El 15M en debate interno y externo
En determinados foros del 15M se debate ahora sobre cómo llegar a más gente y volver a movilizar masivamente al pueblo español. Hay muchas reflexiones acerca del excesivo número de convocatorias, la poca coordinación, la recurrencia a terminología y formas de organización que algunos consideraban obsoletas…
Por ejemplo, uno de los debates está en qué término utilizar para unir al movimiento, y se repite mucho el término “ciudadanía”. En ciertos ámbitos marxistas, se considera que ese término es opuesto al de “clase trabajadora”, por lo que lo rechazan. Sin embargo, si solo elegimos una terminología y excluimos al resto, caeríamos en una especie de teoría totalitaria de querer uniformar a toda la sociedad, cuando ésta es diversa y plural y hay multitud de factores de unidad. Podemos ser ciudadanos y trabajadores, y luchar por frentes ciudadanos como la PAH y continuar organizando comités sindicales de base.
El 15M debe diversificarse y no sectarizarse o guetificarse, aunque ese es el mayor peligro y la tendencia cada vez mayor del movimiento. Muchas de las asambleas están prácticamente “tomadas” por grupos que rechazan la pluralidad organizativa y que son excesivamente estrictos en las formas de proceder (burocracia), una práctica que nos conduce nada más que a la división y la inoperancia. De hecho, gran parte del 15M lo componían militantes de partidos políticos, sindicalistas y otros sectores sociales con otras formas de organización y a los que no se les suele reconocer su aportación y su valía en el movimiento. Gran parte de esa gente participó en el 15M, pero al ver la guetificación han optado muchos por centrar sus mayores esfuerzos en sus herramientas “tradicionales” de lucha.
Somos muchos los que pensamos que el 15M tuvo éxito precisamente debido a esa coordinación de diferentes formas de organización, en Internet, en asambleas de base en la calle, en partidos políticos y sindicatos no 100% horizontales… Todos unidos por un objetivo común, que era el rechazo a ser “mercancía en manos de políticos y banqueros”. Somos muchos los que opinamos que el 15M se está difuminando porque no ha sabido ir más allá, por la propia inmadurez del movimiento al no haber abordado de manera más directa conflictos de la clase trabajadora como la lucha de los profesores, al no haber constituido sindicatos o comités de trabajo sindical en empresas, al no haber abordado las elecciones generales del 20N tratando de CONSTRUIR (o ayudando a construirlo) un frente electoral que sirviese de voz del movimiento en el actual Parlamento.
Partimos de una ignorancia política ciudadana importante, así que era previsible que una buena parte del movimiento 15M, que se nutrió de tanta gente que hasta entonces no se había movilizado, no supiese abordar estas cuestiones. Por estas razones, hoy existe un cierto sentimiento de impotencia y tristeza al ver la decaída general de la afluencia de gente a sus convocatorias. Se consideraban la única esperanza para transformar la sociedad, ellos, en su conjunto, habiendo conseguido aglutinar a más gente que nadie. Es el resultado de no percibir correctamente la naturaleza del movimiento, que es el de construir herramientas de cambio social, plurales, y no el de un fin único y totalizador en sí mismo, considerándose muchos opuestos al concepto de “vanguardia”.
Lejos de ese derrotismo, lo que debe primar es el optimismo. El 15M fue un espacio de confluencia de muchas sensibilidades sociales previas, gente desmovilizada con plataformas ciudadanas, partidos y sindicatos de larga trayectoria. Se ha influido con nuevos militantes del 15M en esas organizaciones, también en ideas, reivindicaciones y programas, y todas esas energías 15M están hoy cambiando cosas fuera de las asambleas asociadas al movimiento. Estas energías se van de estos espacios porque el 15M carece de una organización real y práctica en la que materializar sus propuestas, y a falta de una autocrítica en este sentido por parte de los “quincemayistas”, van a seguir fugándose y reconstruyendo la unidad ciudadana en otros ámbitos.
No solo se puede echar las culpas de esta falta de organización práctica a la “ignorancia política”, sino también a la gran desconfianza existente entre las múltiples sensibilidades del 15M que ya estaban en la lucha, y que aunque hayan acercado posturas, arrastran desde hace tiempo sus rivalidades, muchas históricas, y que impiden un cambio hacia una organización unida y más eficiente. Mucha parte del 15M está cayendo, así, en una especie de debate interno que bien puede ser una verdadera escuela ciudadana, un intercambio de ideas para limar asperezas, dialogar y elevar el nivel de conciencia de la gente, o un aislamiento de estas personas en pequeñas sectas, clubs de amigos y grupúsculos que abandonan todo interés por cambiar la sociedad.
En nuestras manos está que este debate interno del 15M se dirija hacia una reorganización positiva y nueva confluencia ideológica y política que permita aglutinar al sujeto colectivo de transformación social o no. Sin embargo, seamos conscientes de que ese espacio de confluencia seguramente no surja desde las asambleas populares del 15M o DRY, sino que deberá surgir de los diferentes espacios de convergencia que se están lanzando desde esos otros movimientos que han bebido y beben del 15M, iniciativas unitarias que debemos abordar con prudencia pero sin miedo, sin atribuir al “15M” un papel de vanguardia que nunca ha tenido.