Arturo Peinado Cano •  Memoria Histórica •  27/11/2019

La memoria histórica y la extrema derecha en las instituciones

Es también impunidad que representantes políticos y publicistas de los mitos franquistas digan esas barbaridades, e incluso peores, sin consecuencias penales ni políticas. Falsificar la historia, mentir y calumniar sale gratis en España, especialmente cuando se ataca a los defensores de la 2ª República, a los luchadores antifranquistas, o a las víctimas de la dictadura.

La memoria histórica y la extrema derecha en las instituciones

Uno de los grandes déficits y pecado original de nuestra democracia, es que la derecha española no es antifascista. La derecha de Europa occidental participó en la lucha y en la victoria contra el nazismo y los fascismos, y posteriormente, en la construcción de las democracias de la posguerra y en el proceso fundacional de la unidad europea. Sus referentes son Adenauer, De Gasperi, De Gaulle,  Monnet… El referente de la derecha español es Manuel Fraga, quien tras la detención de Julián Grimau elaboró un dossier inculpatorio ad hoc, para legitimar las torturas, la defenestración, y finalmente, el asesinato “legal”  del dirigente comunista.

Durante más de 40 años el llamado franquismo sociológico ha estado representado políticamente en el Partido Popular, fundado como Alianza Popular por los llamados “siete magníficos”, el grupo de exministros franquistas en torno a Fraga. No es un sector de la sociedad minoritario o marginal: Franco no hubiera ganado la guerra ni se hubiera mantenido en el poder durante 40 años sin contar con un importante respaldo social. Muchos de aquellos que vivieron con “extraordinaria placidez” durante la dictadura lo hicieron gracias al estatus alcanzado mediante su participación o complicidad con las diferentes formas que adoptó la represión durante la guerra y la posguerra –algunos historiadores han hablado del  “pacto de sangre”-.

Posteriormente fueron los grandes beneficiarios de un sistema caracterizado por la corrupción a todos los niveles, y se aprovecharon de las condiciones brutales de explotación a las que se sometió a la clase trabajadora derrotada y diezmada en 1939. Hoy, muchos herederos de aquellos franquistas disfrutan de los réditos y la herencia de lo expoliado durante la dictadura, lo que explica en buena parte su actual estatus social y económico, así como la continuidad de tantos apellidos franquistas en la política, la justicia, los consejos de administración…

La crisis sistémica aún no cerrada, la crisis de Estado generada a raíz del Procés catalán, ha brindado a la extrema derecha que antes estaba dentro del Partido Popular, ahora desacomplejada, una oportunidad. El ascenso del nuevo partido fascista, Vox, se ha sustentado en el espectáculo indecente de blanqueo del franquismo por buena parte de los medios de comunicación. Esos a quienes regalan impúdicamente espacios y tribunas en platós, columnas de prensa y emisoras, no tendrían escrúpulos en cerrar los mismos medios y silenciar por la fuerza a los periodistas, si tuvieran oportunidad de hacerlo.

Los acuerdos previos a la constitución de las instituciones municipales y autonómicas gobernadas a raíz de las elecciones de mayo por coaliciones de derechas, así como las primeras iniciativas adoptadas, han puesto el punto de mira en los derechos y conquistas de las mujeres, de los colectivos LGTBI, los migrantes económicos y los refugiados. También en la memoria histórica, cuyas reivindicaciones de Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas del franquismo, señalan simultáneamente a los responsables de los crímenes cometidos entre 1936 y 1977, y dejan en evidencia el grado de impunidad del que han gozado.

Uno de los elementos a los que se achaca al éxito de la extrema derecha en las elecciones del pasado 10 de noviembre ha sido la exhumación de Franco. Ciertamente la retransmisión televisiva en directo de más de cinco horas ha contenido imágenes de explícita exaltación del franquismo con la consiguiente humillación a sus víctimas, y ha terminado por convertir el acto de exhumación e inhumación posterior un producto televisivo obsceno. Lo natural en una sociedad democrática es que se hubiese llevado a cabo de manera privada, discreta, y expeditiva, no subordinada a los cálculos electorales del partido en el gobierno.

Un ejemplo significativo -por tratarse de la capital del Estado- de políticas de agresión sistemática contra la memoria histórica, son las decisiones adoptadas desde su toma de posesión por el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid, renunciando a levantar un memorial programado en el lugar donde se ubicaba la antigua Cárcel de Carabanchel en reconocimiento a todas los presos políticos durante el franquismo, y cerrando la Oficina municipal de Derechos Humanos. Que la responsabilidad de memoria histórica de la nueva corporación recaiga en un concejal apellidado Fanjul, es mucho más que una anécdota.

Asimismo, el ayuntamiento presidido por Martínez Almeida tiene decidido modificar radicalmente el Memorial proyectado en el Cementerio del Este -que paralizó el pasado 17 de julio-, donde ya estaban instaladas buena parte de las placas con los nombres de cerca de 3.000 personas ejecutadas en los primeros años de la dictadura. El actual equipo de gobierno ha manifestado su intención de arrancar las lápidas y de cambiar completamente la significación del Memorial, modificando el criterio con el que fue erigido para reconvertirlo en un falso homenaje a la concordia. Supone una nueva humillación contra miles de demócratas que fueron asesinados/as en aplicación de las sentencias de unos consejos de guerra carentes de las mínimas garantías procesales, incluyendo el derecho a la defensa.

También el pleno del Ayuntamiento de Madrid del pasado 30 de Octubre, aprobó una declaración cuya exposición de motivos constituye un compendio de tópicos franquistas burdos y majaderías históricamente infumables. Presentada por el concejal Ortega Smith, fue aprobada con el voto a favor de Ciudadanos y del Partido Popular (1).

No vamos a repetir los exabruptos emitidos recientemente por el mencionado concejal madrileño sobre las Trece Rosas, o por la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la quema de iglesias, pero no podemos por menos que calificar esas palabras como expresión de indigencia intelectual y de bajeza moral. Es también impunidad que representantes políticos y publicistas de los mitos franquistas digan esas barbaridades, e incluso peores, sin consecuencias penales ni políticas. Falsificar la historia, mentir y calumniar sale gratis en España, especialmente cuando se ataca a los defensores de la 2ª República, a los luchadores antifranquistas, o a las víctimas de la dictadura.

Lo que los demócratas debemos preguntarnos es ¿porqué lo hacen? Y la respuesta es simple: porque pueden. Cuando hablamos de impunidad no sólo nos referimos a la impunidad penal de los criminales franquistas; O a que la familia Franco y tantas otras puedan seguir disfrutando aún del producto del expolio y de la corrupción.

¿Porqué la derecha cuando llega al poder actúa sin el menor escrúpulo, y la izquierda gobierna con pies de plomo, entre apelaciones al consenso no correspondidas? Todavía estamos esperando una declaración de condena del franquismo por parte del pleno municipal, que solicitamos en varias ocasiones durante la anterior legislatura, cuando gobernaba Ahora Madrid con apoyo del PSOE  (sí se aprobó, por ejemplo, una moción sobre la revolución húngara de 1956, y se erigió un monumento). También seguimos aguardando respuesta a dos cartas dirigidas a la exalcaldesa Carmena, pidiéndole que el Ayuntamiento de la capital se manifestase públicamente contra la pretensión de trasladar los restos de Franco a la catedral de La Almudena.

Las políticas de extrema derecha suponen una agresión contra la democracia, la convivencia, los derechos humanos, las libertades civiles y las conquistas sociales. Es enormemente grave que partidos autodenominados “constitucionalistas” negocien y gobiernen con partidos de extrema derecha, dejando claro que mezquinos intereses económicos y de poder priman sobre los principios democráticos de los que alardean. Que las derechas conservadoras o liberales se avengan a pactar y gobernar con la extrema derecha, asumir sus valores y su discurso, sólo puede entenderse a partir de deficiencias heredadas de nuestro “peculiar” modelo de transición a la democracia: la banalización del mal en el debate político y mediático; carencias en educación y en políticas públicas de memoria democrática; ocultación de las víctimas del franquismo; y la impunidad histórica y penal de los crímenes franquistas.

Sería deseable que, siguiendo el ejemplo alemán,  todas las fuerzas políticas y sociales democráticas establecieran “cordones sanitarios” para impedir la entrada de la extrema derecha en las instituciones y que lleguen a aplicarse sus aberrantes políticas. Es lo viene haciendo la derecha democrática europea desde la derrota de los fascismos en 1945.

Los colectivos a los que este nuevo/viejo fascismo y sus aliados han señalado, no vamos a permanecer con los brazos cruzados, contemplando cómo se hacen efectivos los proyectos de los franquistas y sus aliados: recortes de libertades, supresión de derechos sociales y civiles que ha costado conseguir décadas de lucha y sacrificios de miles de compañeras y compañeros.

Acabar tanto con comportamientos como con políticas incompatibles con los derechos humanos y las recomendaciones de los organismos internacionales, con la impunidad de las calumnias e  insultos dirigidos a las víctimas del franquismo y a los combatientes por la democracia, no tiene una solución judicial, sino fundamentalmente política: sólo el reconocimiento jurídico de las víctimas del franquismo a partir de una Ley Integral de Víctimas, permitirá que, al igual que sucede con las víctimas del terrorismo, aquellos que calumnien o menosprecien a los víctimas del franquismo, puedan acabar condenados por un tribunal. Y que las políticas de Verdad, Justicia y Reparación dirigidas a las víctimas del franquismo y a los verdaderos responsables de la llegada de la democracia, sean incuestionables, y obligación y patrimonio de la sociedad y de todas las instituciones.

Noviembre 2019.

* Arturo Peinado Cano- @apces. Presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria.

ENLACES

(1) “El Ayuntamiento de Madrid y su peligroso revisionismo histórico”, Ramón Górriz y José Babiano. Público, 09-Noviembre-2019

https://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2019/11/09/el-ayuntamiento-de-madrid-y-su-peligroso-revisionismo-historico/

“El libro negro de la Villa y Corte: apuntes sobre una resolución municipal delirante”, Fernando Hernández Sánchez. El Salto, 08-noviembre-2019

https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/el-libro-negro-de-la-villa-y-corte-apuntes-sobre-una-resolucion-municipal-delirante

Fuente: https://siemprees26.wordpress.com/2019/11/25/la-memoria-historica-y-la-extrema-derecha-en-las-instituciones/


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