Redacción / Federico Rubio Herrero •  Memoria Histórica •  19/06/2019

Genocidio racial en Estados Unidos

En Julio de 1967, disturbios raciales también desencadenados por actuaciones policiales contra la población negra, causaron 29 civiles y 16 soldados, policías y bomberos muertos en Detroit (Michigan), y 26 muertos, además de centenares de heridos y cuantiosos daños materiales en Newark (Nueva Jersey).

Genocidio racial en Estados Unidos
El asesinato de Luther King el 4 de abril de 1968, desencadenó una oleada de violentos disturbios raciales en 125  ciudades de EE.UU en las que murieron 46 personas, 2.800 resultaron heridas y más de 26.000 fueron arrestadas. La capital del país (Washington) fue la más afectada con 13 muertos, cientos de heridos e incontables saqueos y destrozos.
 
Tres años antes, en marzo de 1965, la actuación policial contra una marcha antirracista en Alabama y por los derechos de la población negra, causó 55 heridos. Pasaría a la historia  con el nombre de «Bloody Sunday» ( domingo sangriento).
 
En agosto, de ese mismo año, la detención de un automovilista negro por dos policías blancos en el barrio de mayoría afroamericana de Watts, en el sur de Los Angeles, provocó seis días de violencia que causaron 34 muertos, más de un millar de heridos, más de 3.500 detenciones y unos daños valorados en 50 millones de doláres.
 
En Julio de 1967, disturbios raciales también desencadenados por actuaciones policiales contra la población negra, causaron 29 civiles y 16 soldados, policías y bomberos muertos en Detroit (Michigan), y 26 muertos, además de centenares de heridos y cuantiosos daños materiales en Newark (Nueva Jersey).
 
Convendría remontarse a muchos años atrás y pensar en la violencia que todavía en los primeros decenios del siglo XX aterrorizaba a los negros, y que a menudo se escenificada como un pedagógico espectáculo de masas. Veamos los comentarios, al respecto, de Domenico Losurdo en su obra «Stalin, historia y crítica de una leyenda negra» pags 345-349.
 
«Las noticias de los linchamientos se publicaban en los periódicos locales y se añadían vagones suplementarios a los trenes para que los espectadores, en ocasiones millares, provenientes de localidades a kilómetros de distancia pudiesen presenciarlos. Para asistir al linchamiento los niños de las escuelas podían tener el día libre.
 
El espectáculo podía incluir castración, horca, desollamiento, hoguera y disparos de armas de fuego. Los regalos para los asistentes incluían dedos de manos y pies, dientes, huesos e incluso los genitales de la víctima, así como postales ilustradas del evento.
 
Los títulos y crónicas de los periódicos locales son de por sí elocuentes. «Grandes preparativos para el linchamiento de esta tarde». No se obvia ningún detalle: «se teme que los disparos dirigidos al negro puedan errar el tiro y herir a espectadores inocentes, incluyendo a mujeres con sus niños en brazos». Veamos otros titulares: «la multitud aplaude y ríe por la horrible muerte de un negro», «corazón y genitales arrancados al cadáver de un negro».
 
Así es como en Alabama en 1934, (presidente de EE.UU Franklin D. Roosevelt), una masa de desalmados psicópatas se ceba con un negro. En primer lugar le cortaron el pene y le obligaron a comérselo. Después le cortaron los testículos y lo obligaron, igualmente, a comérselos. Posteriormente, le cortaron con cuchillos tiras de piel del torso y el estómago y cualquiera, de uno en uno, podía extirpar un dedo de las manos o de los pies. Hierros al rojo vivo fueron utilizados para quemar al negro de arriba a abajo. Después de varias horas de tortura decidieron matarlo. La diversión alrededor del cadáver continúa bastante tiempo, y se concluye con la venta de fotografías a cincuenta centavos cada una».
 
Federico Rubio Herrero (Cronologia mundial durante el tardofranquismo y la transicion 1973-1979). Pag 103 y 104.

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