solos. Los sobres debían abrirse a las seis de la mañana. Pero a Miaja se le ocurrió no esperar. Pozas estaba de acuerdo; abrieron los pliegos y quedaron estupefactos: En el de Miaja había las instrucciones para Pozas y viceversa. El error quedó reparado. A Pozas se le ordenaba hacerse cargo del mando de todas las Fuerzas del Centro e instalarse en Tarancón. A Miaja defender la capital y en caso de derrota, replegarse a Cuenca.
La orden que correspondía al General Miaja decía así: «El Gobierno ha decidido, para poder continuar su primordial cometido de defensa de la causa republicana, ausentarse de Madrid, y encarga a V.E. la defensa de la capital a toda costa. A fin de que se le auxilie en cometido tan trascendental, al margen de los organismos administrativos, que continuarán actuando como hasta ahora, se constituye en la capital una Junta de Defensa en Madrid, con representaciones de todos los partidos políticos que forman parte del Gobierno. En caso de que, a pesar de todos los esfuerzos que se realicen para conservarla, haya que abandonar la capital, ese organismo quedará encargado de salvar todo el material y elementos de guerra. En tal caso desgraciado, las fuerzas procederán a la retirada en la dirección de Cuenca, para establecer una línea defensiva en el lugar que indique el General Jefe del Ejército del Centro».
No parecía muy seguro el supremo mando militar de poder resistir. Es más, el mando había prohibido utilizar cuatro brigadas que había de reserva en el sector del Jarama.
En la nota a Miaja, por tanto, se le ordenaba la constitución de una Junta de Defensa de la capital presidida por él e integrada por representantes de todas las organizaciones que formaban parte del Gobierno.
La tarde del día 7 de noviembre se constituyó la Junta de Defensa de Madrid, que concentraba ya todos los poderes. Formaban la Junta: Presidencia, General José Miaja; Secretaría, Fernando Frade (PSOE); Guerra, Antonio Mijé (PCE); Orden Público, Santiago Carrillo (JSU); Industrias, Amor Nuño (Juventudes Libertarias); Abastos, Pablo Yagüe (UGT-PCE); Comunicaciones, José Carreño (Izquierda Republicana); Hacienda, Enrique Jiménez (Unión Republicana); Información, Mariano García (CNT); Evacuación, Francisco Caminero (Partido Sindicalista).
Cada miembro de la Junta tenía su respectivo suplente.
PRIMERA ALOCUCIÓN DEL GENERAL MIAJA, COMO PRESIDENTE DE LA JUNTA
«El Gobierno de la República me ha conferido con la Junta de Defensa de Madrid, que presido, el mando de las fuerzas que cubren el Frente Sur del Centro, y la misión de defender la capital a toda costa. Espero que todas las fuerzas a mis órdenes, Columnas Barceló, Clairac, Galán, Escobar, Mena, Pradas, Líster y Bueno, sabrán poner en juego el elevado entusiasmo que las mueve a la lucha por el triunfo de los ideales que defendemos, y que rivalizando en abnegación y espíritu de sacrificio afrontarán el combate con firme voluntad de vencer, cualquiera que sean los medios con que ataque el enemigo. No hay más que una consigna común a todas las unidades y a todos los combatientes: Resistir sin ceder un palmo más de terreno.
Estoy seguro de que todos sabrán cumplirla. Espero, igualmente, de las fuerzas de retaguardia y de la población civil una cooperación eficaz, activa y abnegada, secundando las órdenes del mando y soportando en beneficio de los combatientes, cuantas privaciones y sacrificios exija la resistencia. Todo Madrid debe sentir de modo unánime y firme el deseo de vencer a cualquier precio y prevengo a cuantos demuestren tibieza en el cumplimiento de sus deberes o a los que con fines bastardos pretendan perturbar el orden interior en provecho del enemigo o sembrar con crímenes y saqueos el pánico en la población civil que aplicaré con el máximo rigor las sanciones más duras. La defensa de Madrid está garantizada por el heroísmo de nuestros combatientes, y el orden y seguridad interiores por las fuerzas destinadas a este fin y la tenacidad de los ciudadanos. Con la leal cooperación de todos el triunfo será nuestro».
Fuentes: Diario «AHORA» (8 de noviembre de 1936).
Manuel Tuñón de Lara (La España del Siglo XX).