Luis Sanz •  Vivienda •  25/02/2021

Berlín le declara la guerra al capital financiero y reclama su derecho a la vivienda

Este viernes 26 de febrero se abre el plazo de la recogida de firmas para la celebración del referéndum sobre la expropiación de 240.000 viviendas a grandes grupos inmobiliarios en Berlín. Lo que hace unos años parecía una locura, hoy marca la agenda política de la ciudad.

Berlín le declara la guerra al capital financiero y reclama su derecho a la vivienda

Este viernes 26 de febrero se abre el plazo de la recogida de firmas para la celebración del referéndum sobre la expropiación de alrededor de 240.000 viviendas a grandes grupos inmobiliarios en la ciudad de Berlín. Se trata de la segunda fase de recogida de firmas: en la primera eran necesarias 20.000 (se consiguieren 77.001), y ahora 175.000, lo cual equivale a un 7% del censo electoral del Land berlinés, a efectos del cual solo se consideran electores a los mayores de edad censados en la ciudad y con nacionalidad alemana.

No es una iniciativa cualquiera: toca el corazón de una ciudad que ha sufrido un incremento del 44% de los alquileres en cuatro años (2015-2019) mientras que los salarios apenas han aumentado. Un reciente estudio de la fundación Rosa Luxemburgo concluye que en una ciudad en la que alrededor del 85% de los habitantes viven de alquiler, la mitad de las viviendas pertenecen a pocos multimillonarios. La iniciativa promete darle un vuelco a la política de vivienda mediante el instrumento constitucional de la expropiación y propone crear un parque de vivienda pública socializada, que daría un balón de oxígeno al berlinés de a pie y un guantazo a la mercantilización del derecho a la vivienda. Aunque pueda parecer un brindis al sol, el referéndum y la propuesta ha pasado ya las verificaciones legales y constitucionales y se apoya sobre sólidos pilares jurídicos. Es decir, va muy en serio y tiene posibilidades de salir adelante.

La iniciativa para la expropiación de los grandes grupos inmobiliarios Deutsche Wohnen und Co. Enteignen (en alemán: expropiar a Deutsche Wohnen y cía.) está preparada para reunir las 175.000 firmas en los cuatro meses de plazo que estipula la ley electoral. Para ello, se han organizado en cada barrio equipos para la recogida de firmas, así como otro tipo de acciones: concentraciones, pegadas de carteles, charlas… El intenso trabajo organizativo ha dejado poco a la espontaneidad: desde hace meses la iniciativa analiza los barrios, las calles y las esquinas de la ciudad en las que más apoyo se espera recibir (donde hay más votantes de izquierda o centro-izquierda, o áreas en las que las grandes inmobiliarias tienen una mayor concentración de viviendas); se han preparado argumentarios y cursillos para los más de 1.200 voluntarios y voluntarias que hasta el momento se han registrado para recoger firmas; se ha diseñado la adaptación para la recogida de firmas en tiempos de pandemia (se recogerán firmas puerta a puerta, en las estaciones de metro y en los parques); se han buscado y encontrado apoyos en sindicatos, asociaciones de inquilinos, partidos políticos y plataformas ciudadanas… Todo ello, con una comunicación cuidada y dinámica, que va desde folletos informativos y carteles, hasta programas de radio y desarrollo de contenido audiovisual, que se abre paso en los medios locales y nacionales.

«Ya nos estábamos preguntando cuándo vendrían los primeros…», le contestan a Antigoni Dodi, activista del barrio de Neukölln, cuando esta pregunta si podrán dejar listas oficiales de recogida de firmas en una librería (de los pocos establecimientos que pueden abrir según la normativa COVID alemana). «Aún quedan unos días para que abra el plazo, pero hay que ir confirmando algunos puntos de apoyo», comenta Dodi. La iniciativa busca diferentes establecimientos que puedan servir de bases logísticas por toda la ciudad, dado que solo cuenta con una oficina en todo el municipio, en el distrito de Kreuzberg. «Por ejemplo, los carteles que pegaremos por todo el barrio el sábado», nos cuenta, «los almacenaremos durante la semana en un bar cerrado ahora por la pandemia y que colabora con la iniciativa. El sábado se repartirán ahí carteles, cola y cubos para pegarlos todos»La campaña ha llegado a pegar en un solo día 40.000 carteles, para que la ciudad entre en la segunda fase de recogida de firmas con el terreno ya abonado.

Adelaide Ivánova es una activista brasileña que trabaja desde hace años en el grupo de trabajo Starthilfe (en castellano, «Ayuda al arranque») de la iniciativa, y que hace unos meses ayudó en el inicio de un nuevo grupo de trabajo: Right 2 the City for All (en castellano, «Derecho a la ciudad para todos»), que quiere involucrar en la campaña a colectivos de migrantes, que suponen una gran parte de la población berlinesa y que no pueden votar si no tienen nacionalidad alemana. Para el colectivo migrante, el mercado de la vivienda resulta especialmente hostil«Para los que llegan aquí solos, como fue mi caso, pasas años en la irregularidad, viviendo y trabajando sin contrato, sin nada. Vivo en Berlín desde hace diez años y he vivido en once pisos diferentes. Nunca he tenido un contrato de vivienda a mi nombre». Esto tiene que ver con el círculo vicioso por el que, para conseguir poder encontrar un piso, se necesita un trabajo y, para poder encontrar un trabajo, se necesita estar registrado en un piso. «Es muy difícil salir de esta rueda de precariedad, sobre todo si no tienes pasaporte europeo». Ivánova está convencida de que la socialización de la vivienda puede, entre otras cosas, dar respuesta a esto si la población migrante está suficientemente representada. Por ello, el grupo de trabajo Right to the City for All quiere llamar la atención sobre el hecho de que más de un 20% de la población de Berlín está excluida del referéndum por no tener la ciudadanía alemana.

El viernes 26 de febrero comienza un período emocionante en la historia de Berlín y la tarea no es sencilla. Enfrente se encuentran gigantes del capital financiero como el fondo de inversiones BlackRock a través del grupo inmobiliario Deutsche Wohnen. La batalla mediática sube de tono y, si en la segunda fase de recogida de firmas se supera el umbral necesario (y todo apunta en ese sentido), no cabe duda de que toda la fuerza y el peso de estos gigantes caerá sobre la opinión pública a través de editoriales, declaraciones, columnas de opinión y debates parlamentarios con argumentos que van desde «es una iniciativa inútil» hasta «no se podrá pagar». Pero, frente a cada objeción, duda o reproche, la iniciativa tiene respuesta. Frente a los recursos económicos y mediáticos de los grandes grupos inmobiliarios, la campaña no tiene mucho más que oponer que sus activistas y una ciudad en pie, que repite de manifestación en manifestación que ya no se puede permitir seguir pagando los beneficios millonarios de los fondos de inversión con su salario. Y esto no es poco. Lo que hace unos años parecía una locura, hoy marca la agenda política de Berlín (y las elecciones al Land berlinés coincidirán con el referéndum), de la mano de una iniciativa que ha demostrado tener la mente fría, además de rebosar entusiasmo por estar abriendo un nuevo camino. Los vídeos de la campaña nos lo recuerdan: «Que no se haya intentado antes no significa que no se pueda hacer».

*Por Luis Sanz, portavoz de IU Berlín.


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