Redacción •  Negocios y Ocio •  07/05/2018

Consideraciones a la hora de escoger un fondo de inversión

Antes de constituir una cartera de inversión o adentrarnos en la inversión en fondos es imprescindible conocernos a nosotros mismos. Esto implica, fijar tanto la capacidad como el nivel de tolerancia sobre el riesgo y un objetivo de inversión que determinará finalmente el horizonte temporal para la movilización de los ahorros.

Consideraciones a la hora de escoger un fondo de inversión

La capacidad de riesgo es una evaluación de la cantidad máxima de riesgo que un inversor puede tomar basado en principios de inversión perfectamente mesurables como son la edad, la situación personal de ingresos, los activos sobre los que se adquiere un derecho las y obligaciones contraídas que debe hacer frente.

Sin embargo, que se alcance una determinada capacidad de riesgo, no significa que todo ese riesgo sea el deseable por el inversor. La tolerancia al riesgo del inversor es una cuestión  psicológica de cada inversor, que le permite conocer hasta qué nivel puede contener emocionalmente la volatilidad asociada a la inversión (especialmente si nos referimos a la renta variable). También, para diferenciar el riesgo entre la pérdida permanente de capital y la pérdida temporal de capital asociada a la volatilidad a corto plazo.

Las pérdidas temporales siempre se recuperan con el tiempo, el único riesgo de perder dinero es si el inversor entra en pánico y vende, consolidando las pérdidas. Por esta razón, es importante asegurarse de que el apetito de riesgo personal sea el adecuado una vez se está invertido.

Un inversor con una mayor tolerancia al riesgo tiende a concentrar un mayor porcentaje de su cartera asignado a renta variable y a inversiones de renta fija de mayor riesgo (intereses devengados), como los bonos high yield. Aunque este inversor está expuesto a mayores riesgos, queda compensado con mayores rentabilidades.

Un inversor con una baja tolerancia al riesgo normalmente asignaría un porcentaje más bajo de su cartera a renta variable. Por el lado de la renta fija, normalmente tendrían un porcentaje más alto en activos de menor riesgo, como puedan ser os bonos del Tesoro Público o deuda corporativa de emisores de elevado rating. Este inversor está aceptando rentabilidades potenciales más bajas para poder dormir por las noches y no preocuparse tanto por sus inversiones.

Tanto riesgo como rentabilidad son dos conceptos que tienden a ir de la mano. Esta es la razón por la que muchas personas quieren incluir activos de mayor riesgo en sus carteras. Si una inversión es más volátil y, por lo tanto, incluye un mayor riesgo, algunas personas están dispuestas a ser propietarias de ella por las potenciales rentabilidades futuras.

No obstante, se presenta una pregunta que el inversor debe contestar es ¿Para qué invierto? Muchos inversores persiguen, una vez llegada la jubilación, alcanzar un amplio nivel de bienestar financiero, que les permita seguir con el mismo ritmo de vida presente e incluso, mejorarlo. Sin embargo, pueden existir otros objetivos de menor plazo como hacer frente a la educación universitaria de un hijo, financiar un enlace matrimonial o hacer frente a la entrada de una vivienda.

Según los objetivos de inversión deseados, se establecerá el horizonte temporal de la  inversión. En otras palabras, durante cuánto tiempo el inversor desea movilizar los recursos para que, una vez finalizado el plazo, pueda recuperar el principal de la inversión sin sufrir pérdidas. A medida que el horizonte temporal es mayor, la renta variable puede asumir un mayor peso sobre el total de una cartera, debido a que las acciones conllevan un mayor riesgo pero se dispone de más tiempo para recuperarse de las pérdidas y es el activo, por excelencia, que ofrece mejores rentabilidades ofrece en el largo plazo.

Las decisiones financieras pertenecen a nuestro día a día y una de las grandes dudas es cómo gestionar el ahorro personal. Para llevar a cabo un plan financiero que integre la estrategia más óptima a nuestro ahorro y  perfil como inversor, es necesario la intermediación de un asesor financiero, como los que están a disposición de los clientes del Banco Mediolanum. Esto nos permitirá obtener una mayor seguridad en  afianzar los objetivos marcados en los diferentes plazos.

Cualquiera de nosotros puede adquirir acciones o ser partícipe de un fondo de inversión. No obstante, puede que esa decisión de inversión no sea adecuada a nuestros intereses o a nuestra situación personal. También, se amplían las dudas sobre cómo gestionar esas inversiones durante el tiempo. La experiencia del asesor financiero permite garantizar una ruta financiera hacia nuestros objetivos y también, en aquellos momentos es en el presente en mayores dudas por un contexto o de volatilidad del mercado, ser un faro para determinar si verdaderamente debemos preocupados por situaciones puntuales en el mercado.