Adiós a las estatuas
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DIVIDIDOS NI A LA ESQUINA
La siguiente es la publicación que la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández, publicó en la red social X, horas después de la reciente marcha LGTBIQ + antifascista y antiracista del 1 de febrero.
«Las dos marchas más multitudinarias, plurales y transversales, en rechazo a políticas gubernamentales de Milei o a sus exabruptos “ideológicos” -con amenazas de clausura de derechos- no tuvieron que ver con la ideología, sino con ASPIRACIONES y EMOCIONES. La marcha por las universidades públicas fue masiva y no fue ideológica, más allá de que la universidad pública y gratuita es un postulado histórico del movimiento popular, nacional y democrático. Al intentar el desfinanciamiento y cierre de universidades Milei chocó con el sueño de los argentinos -que nosotros los peronistas definimos como movilidad social ascendente- y que en realidad se expresa en algo menos científico y mucho más sencillo: la aspiración de lograr PROSPERIDAD, no solo en lo económico, sino también en el reconocimiento de la comunidad en la que cada uno vive. La marcha de ayer -cuya convocatoria original fue por la agresión y difamación de la comunidad LGTB en el discurso de Davos- terminó movilizando a distintos sectores de la sociedad, por fuera de las cuestiones de género o diversidad. La deshumanización expresada por Milei, al desconocer que los sentimientos no tienen género, galvanizó en el deseo y el DERECHO A LA FELICIDAD, de elegir con libertad la pareja con quien compartir la vida y, si lo desean, formar su familia. DERECHO A LA PROSPERIDAD Y A LA FELICIDAD SON LOS LÍMITES que Milei no solo no podrá violar, sino a los que, además, deberá dar respuesta más temprano que tarde»
ACARICIANDO LO ÁSPERO
Cristina Fernández, lamento no coincidir y, además, me parece muy pobre su interpretación respecto a las marchas multitudinarias realizadas en el país en los últimos meses.
Aclaro: la he votado varias veces y considero al período 2003-2011 como de los mejores que ha vivido Argentina, es decir, el primer gobierno de Néstor Kirchner y su primer gobierno.
Usted dice que la felicidad es un derecho. Yo creo que la felicidad es un estado efímero que cuando se asume colectivamente, traspasa cualquier medida gubernamental.
No depende de un dádiva de los gobiernos. A lo sumo, los gobiernos asumen la responsabilidad de transformar las motivaciones de esa felicidad en normas, o leyes, pero nada más.
No es casual que usted haya obviado que las marchas multitudinarias a las que se ha referido en las redes sociales, es decir, la estudiantil y la LGTBI + antifascista y antiracista, han sido decididas y organizadas en históricas asambleas, desde abajo, sin jefas o jefes decidiendo qué, cómo y dónde.
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Esto me recuerda a ciertas características de las movilizaciones en los días previos a los estallidos del 2001.
Las llamadas «asambleas barriales» donde no había caciques, ni operadores, y mucho menos, burócratas.
LA ERA DE LA BOLUDEZ
Luego, usted se refiere a que las marchas «no tuvieron que ver con la ideología, sino con aspiraciones y emociones».
Discrepo profundamente.
Con esa lectura de las marchas, usted legitima una forma de proceder muy «nacional y popular» en donde las emociones nos han entretenido demasiadas décadas y los desafíos concretos de enfrentar a las clases dominantes han sido demasiado tibios o nulos.
Aquello de «el peronismo será revolucionario o no será», creo que lo debiera recordar más seguido.
HUELGA DE AMORES
¿Por dónde cree usted que pasa hoy la revolución?
Las épocas han cambiado, lógicamente, y hay diversas formas de enfrentar a los que quieren convertir a nuestro país en una granja o en un patio trasero.
Y eso se logra con una gran coalición.
Las marchas han sido profundamente ideológicas porque se trata de eso, y mucho más, en estos tiempos de tecnofascistas.
No se puede vivir eternamente de las «aspiraciones», de los sueños por un futuro mejor.
Han sido años de marchas, idas y venidas, represión, obediencias debidas, agachadas, entrega, traiciones, pactos, más represión, y la democracia sigue en deuda con los argentinos. Las pasamos todas.
El futuro es hoy y no le pertenece a ningun partido, ni movimiento que no tenga nada nuevo que ofrecer.
La lucha por la universidad pública y el agravio hacia la diversidad sexual que hizo el cómic perverso en Davos, movilizaron a miles y miles de personas en el país y en el exterior, pero esas movilizaciones nos retrotraen a muchas otras, anteriores, donde se luchaba por lo mismo, lo cual demuestra el fracaso de los gobiernos «populares».
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Lo esencial, no se ha revertido, y esto es: la ampliación de la brecha entre ricos y pobres.
La postergación de amplias zonas del país sin cloacas, sin agua potable, sin gas natural, viviendas en condiciones precarias, en calles de tierra o al lado de ríos contaminados.
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En este sentido, «el sueño de los argentinos de lograr prosperidad» es un papel mojado de campaña y nada más.
Eso es lo que ha hecho posible, entre otras cosas, a un Milei en la Casa Rosada. Y el pésimo gobierno del cual usted formó parte junto a Alberto Fernández y de quienes no hemos escuchado una sola autocrítica.
CUANDO LA MENTIRA ES LA VERDAD
Yo creo que la grandeza de las personas que han tenido enormes responsabilidades al frente de un país, como es su caso, es saber retirarse a tiempo cuando ya no tienen nada nuevo que ofrecer.
Y dejar que las nuevas generaciones, no los que pelean por un escritorio, digo, las nuevas generaciones, tomen el mando, sin punteros, sin monologuistas, sin deditos acusadores.
Y creer en que la amplitud, desde abajo hacia arriba, modelará la nueva arcilla.
Después de visto lo visto desde 2015 hasta nuestros días, y sobre todo, después de analizar profundamente nuestra historia y decadencia desde mediados de los años 70, creo que es imprescindible dejar esa vieja costumbre peronista de apropiarse de palabras y conceptos como: patria, pueblo, campo popular y que el protagonismo lo tomen todos los que estén dispuestos a enfrentar en serio a la oligarquía argentina y a los enemigos de adentro y de afuera, como decía alguien que usted dice admirar, Evita.
HACIENDO COLA PARA NACER
El Frente Amplio uruguayo debería de haber sido un ejemplo a seguir desde hace varias décadas por los argentinos, aún con las singularidades de cada país. Y ahora, ha vuelto al gobierno.
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Pero no. En Argentina se creó una organización burócrata, reaccionaria y cómplice que nunca se animó a enfrentar a los saqueadores eternos. Siempre puso un muro para frenar a los sectores de izquierda.
Una organización excluyente, no democrática y verticalista.
Y así estamos.
Hablando en términos religiosos, algo que tanto abunda en su movimiento, no se puede estar con dios y con el diablo.
Según la Real Academia Española, la definición de ideología es:
«Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etcétera»
Considero que las marchas realizadas en el país son profundamente ideológicas y así deben seguir siendo. De lo contrario, no se cambiará nada.
Prefiero recordarla aquel 9 de diciembre de 2015.
Un millón de personas fuimos a despedirla a la Plaza de Mayo, agradeciendo su obra y la de Néstor Kirchner.
Aún, con todas las diferencias y objeciones y a pesar del sectarismo.
Verticalismo y más verticalismo.
Sin embargo, fue un acto inédito en la historia del país. Y allí estuvimos.
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Al día siguiente, asumió Mauricio Macri y otra vez el juego de la oca eterno.
Las únicas banderas que flamean bien en lo alto de nuestra conciencia son las enarboladas por los organismos de Derechos Humanos en el país.
Y allí, también han metido la mano los apropiadores del partido.
Que se levanten todas las banderas, pero es necesario dejar paso a los que vienen detrás.
Por cierto, un saludo a «lo pibe para la liberación».
Néstor Tenaglia Álvarez