100.000 personas salen a las calles de Barcelona bajo el lema: Acabemos con el negocio de la vivienda
- 42 ciudades se movilizan en todo el Estado y muestran una ciudadanía que apuesta por los sindicatos, la organización de bloques y las huelgas de alquiler.

Cientos de millas de personas han tomado las calles en 42 ciudades para acabar con el negocio de la vivienda. Ante unos gobiernos que abordan el problema con tibias que hacen el juego a la patronal, la sociedad ha salido a decir que en torno a la vivienda hay un conflicto de intereses, y que mientras sea un negocio que enriquece a unos pocos, nunca será un derecho para la mayoría. Las movilizaciones de hoy han sido un paso más dentro del proceso histórico en el que la ciudadanía ha tomado las riendas del problema y ha comenzado a organizarse por todo el territorio creando nuevos sindicatos de inquilinas, organizando bloques en lucha y apostando por las huelgas de alquiler como nueva herramienta sindical. En este contexto, Carme Arcarazo, portavoz del Sindicat, ha remarcado tres ideas clave: el conflicto por la vivienda acabará con estos gobiernos si no actúan; la ciudadanía ha tomado la iniciativa y se ha volcado con el sindicalismo para encontrar soluciones; y ha hecho un llamamiento a que toda persona que defendió el derecho a la vivienda se afilia.
La movilización de Barcelona ha reunido a 100.000 manifestantes que han llegado a la plaza España a las 18 h con distintas columnas procedentes de diversos puntos de la ciudad y del territorio. Una vez allí, han llenado la avenida Maria Cristina y han celebrado una mitin con las intervenciones de les huelguistas de La Caixa, barraquistas de Vallcarca, del bloque La Moreneta —propiedad de la Sareb en Sant Celoni—, del bloque Dar Zwina —organizado en Premià de Mar— y las portavocías de las organizaciones de la Taula Sindical per l’Habitatge: Sindicat de Llogateres, Confederació Sindical d’Habitatge de Catalunya, Plataforma d’Afectats per la Hipoteca y Sindicat d’Habitatge Socialista.
El mitin de la movilización en Barcelona ha puesto en el centro a los sindicatos y las huelgas de alquiler como soluciones al problema de la vivienda. Desde el otoño, la ciudadanía ha tomado partido haciendo que la organización sindical se entienda como una mancha de aceite por los barrios, pueblos y ciudades de Cataluña y del Estado. El movimiento por la vivienda y los sindicatos destapan la liebre allí donde está el problema y encienden la chispa del conflicto con más fuerza que nunca.
“Convertimos la Casa Orsola en un bloque in-desalojable, la foto de una Barcelona que resiste y no se deja pisotear dio la vuelta al mundo”, ha exclamado Enric Aragonès, portavoz del Sindicat de Llogateres, desde el escenario de la movilización. Ante un panorama donde los alquileres de temporada y los colivings están provocando una ola de expulsiones, los gobiernos siguen sin tramitar la modificación legislativa presentada por el sindicato en el Congreso hace meses ni aportar soluciones. “Si los gobiernos no frenan los alquileres de temporada, lo haremos nosotras”, ha sentenciado Aragonès.
La inestabilidad de las inquilinas ante el fin de los contratos es otra de las grandes preocupaciones que los gobiernos no están atendiendo. Es el Sindicat quien, en solo cuatro meses, ha tocado más de 3.000 puertas para organizar a las inquilinas y bloques en lucha como los de Tapioles, Cortines, Sant Agustí, los 8 de Gràcia o Occidente en L’Hospitalet, implementando la estrategia #EnsQuedem de forma masiva como ya se ha hecho en millas de hogares durante los últimos siete años.
“Vamos a la huelga de alquileres en defensa de la vivienda pública”, ha anunciado Àgueda Amestoy, una de los huelguistas, durante su intervención en el acto político de la movilización en Barcelona. Es una de las cien inquilinas de Banyoles, Sitges y Sentmenat que ha iniciado este mes una huelga de alquileres contra La Caixa para evitar la privatización de viviendas protegidas y actuar ante la pasividad del Govern. “Llevamos años de conflicto: 38 promociones en 23 municipios, más de 2.000 viviendas, y gracias a esta lucha 500 de estos pisos están ahora en manos públicas con el compromiso de mantener la protección para siempre”, ha explicado, refiriéndose a las viviendas protegidas de La Caixa adquiridas recientemente por el Incasòl.
Las movilizaciones de hoy, con millas de personas saliendo a la calle en más de 40 ciudades, no son un hecho aislado: son la expresión de un cambio de ciclo. Los precios del alquiler siguen disparados, el riesgo de perder la vivienda una vez finalizado el contrato no para de crecer, y la posibilidad de encontrar un alquiler estable se ha desvanecido ante la proliferación de los alquileres temporales y los colivings. Mientras tanto, comprar un piso es una quimera para la mayoría, en un mercado acaparado por inversores y especuladores. En este escenario de conflictividad creciente, las inquilinas han puesto sobre la mesa soluciones cinco claras: una bajada inmediata del 50% de los alquileres; contratos de alquiler indefinidos; la recuperación de viviendas vacías, turísticas y de temporada; el fin de la compraventa especulativa; y la ampliación del parque público de vivienda de alquiler.
La ciudadanía ha dejado de esperar respuestas institucionales y ha tomado la iniciativa, organizándose con los sindicatos. El conflicto está servido y la desafección hacia unos gobiernos que solo han anunciado rebajas fiscales para los rentistas es la gasolina de un movimiento sindical cada vez más fuerte. Carme Arcarazo, portavoz del Sindicat, lo advertía hoy con claridad: “El Govern de la Generalitat y los dos partidos que están en la Moncloa parece que no se entran: si no acaban con el negocio de la vivienda, el conflicto por la vivienda acabará con estos gobiernos”.