¿Qué hay de la expropiación de vivienda en Berlín?
Han pasado casi 14 meses desde que un 59,1% de la población berlinesa respaldara la expropiación a las grandes inmobiliarias. Sin embargo, hay dudas sobre su futuro.
«Tenemos que permanecer activos. Tenemos que estar vigilantes para ver qué sucede y reaccionar a tiempo». Así es como termina la película-documental Start wearing purple, dirigida por Müge Süer y Hendrik Kintschner, sobre el movimiento berlinés Deutsche Wohnen & Co. enteignen (DWE – «Expropiar a Deutsche Wohnen y cia.), que consiguió reunir cientos de miles de firmas para celebrar un referéndum no vinculante y ganarlo con casi un 60% de apoyo. En él, se proponía expropiar las viviendas a las inmobiliarias que tuvieran en su posesión más de 3.000 unidades. En total, más 150.000 viviendas pasarían a manos de una entidad de derecho público administrada colectivamente, tras ser expropiadas a cambio de una indemnización a precio de tasación y no a precio de mercado.
El referéndum se ganó hace más de un año, cuando se celebraron a la vez las elecciones de Berlín y alemanas. En aquellas elecciones, solamente Die Linke (el partido de la izquierda) mostró un apoyo sin fisuras al movimiento y al referéndum. Es más, en el proceso de recogida de firmas había formado sus propios equipos y entregó a DWE 30.000 firmas en la recta final del proceso de recogida. Mientras tanto, los socialdemócratas del SPD y Los Verdes mostraron apoyos parciales o apoyos rodeados de «peros» y condicionales.
En Berlín gobierna desde esas elecciones una coalición dirigida por el SPD y Franziska Giffey, con Los Verdes y Die Linke. Desde un primer momento, incluso durante la redacción del acuerdo de coalición, el referéndum fue un eje central de disputa. El SPD y Los Verdes enfriaron enseguida las expectativas y se sacaron de la manga una comisión de expertos que debería valorar si el referéndum era viable (algo que constitucionalmente ya había sido chequeado antes de su celebración). Die Linke se posicionó claramente diciendo que no había que discutir si era viable, sino que la comisión de expertos solamente debería dirimir cómo hacerlo de la mejor forma. El pacto de coalición, ambiguo en las formas, generó dudas en el socio menor de la coalición, Die Linke, y hubo un fuerte debate interno sobre si entrar o no en el gobierno de coalición berlinés: por un lado, estar dentro era la única garantía de presionar para sacar la ley adelante; por otro lado, los dos socios mayoritarios podrían boicotear la ley, frustrar a la población, y arrastrar consigo al partido de La Izquierda.
La comisión de expertos se formó el 29 de marzo de 2022 con 13 personas a sugerencia de partidos y del propio movimiento DWE y tiene el plazo de un año para presentar una propuesta al Senado (Gobierno) de Berlín. El escepticismo es generalizado y dentro de DWE ya se habla de preparar un segundo referéndum, esta vez vinculante, es decir, presentando el proyecto de ley para que sea votado por la ciudadanía. No es de extrañar, teniendo en cuenta que se rechazó la propuesta de DWE de que no hubiera miembros ni lobbystas vinculados a las inmobiliarias. Además, el trabajo de la comisión ha sido denunciado en muchas ocasiones por su opacidad.
Todo este proceso de debate sucede en medio de una situación crítica de la vivienda en Berlín. A las fuertes subidas del precio por m2 del alquiler, se suman las subidas de los gastos de comunidad y calefacción generados por la crisis energética, así como la escasez de vivienda en una ciudad cuya población ha crecido fuertemente en los últimos años y donde hay inmobiliarias que juegan a especular con inmuebles vacíos.
Sin embargo, DWE y en general el movimiento de vivienda no está tan activo como en el ciclo 2018-2021, cuando cientos de miles de personas salieron a las calles contra «la locura del alquiler» (Mietenwahnsinn) y cuando en cada esquina de Berlín activistas de DWE, con su chaleco morado (de ahí el nombre de la película Star wearing purple) recogían, carpeta en mano, cientos de miles de firmas.
La crisis energética, la subida de los gastos de calefacción y comunidad, y en general la inflación y la crisis social están reactivando el tejido combativo en Alemania y esto puede dar alas de nuevo al movimiento de vivienda, que se ha sumado a las protestas de Solidarischer Herbst («Otoño solidario») o a la manifestación Umverteilen! («Redistribución»). La vivienda no deja de ser uno de los ejes fundamentales de la política berlinesa y uno de los motivos mayores de hastío, enfado y rabia de quienes viven en la capital alemana.
Por eso, Die Linke se está preparando para lo que puede suceder en estos meses. Además de sumarse a las citadas coaliciones, son muchas las voces que apuntan a que, en caso de llegar un dictamen negativo de la comisión de expertos, el partido debería abandonar la coalición de gobierno de Berlín inmediatamente. No es casualidad que el congreso de Die Linke en Berlín se vaya a celebrar en abril de 2023, justo semanas después de que dicha comisión tenga que entregar su dictamen.
Entretanto, en febrero, es más que probable que se tengan que repetir elecciones en Berlín, en sus distritos y en algunas mesas de las elecciones federales, después de que un contundente informe del Tribunal Constitucional alemán haya detectado grandes irregularidades en el proceso electoral. La decisión final, que se da por prácticamente segura, será el 16 de noviembre. En estas más que posibles elecciones, desde lo programático, habrá que ver qué perfil toman el SPD y Los Verdes en cuanto a DWE y a las políticas de vivienda, toda vez que la ciudadanía ya ha observado como sus «peros» y sus condiciones en la campaña de 2021 se han transformado en una traición al movimiento de vivienda durante este año de Gobierno. Die Linke por su parte va a acentuar su compromiso con la socialización de vivienda y la regulación de precios a nivel federal, después de que se declarara inconstitucional la ley de regulación impulsada por el partido en Berlín por «falta de competencias».
«Parece que la ciudad está lista para la expropiación» dice la canción de DWE que cierra la película Start wearing purple. Efectivamente, un 59,1% de la población está lista para expropiar.
*Jaime Martínez Porro, militante de IU Berlín y coportavoz de Die Linke Steglitz-Zehlendorf.