1965: El Movimiento 30 de septiembre y el inicio de la represión genocida en Indonesia

A mediados de los años ’60, Indonesia era una pieza clave en las tensiones globales entre el Occidente capitalista y el Bloque Socialista. Los movimientos de emancipación nacional y el proceso de descolonización resultaban especialmente relevantes en un convulso sudeste asiático donde, tras el éxito de la Revolución China, se desarrollaba la batalla entre los dos modelos.

Desde 1956, el impulsor de la independencia indonesia de los Países Bajos, Kusno Sukarno, había establecido un sistema autócrata denominado Democracia Guiada en el que se combinaban el nacionalismo, el carácter religioso mayoritariamente musulmán del país y los postulados socialistas de bienestar de la población. En este contexto, el Partido Comunista de Indonesia (PKI) había medrado convirtiéndose en uno de los principales pilares de apoyo de Sukarno que, para malestar de islamistas y ultranacionalistas, se aproximaba crecientemente al Bloque Socialista. En 1965, el PKI era el tercer partido comunista más grande del planeta, con más de 2.000.000 de militantes, y capaces de desplazar e imponer a ministros y secretarios del gobierno del país.

Semejante caldo de cultivo no tardó en generar reacciones entre los elementos más derechistas del ejército, ayudados por las potencias occidentales. La creciente tensión condujo a un ensordecedor ruido de sables que, desde principios de 1965, apuntaba a un alzamiento militar para desplazar a Sukarno y su democracia guiada, y purgar la influencia comunista en el país.

En esta tesitura, el 30 de septiembre de ese mismo año, un grupo de militares intentó in extremis una maniobra destinada a abortar el golpe, deteniendo y acabando con la vida de los generalesAhmad Yani, D. I. Pandjaitan, R. Suprapto, Sutoyo Siswomiharjo, M. T. Haryono y S. Parman, así como del Teniente General Pierre Tendean.

Sin embargo, la acción llegó demasiado tarde, generando un efecto opuesto a sus intenciones. Lejos de impedir el golpe de estado de los sectores más reaccionarios del país, el atentado facilitó al general Haji Mohamed Suharto iniciar una campaña, apenas desde el 5 de octubre, en la que se responsabilizaba directamente al PKI, iniciando una oleada de masacres contra sus militantes y haciéndose con el control total del país.

Los sucesos del 30 de septiembre darían inicio a uno de los escenarios más sangrientos de la Guerra Fría. A lo largo de los siguientes años, Suharto lanzaría una campaña genocida que, comenzando por los militantes del PKI, se extendió a entidades laboristas y campesinas, el movimiento feminista Gerwani y personas no religiosas, alcanzando las 3 millones de víctimas.