Alejandro Ferrer Alfonso •  Memoria Histórica •  30/03/2025

88 años del fusilamiento de cinco defensores de la República en Gran Canaria: Exigiendo Memoria, Justicia y Dignidad

Este comunicado busca visibilizar la lucha por la dignidad histórica y presionar a las instituciones a actuar. La memoria de los que resistieron al fascismo merece más que placas: exige transformación social.

«Nació mi puño cerrado, y con él cerrado muero.Yo tengo en mis ojos vivos, a los míos que murieron , que son carne de mi carne, yo soy vida de mis muertos….que los fusiles fascistas no puedan dejarme ciego.» 

Rafael Morales Casas (Romancero de la guerra civil).

88 años del fusilamiento de cinco defensores de la República en Gran Canaria: Exigiendo Memoria, Justicia y Dignidad

Ayer se conmemoraron 88 años del asesinato por parte del franquismo de Juan Santana Vega, alcalde republicano de San Lorenzo (Gran Canaria), y de cuatro vecinos más: el sindicalista Francisco González, el secretario municipal Antonio Ramírez Graña, el jefe de policía Manuel Hernández Toledo y el también sindicalista Matías López Morales. Fueron ejecutados en el campo de tiro de La Isleta el 29 de marzo de 1937, tras un consejo de guerra sumarísimo que los condenó a muerte bajo el infame cargo de “rebelión”, una burla jurídica que invirtió los papeles de víctimas y verdugos.  

Estos hombres, hoy símbolos de la resistencia antifascista y la defensa de la soberanía popular, se opusieron con integridad al golpe de Estado militar de 1936 que derrocó a un gobierno legítimo, elegido mediante sufragio. 

El «crimen» fue creer en la justicia social, en la libertad y en un país donde la dignidad humana no estuviese sometida a la bota militar. Sin embargo, ocho décadas después, sus nombres y los de miles de víctimas del franquismo siguen esperando el reconocimiento y la reparación que el gobierno canario les niega sistemáticamente, generando una enorme y sangrante deuda con la Memoria Democrática.

Desde la Asociación de Memoria Democrática ‘Niño Braulio’, compuesta entre otras personas por familiares de las víctimas, queremos denunciar la persistente desidia de las instituciones canarias para rescatar del olvido a quienes sufrieron la represión franquista. La falta de espacios públicos que honren su memoria, la ausencia de políticas educativas que incluyan esta historia en las aulas y la escuálida cantidad de gestos simbólicos o económicos de reparación reflejan una cobardía política inadmisible. Mientras países como Alemania o Argentina enfrentaron con mucha más dignidad su pasado oscuro, en Canarias las administraciones públicas y entidades privadas insisten en perpetuar un pacto de silencio que blanquea los crímenes del fascismo a conveniencia de sus herederos ideológicos, muchos de ellos (cuál pez que se muerde la cola) son los que legislan y ejecutan las leyes.

¿Dónde están los museos de la memoria? ¿Dónde las acciones para localizar sus restos o dignificar las fosas? ¿Por qué se permite que calles y monumentos sigan homenajeando a los golpistas fascistas? La respuesta es clara: existe una voluntad de no remover las bases de un sistema que aún arrastra los lastres de la dictadura.  

Exaltar a quienes defendieron la libertad es perpetuar los crímenes de lesa humanidad. Hoy, más que nunca, es necesario reivindicar la figura de Santana Vega y sus compañeros como ejemplos de coherencia y valentía. Frente a un régimen que impuso el terror, ellos encarnaron la lucha por los derechos humanos, la igualdad y la democracia popular. Su legado no es solo parte del patrimonio histórico de Canarias, sino un faro para las generaciones actuales en la defensa de las libertades frente a los discursos de odio y autoritarismo que resurgen, principalmente, en la Unión Europea. 

¿Es la memoria como antídoto contra la opresión?  Desde luego, de ahí el miedo a ella. La memoria no es un acto de nostalgia, sino un compromiso ético con la verdad y la justicia. Recordar a las víctimas del franquismo es desenterrar las raíces de un sistema que normaliza la violencia como herramienta de poder. Solo confrontando este pasado podremos construir una sociedad donde el ser humano deje de ser verdugo de sí mismo.  

Honrar a Juan Santana Vega y a sus compañeros es, en definitiva, honrar la idea de que ningún pueblo puede avanzar sin mirar atrás para sanar sus heridas. La Memoria Democrática no es un lujo: es una obligación.  

¡Verdad, Justicia y Reparación!  

¡Nunca más silencio! ¡Ni olvido ni perdón! 

Asociación de Memoria Democrática ‘Niño Braulio’.


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